De la costa a los valles: la riqueza gastronómica de Chile

Texto por
Regis St. Louis, autor de Lonely Planet
Cazuela de cerdo con chuchoca, comida tradicional, Chile
Larisa_Blinova_Shutterstock

Un sinfín de maneras de participar en una comida memorable

Cuna de animados mercados de pescado, pueblos gastronómicos de las tierras altas y viñedos bañados por el sol, Chile presenta una diversidad de tentaciones culinarias deslumbrante. El gran tamaño de la nación y su diversa geografía han dado lugar a una variedad sorprendente de exquisiteces regionales.

Chile

 

Es posible disfrutar de platos antiguos cocinados en hornos de tierra en Chiloé, darse su festín preparado con energía solar en el Valle de Elqui y descubrir delicias del mar en las calles escondidas de la pintoresca Valparaíso. Además, todo ello marida muy bien con los famosos vinos chilenos y los magníficos cócteles de pisco.

 

Algas, fruta y hortalizas frescas en un mercado de Ancud, Chile © reisegraf / Getty Images

Algas, fruta y hortalizas frescas en un mercado de Ancud, Chile © reisegraf / Getty Images

 

Gastronomía de la costa del Pacífico

No importa por donde ande el viajero en Chile, nunca estará lejos del océano en este país alargado como un lápiz y con una costa que se extiende a lo largo de 4200 km. El pródigo océano Pacífico suministra a Chile algunos de sus ingredientes básicos más apreciados, incluidos los locos (orejas de mar), los erizos de mar, las machas (navajas), las jaibas (cangrejos), los ostiones (vieiras) y el congrio, además del atún claro, la corvina, la merluza y muchos otros pescados. Los amantes del marisco pueden visitar los increíbles mercados de marisco en la costa o sus inmediaciones desde Arica, en el norte, hasta Valdivia, en el sur. Para disfrutar de una visita más dirigida es buena idea planear un peregrinaje a Valparaíso. Esta bohemia ciudad portuaria es famosa por sus coloridos murales, sus calles empinadas de adoquines y su pasión por la cocina marinera. Se puede comer en las laderas de la ciudad, parando a saborear la pesca fresca del día en el Restaurant La Concepcion, los platos del día garabateados en la pizarra de El Peral, y el ceviche de Mm 450 La Cevicheria.

 

El mote con huesillos es un postre tradicional chileno: melocotones secos con canela, azúcar moreno y mote de trigo, Chile © LarisaBlinova / Getty Images

El mote con huesillos es un postre tradicional chileno: melocotones secos con canela, azúcar moreno y mote de trigo, Chile © LarisaBlinova / Getty Images

 

Cocina del Valle de Elqui

En el norte de Chile, el Valle de Elqui es una pintoresca región de sinuosas colinas, arroyos de montaña y cielos nocturnos despejados. También es el telón de fondo de la sustanciosa cocina andina. En ciudades apacibles como Vicuña se disfrutan generosos platos de pastel de choclo (una cazuela de maíz dulce con huevos duros, olivas y carne picada de ternera o pollo) o de trucha local, y quizá la comida termine con un postre tradicional como el mote con huesillo (melocotones secos con canela, azúcar moreno y mote de trigo). Chile es famoso por sus quesos de cabra locales; hay cientos de pequeños productores repartidos por todo el país, y el Valle de Elqui cuenta con algunas variedades muy destacadas. Una de las mejores marcas del valle es Tambo Alto, elaborada por un productor sostenible (Agrícola El Calvario), que también cultiva uvas.

 

El clima del valle es casi perfecto, con más de 320 días de sol que los restaurantes creativos del pueblo de Villaseca aprovechan muy bien. Allí, son varios los establecimientos familiares que usan hornos solares para elaborar pan, asar carne y preparar leche asada (flan) de postre; y uno de los mejores es Delicias Del Sol.

No conviene abandonar el Valle de Elqui sin visitar al menos una destilería de pisco para conocer mejor la bebida nacional del país. La zona cuenta con algunos de los principales productores de pisco de la región, y es posible aprender todo lo que hay que saber de sus orígenes y su elaboración a través de un memorable circuito con cata incluida en Pisquera Aba, uno de los varios productores selectos del valle.

 

Viñedos del Valle de Colchagua, Chile © Steve Allen / Shutterstock

Viñedos del Valle de Colchagua, Chile © Steve Allen / Shutterstock

 

Valle de Colchagua

A menos de 200 km al sur de Santiago se encuentra una de las mejores regiones vinícolas de Sudamérica. Sus viñedos poseen un pedigrí fascinante: las primeras vides las plantaron los misionarios jesuitas a mediados del s. XVI. Rodeado de montañas, este soleado valle produce algunos de los mejores tintos chilenos, con una gran variedad que se nutre de sus suelos y microclimas diversos. Entre los vinos más famosos destacan los tintos intensos con taninos en su punto óptimo de madurez y elaborados con uvas de las variedades Carménère, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot. En la región es posible visitar un montón de bodegas, fincas soleadas y disfrutar de las catas; pero también existen muchas otras actividades relacionadas con el vino. En la premiada Montgras el visitante incluso puede elaborar su propio vino, creando una marca personal a partir de tres variedades de uva. La ciudad de Santa Cruz es la puerta de entrada de la región; y también la sede de la animada Fiesta de la Vendimia de Colchagua, que se celebra cada año a principios de marzo.


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Si se planea una ruta de catas de vinos en coche, antes conviene designar a un conductor, ya que Chile tiene una política de tolerancia cero con el consumo de alcohol y la conducción. Lo mejor es optar por un circuito. Los que ofrece Red del Vino es visitar algunos de los pequeños productores más fascinantes del valle.

 

Preparación del curanto, un plato tradicional chileno, Chile © softdelusion / Getty Images

Preparación del curanto, un plato tradicional chileno, Chile © softdelusion / Getty Images

 

Archipiélago de Chiloé

Al norte de Patagonia, en el extremo sur de Chile, las brumosas islas de Chiloé son cuna de un orgulloso pueblo marinero de mentalidad independiente poseedor de tradiciones culturales singulares, una arquitectura inimitable y, quizá lo más relevante –al menos para los amantes del buen comer–, una cocina rica y singular. En sus fotogénicos mercados, como los de Ancud, se pueden probar la sustanciosa cazuela (un guiso de carne con verduras) y el chupe (una cazuela de pescado), entre muchos otros platos. Sin embargo, la gran estrella culinaria de toda visita a la región es el curanto. Este extraordinario plato, anterior a la llegada de los españoles, se prepara tradicionalmente en hornos de tierra. Las piedras, calentadas al rojo vivo en una hoguera, se colocan en un agujero en el suelo. Acto seguido se introducen en él los ingredientes: primero el marisco, la carne de cerdo y la carne de pollo, y después se le añaden los chapaleles (una especie de empanadilla de patata), varias hortalizas y hojas de nalca (una planta parecida al ruibarbo). La mezcla se tapa y se deja cocer a fuego lento durante un par de horas y ¡después comienza el festín! En el archipiélago hay muchos locales donde comer curanto, y uno de los mejores es el Restaurant Quetalmahue, en un pequeño pueblo pesquero (también llamado Quetalmahue), unos 15 km al oeste de Ancud.


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Regis St. Louis viajó a Chile con el apoyo de Turismo en ChileLos autores de Lonely Planet aseguran su integridad y su independencia editorial siguiendo su propio criterio al margen de las instituciones que han prestado algún tipo de colaboración y nunca prometiendo nada a cambio como, por ejemplo, reseñas positivas.

 

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