Este variado circuito recorre los principales puntos de interés y abarca antigüedades, paisajes espectaculares y el atractivo moderno de Hong Kong.
Hay que dedicar cuatro días a los sitios obligatorios de Beijing y, después, atravesar el norte de China en un veloz tren de clase G hasta Xī’ān para ver los Guerreros de Terracota, pasear por las murallas de la dinastía Ming y ascender la montaña taoísta de granito Huá Shān. Luego se toma el coche cama nocturno de alta velocidad, que entra en Shanghái antes de las 8.00. Después de tres días de turismo, museos, compras y visitas a los rascacielos de Pǔdōng, hay que desviarse un día a la antigua capital de la dinastía Song del Sur, Hángzhōu, y luego volar desde Hángzhōu o Shanghái hasta Guìlín para ver uno de los panoramas más apacibles e intemporales de China: los paisajes kársticos de Yángshuò. El final más adecuado para el viaje es volar directamente de Guìlín a Hong Kong, o bien a Guǎngzhōu o Shēnzhèn para cruzar la frontera del sur hasta el antiguo territorio británico. Conviene reservar un día para explorar Macao y añadir un toque portugués al itinerario.