Siete razones para explorar Hong Kong Global Geopark
Veinte años después de ser devuelta a China, Hong Kong descubre la magnitud de su patrimonio natural y cultural a escala colectiva. Es la primera ciudad de Asia y la quinta del mundo en extensión de territorio dedicado a la conservación; y según el Travel and Tourism Report 2015 del Foro Económico Mundial, muy pocos lugares del mundo tienen una oferta turística urbana y natural tan próximas como Hong Kong.
El Hong Kong Global Geopark, catalogado por la Unesco, es la joya de la corona de los espacios naturales de la ciudad. Ocupa 50 km2 de la costa norte de Hong Kong y consta de dos regiones geológicas distintas y ocho puntos de interés que van de islas a rocas volcánicas, acantilados, grutas marinas e incluso un tómbolo. Si todo esto no es motivo suficiente para visitar Hong Kong, existen siete razones más (y una extra) por las que en Lonely Planet pensamos que ya es hora de visitar el Hong Kong Global Geopark.
1. Llegar es más fácil que nunca
El gobierno de Hong Kong trabaja para que su sublime, pero subestimado, geoparque sea más accesible. Este se distribuye a lo largo de dos regiones: las rocas volcánicas de la Sai Kung Peninsula, y las rocas sedimentarias y las antiguas aldeas de los New Territories del noreste. Circuitos guiados en barco transportan a los visitantes por las islas del parque, y hay ferris que llevan a los excursionistas a sus puntos de partida, a nadar y a ver la fauna local. La isla más accesible es Sharp Island –con el tómbolo del parque–, conectada a Sai Kung Town por pequeños ferris regulares en 15 min. Hay microbuses que unen la otrora remota aldea de Sai Kung y el centro de Hong Kong en media hora.
2. Ver de cerca raras rocas volcánicas
La estrella del geoparque es la región de rocas volcánicas de Sai Kung: un conjunto de altísimas rocas de basalto con aspecto de colmenas. No están hechas del basalto negro de la mayoría de las otras zonas volcánicas del mundo; según la luz, estas son rosadas o de color miel, algo que raras veces se ve a tan gran escala en ningún lugar. Estas bellezas gigantes son el resultado de una gran erupción que tuvo lugar hace 160 millones de años. La lava y la ceniza se solidificaron durante millones de años y se contrajeron generando columnas uniformes. El sol, el viento y las olas terminaron de esculpirlas y darles color. Las rocas varían su forma a lo largo de la costa, bordeando una isla, formando un enorme mural en un acantilado, alzándose en forma de arco sobre el mar o como escalera de caracol en un islote.
3. Nueva lanzadera a la presa oriental
Si el viajero no tiene mucho tiempo pero desea ver al menos una parte del magnífico geoparque, existe una nueva lanzadera a uno de los puntos de interés, la presa oriental del embalse de High Island, un ejemplo surrealista y bellísimo de la ingeniería colonial. El autobús sale de Sai Kung Town cuatro veces al día durante los fines de semana y festivos. El billete de ida y vuelta cuesta 90 HK$ (85 HK$ para menores de 12 años) y el de ida, 50 HK$. Hay guías a bordo que explican la historia y la geología del embalse y las rocas volcánicas. Los visitantes tienen una hora para recorrer la zona antes de que el autobús emprenda el trayecto de vuelta. Para asegurarse la plaza, se puede reservar en línea vía el Volcano Discovery Centre, el principal centro de información turística del geoparque.
4. Ver rocas de la Era de los Dinosaurios
La región de rocas sedimentarias del geoparque alberga las rocas más antiguas de Hong Kong (con 400 millones de años). Datan de la era de los dinosaurios y forman interesantes siluetas en colores violáceos, ocres y verdes. La estrella de la zona es el asombroso Puño del Diablo, una formación de arenisca que el clima y la erosión han convertido en un puño del que se distinguen los dedos. También se pueden ver espectaculares rocas más jóvenes, como el shale, que recuerda a las capas de una tarta, y estanques entre rocas que contienen ecosistemas enteros.
5. Excursiones majestuosas por la Ruta Maclehose
Una gran alternativa a la lanzadera es la excursión a la presa oriental, cerca del comienzo de la mítica ruta MacLehose, una de las mejores excursiones de Hong Kong. Un agradable paseo de 9 km por Tai Mong Tsai Road y Sai Kung Man Kee Road lleva a la presa oriental. Caminando 1,6 km más se llega a una de las playas más bellas de la zona, Long Ke, con aguas cerúleas enmarcadas por escarpadas columnas de riolita. Desde allí se accede al siguiente tramo (13,5 km), la sección más pintoresca de la ruta. El trayecto pasa ante picos majestuosos y bahías remotas, y termina en Pak Tam Au cinco horas después.
6. El 'revival' agrícola de Lai Chi Wo
Aunque estuvo semi abandonada, Lai Chi Wo, una aldea hakka amurallada con 400 años de historia, resucita gracias al duro esfuerzo de habitantes y conservacionistas. Arroz y hortalizas crecen en campos antaño sin explotar, y los viejos establos y viviendas se han convertido en un pequeño museo y en centros de documentación. En la plaza principal hay un restaurante al aire libre que sirve comida deliciosa. Todos los domingos se organizan circuitos culturales y ecológicos, y un taller de elaboración de empanadillas hakka. En breve se ofrecerán rutas arquitectónicas, alojamiento y trabajo voluntario a cambio de cama y comida (abierto a visitantes extranjeros).
7. Más ferris
Hay un nuevo servicio de ferris entre Lai Chi Wo y el muelle Ma Liu Shui, cerca de la Universidad China, los domingos y festivos, con salidas que este año se amplían a un mínimo de dos semanales. Casi todos los circuitos del geoparque a la zona de rocas sedimentarias salen de Lai Chi Wo. Se puede llegar a la antigua usanza, andando desde Wu Kau Tang o Luk Keng.
Además... circuito en la réplica de un tranvía antiguo
De vuelta al Hong Kong urbano, el patrimonio móvil de la ciudad –su centenario tranvía ‘ding ding’, como lo llaman con cariño los lugareños– ofrece una nueva manera de descubrir la vida y la historia locales. El TramOramic tour visita varias zonas históricas de Hong Kong a bordo de una elegante réplica de un tranvía descubierto de los años veinte. El circuito se complementa con una meticulosa audioguía en ocho idiomas, una muestra dedicada a los tranvías antiguos y la venta de recuerdos. Dura una hora y va de Western District a Causeway Bay (o viceversa), y ofrece dos días de trayectos ilimitados a bordo del ‘ding ding’.