
1. Provincia de Trang, Tailandia
Ko Lao Liang, Islas Trang, Tailandia © Stephane Bidouze / Shutterstock
Territorio de los chao leh, los ‘gitanos del mar’, la apacible provincia de Trang, al sur de Tailandia parece hallarse a años luz de los mastodónticos resorts de Phuket. Es posible alquilar un colorido longtail y poner rumbo a las mareas cristalinas de Ko Kradan, la secreta Cueva Esmeralda de Ko Muk, y los imponentes acantilados calizos de los ultrasilenciosos islotes gemelos de Ko Lao Liang.
Las playas de Tailandia son de propiedad pública. Las islas Trang son ideales para vivir una experiencia mochilera en una isla privada.
El seductor sur de Tailandia: guía a las islas Trang
2. Maldivas
Isla Maafushi, Maldivas © Tobias Helbig / Getty Images
Tras nueve años de sanciones turísticas, el país que se hunde es un destino autónomo viable para mochileros que disfruten de la playa. La planificación avanzada es clave para aprovechar al máximo el acceso entre islas que ofrecen los ferris públicos. Si a ello se le suman los descuentos en resorts panorámicos, es posible disfrutar de las islas y sus aguas cristalinas sin que el bolsillo se resienta.
Maafushi es la isla más concurrida, pero también un buen campo base. Después se puede elegir un segundo destino más apacible, como la tranquila Fulidhoo, accesible en lancha motora.

3. Georgian Bay, Ontario, Canadá
Isla Deepwater, Georgian Bay, Ontario, Canadá © www.privateislandsonline.com
Los Grandes Lagos de Norteamérica albergan miles de islas repletas de pinos. La costumbre de Canadá de las casas de campo ha salpicado las calas de estos lagos, y alquilar una isla ya es algo corriente. Destacan la isla Deepwater, con una agradable casita de campo para dos personas, encaramada en una peña de granito, y las cabañas al lado de la costa de Pointe au Baril.
Se puede buscar “alojamiento en Georgian Bay” en webs como www.vrbo.com. El alquiler de islas privadas cuesta desde 150 US$ por noche.
4. Ilet Oscar, Martinica
Ilet Oscar, Martinica © www.www.iletoscar.com
La relajada isla de Martinica, perfumada de ron en el Caribe francés, guarda un secreto en su costa este: Ilet Oscar, con un destartalado B&B que rebosa encanto y ofrece cuatro habitaciones aireadas decoradas con detalles lacados y conchas. Se rumorea que el propietario original de la isla perdió su paraíso en una partida de cartas. Él perdió, los viajeros ganan.
Se puede reservar en www.iletoscar.com. Las habitaciones cuestan desde 200 €/noche, desayuno incluido. Cenas desde 60 €.
5. Barrera de arrecifes de Belice
Buceo con tubo en arrecifes de Belice © Doug Berry / Getty Images
La segunda barrera de arrecifes más grande del planeta flanquea la costa de América central, México y Honduras. El desarrollo ha importado la mentalidad urbanística de Costa Rica, apostando por bungalós de bajo impacto en lugar de ostentosas muestras de riqueza. Uno puede ‘adueñarse’ de Bird Island reservando vía Airbnb o aventurarse en el remoto Sapodilla Cayes Marine Park alojándose en casas rústicas a precios muy asequibles.
A las Sapodillas se llega desde el puerto principal, en Punta Gorda, contratando transporte para una excursión nocturna (con un extra de kayak y buceo con tubo).
Cosas que no sabías de Belice

6. Islas Hébridas Interiores, Escocia
Granja de la isla de Torsa, Islas Hébridas Interioes, Escocia © www.torsa-island.co.uk
Docenas de islotes se esparcen como cristales rotos desde las Tierras Altas de Escocia. La isla de Torsa, de 1,6 km de largo, cerca de Oban, posee una granja y una colonia de ciervos rojos. En el trayecto hacia la isla a veces se avistan delfines y focas. La isla de Eriska ofrece una experiencia más selecta, con su estilo señorial y su restaurante con una estrella Michelin.
Alojarse en la isla de Eriska cuesta desde 195 £/persona. Para descubrir otras fincas insulares destacadas, visítese www.vladi-private-islands.de.
7. Isla Flatey, Islandia
Isla Flatey, Islanda © Vadim Nefedoff / Shutterstock
Para dejar atrás a las hordas de turistas en el Círculo Dorado de Islandia se puede ir a la isla Flatey (isla plana, en islandés), uno de los más de 3000 peñascos marítimos que salpican un ancho fiordo occidental. Solo dos familias viven en la isla todo el año, por lo cual el viajero tendrá la verde isla y su precioso hotel de 11 habitaciones para él solo.
El Hótel Flatey abre en verano, y a la isla llega a diario el ferri público Baldur.

8. Islas de la Sociedad, Polinesia Francesa
Bora Bora, islas de la Sociedad, Polinesia Francesa © Lux_Blue_Shutterstock
Destino de lunas de miel sibaritas gracias a sus aguas turquesas y su arena rosada, es tan perfecto que parece irreal. La opción clásica es Bora Bora, con su laguna poco profunda y los bungalós sobre el agua, alrededor de una torrecilla de roca. Tetiaroa –la paradisíaca isla virgen de Marlon Brando– alberga hoy villas de gran lujo con acceso directo un santuario de motus (mini islas polinesias).
Es buena idea huir de los resorts de Bora Bora e ir a comer a una de las siete mesas de La Villa Mahana. Para reservar: damien@villamahana.com.
6 pedacitos del paraíso en Tuamotu, Polinesia Francesa

9. Zanzíbar, Tanzania
Isla Mnemba, Zanzíbar, Tanzania © www.andbeyond.com
Presidida por la ciudad de piedra, con aspecto de fortaleza, este archipiélago luce con elegancia sus raíces islámicas por todas partes, desde las antiguas puertas talladas de la ciudad hasta los pequeños dhows (veleros árabes) que se mecen en bahías resguardadas. El alojamiento en islas privadas, como las sencillas suites de Chapwani o las refinadas cabañas con techo de paja de Mnemba, combinan autenticidad con el encanto del náufrago libre.
El operador de lujo andBeyond organiza salidas a la isla de Mnemba y campamentos en África oriental, además de otra isla privada, Benguerra, en Mozambique.

10. Chiloé, Chile
Litoral chileno, Parque Nacinonal Chiloé, Chile © MisoKnitl / Getty Images
Su nombre viene de un término indígena, y quiere decir “lugar de gaviotas”. Chiloé está justo en el punto medio de los 4300 km de litoral chileno. El turismo ha crecido desde que se inauguró un aeropuerto en 2012, y hoy el archipiélago está salpicado de acogedoras pensiones e iglesias únicas con forma de granero, con los picos volcánicos cubiertos de nieve del continente como telón de fondo y la promesa de muchas aventuras individuales.
Tierra Chiloé es una maravilla arquitectónica y una parada gastronómica obligada antes de abandonar la isla.