Los mercados de Sri Lanka, especialmente los de Colombo y Kandy, son caóticos pero entretenidos. La rica diversidad de comidas y sabores se capta al instante. Un cocinero ceilandés se puede pasar unas buenas horas al día tostando y moliendo especias. A veces, un arroz y curri, sencillo de entrada, se convierte en decenas de platillos preparados con laboriosidad, cada uno de una exquisitez rica y, puntualmente, fuerte.