Descubrimos la Roma subterránea
Todo el mundo sabe que la capital italiana es un destino imprescindible, una de las ciudades más sugerentes del mundo, una embriagadora mezcla de evocadoras ruinas, arte fascinante y animada vida callejera. Pero hay que tener en cuenta que algunos de los tesoros de Roma no están a la vista sino justo debajo de nuestros pies…
Basilica di San Clemente, la historia sobre la historia
Esta fascinante iglesia de varios estratos ilustra las distintas etapas del turbulento pasado romano. A nivel de calle se encuentra la basílica del s. XII, asentada sobre una iglesia del s. IV que a su vez se construyó encima de un templo pagano del s. II y de una casa romana del s. I. Los cimientos datan de la época de la República romana.
La basilica superiore que da a la calle luce un mosaico del s. XII en el ábside que representa el Trionfo della Croce (Triunfo de la cruz) y unos frescos del s. XV obra de Masolino en la Cappella di Santa Caterina, con pasajes de la crucifixión y de la vida de santa Catalina.
Escaleras abajo se encuentra la basilica inferiore, del s. IV, en gran parte arrasada por los normandos en el año 1084, que conserva varios frescos desvaídos del s. XI que representan la vida de san Clemente. Más abajo queda la casa romana del s. I y un oscuro templo del s. II dedicado a Mitra, en cuyo altar el dios mata un toro. Por debajo resuena el inquietante rumor de un río subterráneo que fluye por un alcantarillado de la época de la República.
Grutas vaticanas, las tumbas del Vaticano
Bajo la basílica de San Pedro, la más grande, exquisita y espectacular de toda Italia, pueden visitarse las tumbas y sarcófagos de numerosos papas, así como la famosa tumba de San Pedro.
Unas excavaciones realizadas bajo la basílica sacaron a la luz parte de la iglesia original y lo que, según los arqueólogos, es la tumba de san Pedro. En el año 1942 los huesos de un hombre de edad avanzada y constitución robusta se hallaron en un nicho tras un muro cubierto de inscripciones de peregrinos. Si bien el Vaticano no ha llegado a afirmar que los huesos pertenecen a san Pedro, en 1968 el papa Pablo VI declaró que habían sido identificados de una manera que el Vaticano consideraba “convincente”.
Catacumbas, una visita imprescindible
En Appia Antica, hoy pacífica, se respira historia. Allí Espartaco y 6000 de sus rebeldes esclavos fueron crucificados en el 71 a.C., y en torno a ella se extienden unos 300 km de túneles subterráneos excavados en toba, una piedra de consistencia blanda, que los primeros cristianos usaron como cámaras sepulcrales. Los cuerpos se envolvían en sencillas sábanas blancas y solían colocarse en nichos rectangulares cavados en las paredes, que se sellaban luego con lápidas de mármol o terracota.
Se pueden visitar los 300 km al completo, pero ofrecen visitas guiadas tres de las catacumbas principales: San Callisto (las más grandes y concurridas de Roma), San Sebastiano (las primeras en recibir el nombre de catacumbas, que deriva del griego kata (cerca) y kymbas (cavidad), pues estaban situadas cerca de una cueva) y Santa Domitilla (una de las más extensas y antiguas de la ciudad).
Le domus romane di Palazzo Valentini, una mansión que cobra vida
Bajo una gran mansión, sede de la oficina de la provincia de Roma desde 1873, se hallan los restos arqueológicos de varias espléndidas casas romanas; los fragmentos excavados se han convertido en una experiencia multimedia fascinante. Conviene reservar con antelación por internet o por teléfono, especialmente en vacaciones.
Las visitas incluyen un recorrido virtual por las viviendas, efectos de sonido, vistosas proyecciones de frescos y fragmentos de la vida tal y como debía ser en la zona que rodea a los edificios. Resulta emocionante e ideal para niños a partir de cierta edad.
Case Romane, el hogar de dos mártires romanos
Cuenta la tradición que dos soldados romanos martirizados, Juan y Pablo, vivieron en estas casas subterráneas bajo la Basilica dei Santi Giovanni e Paolo al Celio antes de que el emperador Juliano los mandara decapitar. Ninguna prueba directa lo demuestra, aunque las investigaciones han revelado que las estancias se usaban para el culto cristiano. Se entra por el lateral de la basília junto al Clivo di Scauro.
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