Los vietnamitas tienen sus orígenes en el delta del río Rojo, donde los primeros agricultores cultivaban arroz. Tras siglos de enfrentamientos con China, Vietnam no se convirtió en un país unido hasta el s. XIX, pero enseguida cayó presa del colonialismo francés para después sufrir la devastación de la intromisión estadounidense. El pueblo vietnamita ha vivido épocas muy duras, pero la fuerza de su carácter le ha ayudado a sobreponerse. Hoy, el país disfruta de un largo período de desarrollo y una creciente prosperidad.
Para comprender la turbulenta historia de Vietnam solo hay que pasear por cualquier ciudad del país y fijarse en los nombres de las calles: aparecen los mismos una y otra vez, los de los héroes que los últimos 2000 años han luchado contra los invasores extranjeros. Si la calle bordea un río se llamará Bach Dang (por las batallas del 938 y 1288) y una avenida principal se llamará Le Loi (por el emperador que derrotó a los chinos en 1427).
Debido a su situación al lado de un vecino gigantesco, los vietnamitas se han enfrentado principalmente a China. Llevan resistiendo sus intentos de invasión desde el s. II a.C. y tuvieron que soportar un dominio que duró 1000 años. La lucha por la independencia ha sido brutal.
Aunque la Guerra de Vietnam captó la atención de Occidente, para los vietnamitas los estadounidenses no fueron más que los últimos de una larga lista de forasteros que han entrado y salido del país.
En los siglos anteriores derrotaron a los jemeres, los mongoles y los cham. Y vivieron un humillante período colonial francés. En 1979, justo después de los horrores de la Guerra de Vietnam, con el país destrozado, se enfrentaron al ejército chino y se deshicieron de él en cuestión de semanas.
Inevitablemente, todos estos invasores han dejado huella. Los chinos trajeron el budismo, el taoísmo y los principios del confucionismo: la comunidad por encima del individuo y el respeto por la educación y la familia. Los franceses introdujeron el ferrocarril y dejaron en herencia su arquitectura y su cocina. Y aunque EE UU dejó una nación devastada, el orgullo vietnamita permaneció intacto.
En los últimos años, el progreso ha sido extraordinario. Vietnam se ha convertido en un miembro clave de la ASEAN y su economía ha florecido, aunque la corrupción (ocupó el puesto 113 de 176 de países en el índice de corrupción del 2016 de Transparency International), las avejentadas infraestructuras y el antidemocrático partido en el poder aún perduran. Pero la nación está unida, sus fronteras son seguras y afronta un futuro de estabilidad y progreso.
Los primeros humanos en habitar el norte del actual Vietnam llegaron hace 500 000 años; se dedicaron a la caza hasta el 7000 a.C., cuando iniciaron la práctica de una agricultura primitiva. La sofisticada cultura Dong Son, célebre por sus tambores moko, surgió hacia el s. III a.C. El período Dong Son destacó también por los avances en el cultivo de arroz y el establecimiento de un centro agrícola en el delta del río Rojo.
Entre los ss. I y VI, el sur de Vietnam formaba parte del reino camboyano hinduista de Funan, famoso por el refinamiento de su arte y arquitectura. Se extendía alrededor de la ciudad amurallada de Angkor Borei y probablemente era más un grupo de ciudades-Estado feudales que un imperio unificado. En este período se construyó un elaborado sistema de canalización para el transporte y la irrigación del arroz. La principal ciudad portuaria era Oc-Eo, en el delta del Mekong, la cual, como han atestiguado las excavaciones arqueológicas, mantenía contactos comerciales con China, Indonesia, Persia e incluso el Mediterráneo. Más adelante, el imperio Chenla reemplazó al reino Funan y se extendió por todo el río Mekong.
El también hinduista reino de Champa surgió alrededor de lo que hoy es Danang a finales del s. II. Como Funan, adoptó el sánscrito como lengua sagrada y gran parte del arte y la cultura de la India. En el s. viii se había extendido hacia el sur hasta abarcar lo que actualmente son Nha Trang y Phan Rang. El pueblo cham protagonizó numerosas incursiones por toda la costa indochina, y se vio inmerso en un estado de guerra permanente con los vietnamitas al norte y los jemeres al sur. A la larga, esta actitud les costó el poder, pues se encontraron atrapados entre estas dos grandes potencias.
China conquistó el delta del río Rojo en el s. II a.C. En los siglos siguientes, numerosos colonos, funcionarios y eruditos chinos se trasladaron al sur para imponer a los vietnamitas un sistema estatal centralizado.
En el más famoso acto de resistencia, en el año 40, las hermanas Trung (Hai Ba Trung) congregaron a la población, reclutaron un ejército y encabezaron una revuelta. Los chinos contraatacaron y las hermanas prefirieron tirarse al río Hat Giang antes que rendirse. Aunque entre los ss. III y VI se produjeron numerosas rebeliones a pequeña escala, todas fueron aplastadas.
Sin embargo, los primeros vietnamitas aprendieron mucho de los chinos, como la técnica de construcción de diques y los sistemas de riego, y reforzaron el papel del arroz como sostén de la vida. La población aumentó gracias al excedente de alimento, lo que obligó a buscar nuevas tierras. Como los montes Truong Son impedían la expansión hacia el oeste, puesto que ni el clima ni el árido terreno eran aptos para el cultivo de arroz, los vietnamitas se dirigieron hacia el sur a lo largo de la costa.
En esa época, Vietnam era un importante enclave marítimo en la ruta entre China e India. Los chinos introdujeron en el país el confucionismo, el taoísmo y el budismo mahayana, y los indios, el budismo theravada y el hinduismo (en Champa y Funan). Los monjes trajeron consigo los conocimientos científicos y médicos de estas dos grandes civilizaciones, y Vietnam pronto vio surgir sus propios doctores, botánicos y eruditos de gran talento.
A principios del s. X la dinastía Tang se desmoronó, provocando una revuelta vietnamita contra el dominio chino. En el 938 el patriota Ngo Quyen derrotó al ejército invasor: obligó a la flota china a ir río arriba por el Bach Dang simulando una retirada y luego contraatacó empalando sus barcos con afiladas estacas escondidas bajo las aguas. Fue el fin de 1000 años de dominación.
Entre los ss. XI y XIII se consolidó la independencia del país bajo los emperadores de la dinastía Ly, fundada por Ly Thai To. Fue un período marcado por el progreso, en el que se construyó un complejo sistema de diques para controlar las inundaciones y favorecer el cultivo, y en el que abrió sus puertas la primera universidad del país. Durante el gobierno de la dinastía Ly, los vietnamitas rechazaron repetidos ataques de los chinos, los jemeres y los cham. Mientras tanto, proseguían su expansión hacia el sur y empezaron a consolidar su control sobre el reino de Champa.
El guerrero mongol Kublai Kan completó su conquista de China a mediados del s. XIII. Su siguiente objetivo era atacar Champa y pidió derecho de paso por el territorio a los vietnamitas. Aunque estos se lo negaron, las hordas mongolas siguieron avanzando hasta encontrar la horma de su zapato: el venerado general Tran Hung Dao los derrotó en el río Bach Dang, demostrando una gran perspicacia militar al repetir la estrategia (y localización) usada por Ngo Quyen en una de las victorias más celebradas de la historia vietnamita.
Los chinos se hicieron de nuevo con el control de Vietnam a principios del s. XV, llevándose a Nankín los archivos nacionales junto con algunos intelectuales del país. Los altos impuestos y la esclavitud fueron habituales en esta época. Sobre este período, el poeta Nguyen Trai (1380-1442) escribió: “Aunque el agua del mar Oriental se agotara, la mancha de su ignominia no podría lavarse; todo el bambú de las montañas del sur no bastaría para fabricar el papel donde anotar todos sus crímenes”.
En 1418 el acaudalado filántropo Le Loi provocó el levantamiento de Lam Son al negarse a servir como funcionario a la dinastía china Ming. En 1425 estallaron revueltas locales en varias regiones del país y Le Loi buscó apoyo a su causa en las zonas rurales. Finalmente, China cayó derrotada.
Le Loi y sus sucesores lanzaron una campaña para invadir los territorios cham del sur, que culminó con la ocupación de su capital, Vijaya, cerca de la actual Quy Nhon, en 1471. Este fue el fin del reino de Champa. Los cham tuvieron que emigrar al sur a medida que los colonos vietnamitas ocupaban sus antiguas tierras.
Los primeros marineros portugueses llegaron a Danang en 1516, y pronto fueron seguidos por una expedición de misioneros dominicos. Durante las siguientes décadas, los portugueses empezaron a comerciar con Vietnam y establecieron una colonia en Faifo (actual Hoi An). Con excepción de Filipinas, bajo dominio español durante casi 400 años, la Iglesia católica tuvo más impacto en Vietnam que en cualquier otro país asiático.
En un ensayo general de los tumultuosos acontecimientos del s. XX, Vietnam se encontró dividido en dos durante buena parte de los ss. XVII y XVIII. Los poderosos señores Trinh (los últimos reyes Le), gobernaron el norte. Al sur estaban los señores Nguyen. Los Trinh fracasaron en sus intentos por someter a los Nguyen, en parte debido a la inferioridad de su armamento holandés frente al portugués que poseían los Nguyen. En esa época varios países europeos estaban interesados en el potencial de Vietnam y se diputaban su influencia. Por su parte, el clan de los señores Nguyen se extendió una vez más hacia el sur y absorbió los territorios del delta del Mekong.
En 1765 estalló una rebelión cerca de Qui Nhon, liderada por los hermanos Tay Son, contra los punitivos impuestos que exigía el clan Nguyen. Los hermanos Tay Son tuvieron tal éxito que en menos de una década llegaron a controlar todo el territorio central de Vietnam. En 1783 tomaron Saigón y los territorios del sur y asesinaron al príncipe del clan Nguyen reinante y a su familia. Nguyen Lu se convirtió en el rey del sur, mientras que Nguyen Nhac fue coronado rey de Vietnam central. No debe sorprender que los hermanos Tay Son llevaran también el nombre de Nguyen: este es, de hecho, el más común de Vietnam, casi el 40% de la población actual lo lleva.
Prosiguiendo con sus conquistas, los Tay Son destronaron a los señores Trinh en el norte, y los chinos intentaron aprovechar el vacío de poder. Para evitarlo, el tercer hermano, Nguyen Hue, se proclamó emperador con el nombre de Quang Trung. En 1789 los chinos sufrieron una apabullante derrota ante las tropas de Nguyen Hue en Dong Da, en otra de las grandes victorias de la historia vietnamita.
En el sur Nguyen Anh, uno de los pocos supervivientes del clan de los señores Nguyen originales, fue rechazando paulatinamente a los rebeldes. En 1802 se proclamó emperador con el nombre de Gia Long, dando comienzo a la dinastía Nguyen. Su victoria fue completa cuando tomó Hanói; por primera vez en dos siglos Vietnam quedó unificado, con Hué como nueva capital.
El emperador Gia Long recurrió a los valores confucianos para consolidar su precaria posición, un movimiento calculado para ganarse a la élite conservadora. Su hijo, el emperador Minh Mang, se esforzó en consolidar el Estado. Era profundamente hostil al catolicismo, y extendía esta antipatía a todas las influencias occidentales.
Los primeros emperadores Nguyen perpetuaron la política expansionista de las dinastías anteriores, hacia Camboya y hacia el territorio de Laos. Y se enfrentaron con Tailandia por el control del fracturado Imperio jemer.
La vuelta a los valores tradicionales podría haber conseguido el apoyo de la élite local, pero el aislamiento y la hostilidad hacia Occidente acabaron con el último emperador Nguyen, que fue incapaz de modernizar el país lo bastante rápido como para competir con los europeos, mejor armados.
La actividad militar francesa en Vietnam empezó en 1847, cuando la armada gala atacó el puerto de Danang, utilizando como excusa la orden de encarcelamiento de los misioneros católicos dictada por el emperador Thieu Tri. A principios de 1859 tomaron Saigón, y en 1862 el emperador Tu Duc firmó un tratado que otorgaba a Francia las tres provincias orientales que formaban la Cochinchina (el Vietnam meridional durante la época colonial francesa). Sin embargo, la presencia colonial francesa en Indochina durante las cuatro décadas siguientes nunca estuvo completamente segura.
En 1872 Jean Dupuis, un comerciante deseoso de vender sal y armamento, mientras navegaba río Rojo arriba, se apoderó de la ciudadela de Hanói. El capitán Francis Garnier, enviado para controlar a Dupuis, en lugar de ello siguió sus pasos e inició la conquista del norte.
Pocas semanas después de la muerte de Tu Duc en 1883, los franceses atacaron Hué e impusieron el protectorado a la corte imperial.
Las autoridades coloniales francesas llevaron a cabo ambiciosas obras públicas, como la construcción de la línea de ferrocarril Saigón-Hanói y el drenaje de humedales del delta del Mekong. Para financiar estas actividades impusieron una carga tributaria excesiva, dejando exhausta la economía rural tradicional.
Durante todo el período colonial, la mayoría de los vietnamitas siguió anhelando la independencia. Las aspiraciones nacionalistas a menudo afloraban en abiertos desafíos a los franceses, desde la publicación de periódicos patrióticos hasta un intento de envenenamiento de la guarnición gala en Hanói.
La corte imperial de Hué, a pesar de ser bastante corrupta, era el centro del sentimiento nacionalista, y los franceses orquestaron un juego de opereta en el que, uno tras otro, los emperadores se revelaban contra su dominio. Esto culminó en 1925 con la ascensión al trono del emperador Bao Dai, que solo tenía 12 años y estaba estudiando en Francia.
Los líderes patriotas pronto se dieron cuenta de que la modernización era la clave de la independencia de Vietnam. Phan Boi Chau fundó el movimiento Dong Du (Hacia Oriente), que pretendía enviar intelectuales vietnamitas a Japón con el objetivo de instigar un futuro levantamiento. Phan Tru Chinh abogó por la educación de las masas, la modernización de la economía y el trabajo con los franceses por la independencia. En esta época el sistema de escritura latina quoc ngu adquirió relevancia, al advertir los educadores que era una herramienta más sencilla que el complejo sistema de escritura china.
Los anticolonialistas más eficaces fueron los comunistas, que consiguieron sintonizar con las frustraciones y aspiraciones de la población y supieron canalizar sus demandas de una distribución más justa de la tierra.
La historia del comunismo vietnamita, que en muchos sentidos es también la biografía política de Ho Chi Minh, es complicada. El primer grupo marxista de Indochina fue la Liga de la Juventud Revolucionaria de Vietnam, fundada por Ho Chi Minh en Cantón (China) en 1925, y precursora del Partido Comunista vietnamita, creado en febrero de 1930. En 1941 Ho fundó el Viet Minh, que resistió los ataques del Gobierno francés de Vichy, protagonizó la resistencia ante las fuerzas japonesas y llevó a cabo numerosas actividades políticas durante la II Guerra Mundial. A pesar de su programa nacionalista, desde su creación el Viet Minh estaba dominado por los comunistas de Ho. Sin embargo, Ho pragmático, patriótico y populista, comprendió la necesidad de impulsar la unidad nacional.
Cuando Francia cayó ante la Alemania nazi en 1940, el Gobierno colaboracionista de Vichy aceptó la presencia de tropas japonesas en Vietnam. Cuando la II Guerra Mundial se acercaba a su fin, las requisas de arroz de los japoneses, unidas a las inundaciones y las roturas de los diques, provocaron una terrible hambruna en la que quizá dos de los 10 millones de norvietnamitas murieron de inanición. Las fuerzas del Viet Minh eran las únicas que se oponían a la presencia francesa y nipona, y durante esa época Ho Chi Minh recibió ayuda del Gobierno de EE UU. A remolque de los acontecimientos que se producían en la Europa continental, franceses y japoneses empezaron a enfrentarse y el Viet Minh vio su ocasión de pasar al ataque.
En la primavera de 1945 el Viet Minh controlaba extensas zonas del país, especialmente en el norte. A mediados de agosto, Ho Chi Minh proclamó un levantamiento general, conocido más tarde como la Revolución de Agosto. Mientras tanto, en el centro de Vietnam, Bao Dai abdicó en favor de un nuevo gobierno, y en el sur, el Viet Minh asumió el poder en una frágil coalición con grupos no comunistas. El 2 de septiembre de 1945, Ho Chi Minh proclamó la independencia durante un mitin en Hanói. Durante este período, Ho escribió varias cartas al presidente norteamericano Harry Truman y al Departamento de Estado de EE UU solicitando su ayuda, pero no obtuvo respuesta.
En la agenda de la Conferencia de Potsdam, en 1945, uno de los asuntos de menor importancia fue el desarme de las fuerzas de ocupación japonesas en Vietnam: el Kuomintang chino aceptaría la rendición japonesa al norte del paralelo 16, y los británicos harían lo mismo al sur.
Cuando los británicos llegaron, en Saigón reinaba la anarquía: las milicias privadas, las fuerzas japonesas, los franceses y el Viet Minh competían por el poder. Cuando los paracaidistas franceses reaccionaron a la declaración de independencia de Ho atacando a civiles, el Viet Minh empezó una campaña de guerrillas. El 24 de septiembre, el general francés Jacques Philippe Leclerc llegó a Saigón y declaró: “Hemos venido a reclamar nuestra herencia”.
En el norte, las tropas chinas del Kuomintang huían de los comunistas chinos y avanzaban hacia Hanói. Ho intentó frenarlos, pero cuando vio que la ocupación china se alargaba, decidió aceptar el retorno temporal de los franceses, considerándolos, a largo plazo, una amenaza menor que los chinos. Francia permanecería durante cinco años en el país a cambio de que Vietnam fuera reconocido como un Estado libre dentro de la Unión Francesa.
Los franceses habían conseguido recuperar el control de Vietnam, por lo menos teóricamente. Pero cuando bombardearon Haiphong en noviembre de 1946, matando a centenares de civiles, las buenas relaciones con el Viet Minh comenzaron a desmoronarse. En Hanói pronto empezaron las disputas; Ho Chi Minh se reagrupó con su ejército en las montañas y allí se quedaron durante los siguientes ocho años.
Ante el resuelto nacionalismo vietnamita, los franceses se revelaron incapaces de reafirmar su control. Era una batalla perdida, a pesar de la ingente ayuda recibida de EE UU para atajar el comunismo en Asia; como dijo entonces Ho a los franceses, “Pueden matar a 10 de mis hombres por cada uno que yo mate de los suyos, pero aun así ustedes perderán y yo ganaré”.
Tras ocho años de lucha, el Viet Minh controlaba gran parte de Vietnam y del vecino Laos. El 7 de mayo de 1954, tras 57 días de asedio, más de 10 000 soldados franceses hambrientos se rindieron al Viet Minh en Dien Bien Phu. Esta derrota puso fin a la aventura colonial francesa en Indochina. Al día siguiente, la Conferencia de Ginebra abría las negociaciones para poner fin al conflicto. Sus resoluciones incluían el intercambio de prisioneros, la división temporal de Vietnam en dos zonas separadas por el río Ben Hai (próximo al paralelo 17) hasta que se pudiera celebrar un referéndum en ambas, la libre circulación de personas por el paralelo 17 durante un período de 300 días y la celebración de elecciones en ambas zonas el 20 de julio de 1956. En la guerra entre Francia y el Viet Minh las bajas galas ascendieron a más de 35 000 muertos y 48 000 heridos. No se sabe la cifra exacta de las vietnamitas, pero sin duda fueron muchísimo más elevadas.
Tras la firma del Tratado de Ginebra, el sur pasó a manos de un Gobierno encabezado por Ngo Dinh Diem, católico y acérrimo anticomunista. Las bases de su poder se vieron considerablemente ampliadas con la llegada de 900 000 refugiados, muchos de ellos católicos, que huían del norte comunista durante el período de 300 días de libre circulación.
Las elecciones en ambas zonas jamás se celebraron, pues EE UU temía, con razón, que Ho Chi Minh las ganara por aplastante mayoría. Durante los primeros años de gobierno, Diem consolidó eficazmente su poder y acabó con la mafia de Binh Xuyen y los ejércitos privados de las religiones hoa hao y cao dai. Con el tiempo, adoptó actitudes cada vez más despóticas. También repartió el poder entre los miembros de su familia, incluida su cuñada, Madame Nhu, que se convirtió en la primera dama de facto.
A principios de la década de 1960, el sur se vio sacudido por una oleada de disturbios contra Diem, encabezados por los estudiantes universitarios y el clero budista; varios monjes se quemaron a lo bonzo en unos actos que estremecieron al mundo. EE UU se dio cuenta de que Diem era un lastre y prestó su apoyo a un golpe militar dirigido por un grupo de generales jóvenes en noviembre de 1963. Diem fue enviado al exilio, pero los generales lo ejecutaron junto a su hermano. Le sucedieron una serie de gobernantes militares que perpetuaron su errático sistema de gobierno.
El Tratado de Ginebra permitió el regreso a Hanói de los dirigentes de la República Democrática de Vietnam y les otorgó el control de todo el territorio situado al norte del paralelo 17. El nuevo Gobierno se dedicó a eliminar todos los elementos de la población que pudieran amenazar su poder. Decenas de miles de ‘terratenientes’, algunos con haciendas diminutas, fueron detenidos tras ser denunciados a los comités de seguridad por sus vecinos. Tras rápidos juicios, entre 10 000 y 15 000 personas murieron ejecutadas y varios miles fueron encarceladas. En 1956, el partido, ante el grave malestar que cundía entre los campesinos, reconoció que la situación se les había escapado de las manos y puso en marcha una campaña para rectificar sus errores.
La campaña de los comunistas para liberar el sur empezó en 1959. La ruta Ho Chi Minh fue reabierta, se decretó el servicio militar obligatorio y se formó el Frente Nacional de Liberación (FNL), luego conocido como Viet Cong (VC).
El Gobierno de Diem perdió rápidamente el control del campo en cuanto el FLN inició su campaña. En un intento de frenarla, los campesinos fueron trasladados a “aldeas estratégicas” fortificadas para evitar que el VC consiguiera su apoyo.
En poco tiempo, el conflicto dejó de ser una mera batalla entre Vietnam del Sur y el Viet Cong, pues en 1964 Hanói empezó a enviar unidades del Ejército de Vietnam del Norte (NVA) por la ruta Ho Chi Minh. A principios de 1965 el Gobierno de Saigón estaba en las últimas, a pesar de que el sur perdía una capital de distrito cada semana; en 10 años solo resultó herido un oficial de alto rango del ARVN. El ejército se disponía a evacuar Hué y Danang, y las montañas centrales parecían a punto de caer.
Para EE UU la guerra colonial francesa en Indochina era parte importante de la lucha mundial contra la expansión del comunismo. Vietnam era la siguiente ficha del dominó, y no debía caer. En 1950, asesores norteamericanos se desplazaron a Vietnam con el pretexto de entrenar a las tropas locales, pero los soldados norteamericanos permanecieron en suelo vietnamita 25 años. En 1954 la ayuda militar de EE UU a los franceses superó los 2000 millones de dólares.
El momento decisivo de la estrategia norteamericana fue el incidente del golfo de Tonkín en agosto de 1964. Dos destructores de EE UU afirmaron haber sido atacados sin mediar provocación previa cerca de la costa norvietnamita. Las investigaciones posteriores indicaron que sí existió un cierto grado de provocación; uno de los barcos estaba ayudando en la incursión secreta de un comando survietnamita y, según un informe de la CIA publicado en el 2005, el segundo ataque nunca sucedió.
Por orden del presidente estadounidense Lyndon Johnson, se llevaron a cabo 64 misiones de bombardeo en el norte, en la primera serie de las miles de misiones semejantes que atacarían cada carretera y cada puente del país, así como 4000 de los 5788 pueblos de Vietnam del Norte. Pocos días después, el Congreso de EE UU aprobó la Resolución del Golfo de Tonkín, que otorgaba al presidente carta blanca para realizar cualquier acción en Vietnam sin someterse al control de la cámara legislativa.
En marzo de 1965, mientras la situación militar del Gobierno de Saigón alcanzaba un nuevo punto bajo, las primeras tropas de combate americanas desembarcaban en Danang. En diciembre de ese año, la presencia del personal militar americano en Vietnam alcanzaba los 184 300 efectivos, y 636 americanos habían muerto. En diciembre de 1967, había 485 600 soldados estadounidenses en el país y 16 021 habían muerto.
En 1966, las palabras de moda en Washington eran “pacificación”, “registrar y destruir” y “zonas de fuego libre”. La pacificación implicaba el establecimiento de una infraestructura civil pro gubernamental en cada aldea y los soldados necesarios para defenderla. En ciertos casos, los campesinos eran evacuados para que los americanos pudieran utilizar armamento pesado, como napalm y tanques, en zonas que habían sido declaradas de fuego libre.
Pero las fuerzas estadounidenses solo podían controlar las zonas rurales durante el día, mientras que el Viet Cong lo hacía por la noche. Aunque no disponían de armamento pesado, las guerrillas siguieron infligiendo graves daños en las emboscadas y mediante minas y trampas. A pesar de que en las zonas de fuego libre debían evitarse las víctimas civiles, muchos campesinos fueron bombardeados y atacados con napalm.
En enero de 1968 las tropas norvietnamitas atacaron la base estadounidense de Khe Sanh, en la Zona Desmilitarizada. Esta batalla, la mayor de la guerra, fue en parte una maniobra de distracción para desviar la atención de la ofensiva del Tet.
La ofensiva del Tet marcó un punto de inflexión en la contienda. La noche del 31 de enero, mientras todo el país celebraba el Año Nuevo lunar, el Viet Cong rompió el alto al fuego oficioso atacando más de 100 ciudades y pueblos. Ante las cámaras de televisión, un comando del Viet Cong tomó el patio de la embajada de EE UU. Sin embargo, los comunistas cometieron un error de cálculo al evaluar la predisposición de la población, pues el levantamiento popular que esperaban nunca se produjo. Ciudades como Hué no recibieron al Viet Cong como un ejército libertador, lo que provocó la reacción violenta de los comunistas contra la población civil.
Aunque los estadounidenses fueron pillados totalmente desprevenidos, contraatacaron inmediatamente con una potencia de fuego masiva, bombardeando ciudades densamente pobladas. El efecto fue devastador para el Viet Cong, pero también para la población civil. En Hué, un oficial americano explicó con amargura que “habían tenido que destruir la ciudad para poder salvarla”.
En la ofensiva del Tet murieron unos 1000 soldados americanos y 2000 del ejército survietnamita, pero las bajas del Viet Cong fueron diez veces superiores.
El Viet Cong había perdido la batalla, pero estaban camino de ganar la guerra. Muchos estadounidenses, al contemplar desde sus hogares la matanza y el caos en Saigón, dejaron de creer la propaganda oficial.
Simultáneamente empezó a tenerse noticia de atrocidades contra civiles vietnamitas desarmados, como la famosa masacre de My Lai.
Una vez elegido presidente, Richard Nixon promulgó una política en la que pedía a las naciones asiáticas que fueran más autosuficientes en materia de defensa. La estrategia de Nixon defendía la “vietnamización”, lo que significaba que los survietnamitas tenían que librar su guerra sin la ayuda de las tropas de EE UU.
Entretanto, en la primera mitad de 1969 el conflicto se recrudeció. En abril el número de soldados de EE UU en Vietnam llegó a ser de 543 400, un récord sin precedentes. Mientras los combates arreciaban, el principal negociador de Nixon, Henry Kissinger, entablaba conversaciones de paz en París con su homólogo norvietnamita Le Duc Tho.
En 1969 EE UU comenzó a bombardear Camboya en secreto, con la intención de destruir los refugios de los comunistas vietnamitas, y en 1970 envió fuerzas de tierra a Camboya. En verano de 1970 ya controlaban (junto con sus aliados, los jemeres rojos), la mitad de Camboya, incluida Angkor.
En EE UU y otros países esta nueva escalada provocó protestas todavía más radicales contra la guerra. En una manifestación pacifista en la Universidad de Kent (Ohio), cuatro manifestantes murieron a causa de los disparos. El nacimiento de organizaciones como Veteranos de Vietnam Contra la Guerra demostró que no solo los temerosos de ser llamados a filas deseaban que su país saliese de Vietnam.
En la primavera de 1972 Vietnam del Norte lanzó una ofensiva al otro lado del paralelo 17; EE UU respondió aumentando los bombardeos sobre el norte y minando los puertos norvietnamitas. El bombardeo navideño de Haiphong y Hanói a finales de 1972 pretendía conseguir concesiones de Vietnam del Norte en la mesa de las negociaciones. Finalmente, los Acuerdos de Paz de París fueron firmados por EE UU, Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y el Viet Cong el 27 de enero de 1973, estableciendo el alto el fuego, la retirada total de las tropas de EE UU y la liberación de 590 prisioneros de guerra norteamericanos. El acuerdo no mencionaba a los 200 000 soldados de Vietnam del Norte que permanecían en Vietnam del Sur.
Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Filipinas y Tailandia también enviaron contingentes militares a Vietnam del Sur como parte de lo que los americanos llamaban “fuerzas militares del mundo libre”, cuyo propósito era internacionalizar el esfuerzo bélico estadounidense para darle mayor legitimidad.
Gran parte del contingente de Nueva Zelanda, que llegó a ser de 548 soldados en 1968, actuó como parte integral de la Australian Task Force, que estaba apostada cerca de Baria, al norte de Vung Tau.
La mayoría del personal militar estadounidense partió de Vietnam en 1973, dejando atrás un pequeño contingente de técnicos, asesores y agentes de la CIA. Se dejó de bombardear Vietnam del Norte y se liberó a los prisioneros de guerra. La contienda seguía, pero ahora los survietnamitas luchaban solos.
En enero de 1975 Vietnam del Norte lanzó un ataque por tierra a gran escala con tanques y artillería pesada al otro lado del paralelo 17. La invasión provocó el pánico entre las filas survietnamitas, que habían contado siempre con el apoyo de EE UU. En marzo, el ejército de Vietnam del Norte ocupó una zona estratégica de las montañas centrales en Buon Ma Thuot. El presidente de Vietnam del Sur, Nguyen Van Thieu, recurrió a una estrategia de retirada táctica hacia posiciones más defendibles, cometiendo así un espectacular error militar.
Brigadas enteras de soldados survietnamitas se desintegraron y huyeron hacia el sur, junto con cientos de miles de civiles que colapsaron la carretera 1. Una tras otra, todas las ciudades (Hué, Danang, Quy Nhon, Nha Trang) fueron cayendo sin mediar un solo disparo. La huida de las tropas survietnamitas fue tan rápida que el ejército de Vietnam del Norte apenas podía seguir su ritmo.
Nguyen Van Thieu, en el poder desde 1967, dimitió el 21 de abril de 1975 y huyó del país, llevándose consigo, supuestamente, millones de dólares fraudulentamente amasados. Las tropas norvietnamitas siguieron avanzando hacia Saigón y en la mañana del 30 de abril de 1975 sus tanques derribaron las puertas del palacio de la Independencia de Saigón (hoy palacio de la Reunificación). El general Duong Van Minh, presidente durante 42 h, se rindió formalmente, lo que puso punto final a la guerra.
Pocas horas antes de la rendición se evacuaba a los últimos americanos en helicóptero desde la azotea de la embajada de EE UU para llevarlos a los barcos atracados frente a la costa. Las angustiosas imágenes de los marines impidiendo a patadas que algunos survietnamitas pudieran subir a estos helicópteros dieron la vuelta al mundo; así terminó un cuarto de siglo de intervención militar estadounidense.
Los americanos no fueron los únicos en marcharse. Tras el desmoronamiento del sur, 135 000 vietnamitas también huyeron del país; a lo largo de los cinco años siguientes, más de medio millón de sus compatriotas seguirían sus pasos.
En el primer día de su victoria, los comunistas cambiaron el nombre de Saigón por el de Ciudad Ho Chi Minh. Y eso fue solo el principio.
El repentino éxito de la ofensiva norvietnamita de 1975 también pilló por sorpresa a Vietnam del Norte. Hanói aún carecía de planes específicos para hacer frente a la reunificación de las dos partes del país, que contaban con sistemas económicos y sociales completamente diferentes.
Se enfrentaban al legado de una cruel y prolongada guerra que fracturó la nación; había resentimiento por ambas partes e importantes desafíos que afrontar. Los daños causados por la contienda eran enormes y abarcaban desde los campos de minas sin identificar hasta las maltrechas economías distorsionadas por las prioridades bélicas; desde las zonas rurales envenenadas con productos químicos hasta una población física y mentalmente exhausta. Había llegado la paz, pero la guerra distaba mucho de haber terminado.
Hasta la reunificación formal de Vietnam en julio de 1976, un Gobierno revolucionario provisional rigió en el sur, pero el Partido Comunista no confiaba en la intelectualidad urbana sureña, de manera que numerosos cuadros del norte fueron enviados al sur para dirigir la transición. Esta maniobra fue recibida con resentimiento por parte de los survietnamitas que habían luchado contra el Gobierno de Thieu y que, tras su derrocamiento, se habían visto excluidos.
La estrategia de la rápida transición hacia el socialismo en el sur resultó desastrosa para la economía. La reunificación estuvo acompañada de una gran represión política. Cientos de miles de personas vinculadas al antiguo régimen vieron confiscadas sus propiedades y fueron perseguidas y encerradas sin juicio en campos de trabajos forzados.
En sentido opuesto a su política económica, Vietnam buscó cierto acercamiento a EE UU y en 1978 Washington estuvo cerca de restablecer las relaciones con Hanói. Pero finalmente prefirió jugar la baza de China: Vietnam fue sacrificado en aras de las relaciones de EE UU con Pekín, empujando a Hanói a los brazos de la Unión Soviética, a la que recurrió a lo largo de toda la década siguiente.
Las relaciones con China, al norte, y sus aliados, los jemeres rojos, al oeste, se deterioraban rápidamente. Vietnam, cansado de la guerra, estaba rodeado de enemigos. En marzo de 1978 se lanzó una campaña anticapitalista, con la confiscación de negocios y propiedades privadas. La mayoría de las víctimas eran de etnia china y cientos de miles de ellos pronto se convirtieron en refugiados, con lo que las relaciones con China se deterioraron todavía más.
Mientras tanto, los repetidos ataques de los jemeres rojos a los pueblos fronterizos hicieron que las fuerzas vietnamitas entraran en Camboya el día de Navidad de 1978. Consiguieron arrebatar el poder a los jemeres rojos el 7 de enero de 1979 y establecieron un régimen provietnamita en Phnom Penh. China consideró el ataque como una grave provocación y, en febrero, tropas chinas invadieron Vietnam y libraron una breve guerra de 17 días antes de batirse en retirada.
La liberación de Camboya de los jemeres rojos pronto se tornó en ocupación y en una larga guerra civil, por la que Vietnam tuvo que pagar un alto precio. La economía planificada estrangulaba los instintos comerciales de los cultivadores de arroz vietnamitas. La guerra y la revolución habían llevado al país al borde del desastre, y era necesario un cambio de rumbo radical.
En 1985 Mijaíl Gorbachov alcanzó el poder en la Unión Soviética. Con él llegaban la glásnost (apertura) y la perestroika (reestructuración) y se iban los revolucionarios radicales. Vietnam siguió su ejemplo en 1986 al elegir al reformista Nguyen Van Linh para dirigir el Partido Comunista. La doi moi (reforma económica) se experimentó en Camboya y se introdujo en Vietnam. Pero, paralelamente a ello, a medida que la Unión Soviética iba recortando sus apoyos al mundo comunista, los reductos más remotos empezaron a pasar estrecheces. Los vietnamitas decidieron unilateralmente abandonar Camboya en septiembre de 1989, dado que no podían costear la ocupación.
De todas formas, Hanói no vio con simpatía los espectaculares cambios acaecidos en Europa del Este en 1989 ni el colapso de la Unión Soviética en 1991. El partido denunció la participación de no comunistas en gobiernos de los antiguos países del Este, calificando a las revoluciones democráticas de “contraataque de los círculos imperialistas” contra el socialismo. Aunque en el aspecto político las cosas apenas se movieron, en el económico los vietnamitas decidieron aceptar el libre mercado. Desde entonces ha arraigado el capitalismo; Vietnam se unió a la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) en 1995.
Las relaciones de Vietnam con su antiguo enemigo, EE UU, han mejorado mucho. A principios de 1994, los norteamericanos levantaron el embargo económico que había aplicado al entonces Vietnam del Norte en la década de 1960 y mantenido tras la reunificación. Se restablecieron las relaciones diplomáticas y los presidentes Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump visitaron Hanói.