Cruzando ‘la línea’ en Tijuana, una escapada fronteriza

Escrito por
Jason Najum, autor de Lonely Planet

13 Mayo 2019
7 min de lectura
© Robert_Briggs_Shutterstock
Tijuana, Baja California, México

¿Qué hacer en Tijuana? Una escapada cultural y gastronómica en la frontera

Tijuana, famosa por su hedonismo nocturno y los cruces de frontera apresurados, es un lugar donde no se aplica la ley y donde nadie pide los papeles a nadie. Desde los que desafiaban la ley seca de los años veinte para ir de copas hasta los universitarios de San Diego que se fugan por una noche de fiesta, Tijuana siempre ha estado al otro lado de la frontera, ofreciendo una escapada temporal.

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La avenida Revolución, arteria principal de Tijuana, es la perfecta introducción a las diversas delicias culinarias y culturales de la ciudad, Tijuana, México © Denis Kabanov / Getty Images

La avenida Revolución, arteria principal de Tijuana, es la perfecta introducción a las diversas delicias culinarias y culturales de la ciudad, Tijuana, México © Denis Kabanov / Getty Images

 

Hoy Tijuana se redefine a sí misma. “TJ”, como la llaman los lugareños, es una de las ciudades de México que crece con mayor rapidez; y no solo en tamaño, también lo hace en creatividad y en atractivo comercial.

A poco más de 30 km de San Diego, su proximidad con la frontera estadounidense la ha convertido en una ciudad atractiva para las multinacionales en busca de mano de obra cualificada, para los mexicanos en busca de una oportunidad y para los estadounidenses que buscan un nivel de vida más asequible.

Aunque todavía depende del turismo y de la inversión extranjera, Tijuana va dejando atrás su infancia como ciudad turística. Con un sector tecnológico al alza y un boyante panorama cultural y gastronómico, la que fuera la ciudad de la juerga se ha convertido en una urbe autosostenible que se labra su propia identidad y un futuro aparentemente brillante.

 

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La omnipresente frontera entre México y EE UU se diluye en el trasfondo cuando se explora la ciudad, Tijuana © Sherry V Smith / Shutterstock

La omnipresente frontera entre México y EE UU se diluye en el trasfondo cuando se explora la ciudad, Tijuana © Sherry V Smith / Shutterstock

 

Tijuana, historia y realidad de una ciudad fronteriza

Es visible ya al salir del aeropuerto. Ahí está. La frontera. La línea. El muro. El fin de la guerra entre México y Estados Unidos en 1848 trazó una línea desde el Pacífico sobre la península de Baja California.

Hasta entonces la zona había albergado principalmente misiones españolas y ranchos de ganado (y antes de eso, a la población indígena de los kumeeyaay), pero aquella nueva demarcación internacional cambió inmediatamente el carácter y la evolución de la región. Tijuana siempre ha sido una ciudad fronteriza.

El origen de su nombre es incierto, pero las teorías más populares lo relacionan con la palabra kumeyaay tiwan, que significa “junto al mar” o con la Tía Juana, un personaje mítico que ofrecía alimento y cobijo a los viajeros.

La primera ola de visitantes llegó en la década de 1880, durante el boom territorial de California. La ley seca atrajo a muchos más, con casinos, bares y prostíbulos que seducían por igual a bebedores dispuestos a viajar y a la élite hollywoodiense.

 

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San Ysidro, en la frontera entre Tijuana y San Diego es uno de los pasos fronterizos más concurridos del mundo © shakishan / Shutterstock

San Ysidro, en la frontera entre Tijuana y San Diego es uno de los pasos fronterizos más concurridos del mundo © shakishan / Shutterstock

 

Hoy Tijuana alberga el paso fronterizo terrestre más concurrido del mundo. En el 2017, más de 16 millones de peatones y casi 50 millones de pasajeros de vehículos lo cruzaron por San Ysidro, un puerto de entrada en pleno centro de Tijuana.

La frontera impone. Eternamente. De noche, una hilera de luces brilla a lo largo del límite de la ciudad; es un pedazo de política que resplandece y deslumbra, tan perenne que se ha convertido en un elemento más del perfil urbano. Durante el día su metal oxidado persigue a todo aquel que llega a la ciudad en coche, arreándole en silencio hacia el sur.

La estación de autobuses lleva el nombre de La Línea. Existe un Bar La Línea e incluso una Farmacia La Línea. La frontera es un elemento tan habitual en la vida cotidiana de los tijuaneros que, a menos que la migración les afecte de forma directa, para ellos pasa a formar parte del decorado, pasando casi inadvertida en el día a día.

 

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A lo largo de la turística Santiago Argüello hay tiendas y restaurantes, Tijuana, México © Jason Najum / Lonely Planet

A lo largo de la turística Santiago Argüello hay tiendas y restaurantes, Tijuana, México © Jason Najum / Lonely Planet

 

Un paseo por Tijuana como los lugareños

Tijuana plantea a sus visitantes una paradoja agradablemente sorprendente: es una ciudad nacida del turismo no muy turística. Claro está que tiene sus tiendas de suvenires y sus puestos de margaritas para los recién llegados, pero estos sitios están, sobre todo, en las calles más próximas a la frontera, y no son muchos.

 

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México

 

La visita puede empezar en el Arco Reloj Monumental, un flamante monumento situado en el extremo norte de la avenida Revolución, la principal calle comercial de la ciudad, a unas pocas manzanas de la frontera. Es un buen punto para orientarse. A mano derecha está la calle peatonal Santiago Argüello, un puñado de manzanas bonitas pero turísticas.

Tras este rápido rodeo, se puede regresar a la avenida Revolución y pasar a la acción. Allí se concentra una amplia variedad de restaurantes y bares. Café recién tostado y modernidad cafetera en Container Coffee Roasters; galerías de arte secretas y tacos de salchichas caseras en Salchichas de Casa Molina Buenrostro; y comidas que se preparan en la misma mesa en Caesars, lugar emblemático donde nació la ensalada César (de verdad).

 

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Tijuana cuenta con un incipiente e innovador sector de la cerveza artesanal listo para ser disfrutado, México © Norte Brewing Co.

Tijuana cuenta con un incipiente e innovador sector de la cerveza artesanal listo para ser disfrutado, México © Norte Brewing Co.

 

Tijuana también goza de una impresionante selección de cervezas artesanales, con Norte Brewing Co, que ofrece vistas de la ciudad y de la puesta de sol, y con Teorema/Lúdica Tasting Room, que alberga dos cervecerías locales en un entorno de estilo hipster-chic. Si uno se aleja un poco de las zonas más de moda puede ir a la Cerveceria Insurgente a disfrutar de sus premiadas cervezas.

La mayoría de los propietarios de estos locales son lugareños. El sector industrial y el sector servicios, muy potentes en Tijuana, están ayudando a consolidar una clase media mexicana con pesos que gastar. Es posible codearse con tijuaneros tomando micheladas y escuchando música retro de los años ochenta en el descuidado Zebra Mexican Pub; soltarse con los bailes latinos en el megaclub Las Pulgas; o curiosear entre las gastronetas de alta cocina en la zona de moda, el Telefonica Gastro Park.

Durante el día es buena idea visitar el Centro Cultural Tijuana (CECUT), un impresionante centro polivalente dedicado al arte, la música y el teatro; pasarse por el Mercado Hidalgo y descubrir cómo es un auténtico mercado mexicano; o pasear por el Pasaje Rodriguez para contemplar arte urbano y tiendas locales.

 

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La oferta culinaria de Tijuana es enorme, pero nada puede compararse a los tacos que se venden en la calle, México © Jason Najum / Lonely Planet

La oferta culinaria de Tijuana es enorme, pero nada puede compararse a los tacos que se venden en la calle, México © Jason Najum / Lonely Planet

 

Comer en la calle en Tijuana

Conviene dedicar un buen rato a buscar comida callejera en Tijuana. Si se viaja con un presupuesto ajustado, los puestos de tacos de la calle son como agua de mayo, y en Tijuana los hay muy buenos. El truco es alejarse los bulevares principales: si se echa un vistazo por las calles secundarias o se explora una calle paralela, es fácil encontrar alguna de estas joyas gastronómicas.

Empecemos por lo básico. Los tacos de adobada llevan lomo de cerdo marinado con especias, a menudo asado en un espetón, al estilo de Oriente Medio. La asada suele ser falda o filete de flanco. Los tacos al pastor son parecidos, pero dependen del vendedor, así que lo mejor es echarle un vistazo antes de pedir. Los vegetarianos y los veganos deben prestar atención a los puestos de comida que tienen hileras de botes metálicos, ya que suelen ser los que ofrecen platos sin carne.


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Estos puestos de tacos son puntos de encuentro habituales y ofrecen el sabor auténtico de la vida local. Incluso si se prefiere la alta cocina, darse una vuelta por la calle y probar las salsas de chile y los condimentos frescos es una experiencia muy mexicana que nadie debería perderse.

 

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Tijuana sabe aprovechar su posición junto al mar con ricos platos de marisco a buen precio en los puestos de la calle, México © Jason Najum / Lonely Planet

Tijuana sabe aprovechar su posición junto al mar con ricos platos de marisco a buen precio en los puestos de la calle, México © Jason Najum / Lonely Planet

 

La playa de Tijuana, la playa de la frontera

A unos 15 minutos del centro se encuentra la playa, fácilmente accesible en taxi, Uber o con los microbuses municipales. Los fines de semana suele llenarse de residentes que pasean por la pasarela y disfrutan de un pícnic en la arena. A lo largo del paseo marítimo abundan los restaurantes, algunos de ellos con estupendas vistas de la puesta de sol. Un sitio especialmente tranquilo para tomar un buen café y ver pasar a la gente es Cafe Latitude 32.

El distrito de la playa se halla en el extremo oeste de la ciudad, entre el Pacífico y la frontera. Esta es la parte de la ciudad donde se puede ver mejor (e incluso tocar) la frontera, ya que este tramo está abierto al público y cuenta con varios murales artísticos.

 

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Familias que van de pícnic y aficionados al yoga practicando en la playa, a la sombra de la frontera, Tijuana, México © Jason Najum / Lonely Planet

Familias que van de pícnic y aficionados al yoga practicando en la playa, a la sombra de la frontera, Tijuana, México © Jason Najum / Lonely Planet

 

Al llegar a la infame barrera, se oyen las risas de los niños que juegan con las olas y las jam sessions que improvisan los lugareños bohemios. Incluso hay una playa dedicada al yoga un poco más allá. Este ambiente relajado y cautivador define esta parte de la frontera; no hay vigilantes, solo familias que se sacan fotografías.

Aquí es donde termina el muro, perdiéndose en el océano, como si no estuviera ahí.

 

 

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