Sevilla
Más allá de los monumentos sevillanos más típicos, de las famosas fiestas que nadie quiere (ni debe) perderse y de su cara más “flamenca” y turística, existe otra Sevilla moderna, alternativa, vital y renovada; una ciudad que apuesta por lo ecológico y por el consumo responsable y que se mueve en bicicleta o en tranvía.
Es la Sevilla de los sevillanos, y solo hay que mezclarse con ellos para descubrir la cara más auténtica de la ciudad. Por ejemplo, en la Alameda de Hércules, la zona más camaleónica de la ciudad, la preferida por bohemios, artistas y modernos. Estos son las paradas imprescindibles para “alamedear” a la sevillana.
1. La Alameda, el paseo imprescindible
La Alameda de Hércules es el territorio más cambiante de la ciudad. Fue un antiguo pantano que se convirtió en el s. XVI en uno de los primeros jardines urbanos de Europa. Las continuas crecidas del río no permitieron transformarla en una zona realmente interesante para los sevillanos y quedó como un barrio marginal, pero la celebración de la Expo 92 cambió su suerte y desde entonces es el barrio más vivo y más marchoso de la ciudad. Hay locales de copas, restaurantes de diseño, centros de arte y también muchas tascas y bares de tapas. Y sobre todos ellos, Hércules y Julio César vigilan desde su columna romana que todos disfruten.
Cualquier hora es buena para tomar una cervecita en alguna de las muchas terrazas que se suceden en la Alameda, la zona con más bares y restaurantes por metro cuadrado de Sevilla.
2. El Mercado de la Feria y el mercadillo de los jueves
Es todo un lujo hacer la compra en un edificio de 1719. El Mercado de Feria, en la calle del mismo nombre, es uno de los sitios con más sabor de la ciudad y no solo por lo que vende, sino por el buen ambiente que se respira en la Lonja de Feria, entre puestos tradicionales y otros que se han convertido en sitios de tapeo y donde se puede degustar tanto una tapa genuinamente sevillana como un ceviche peruano o un arroz valenciano.
Además, todos los jueves, la calle Feria se transforma en un mercadillo, con anticuarios de los de verdad, vendedores de ropa usada, libros de viejo o discos de vinilo y chamarileros de toda la vida. Sin duda, es un buen lugar para regatear y curiosear.
Para hacer una pausa, nada mejor que la Casa Vizcaíno, en la misma calle Feria. Los aficionados al vermú tienen su palacio particular en esta tasca con una clientela de lo más dispar: desde los jóvenes hippies hasta los vecinos de la zona que bajan a tomarse un vermú y a dar conversación a quien se acode en su barra.
3. La plaza Pumarejo
Y en la misma calle Feria el viajero podrá asomarse a uno de los espacios más típicos de la ciudad: las casas de vecinos instaladas sobre antiguos palacios. Y es que muchos de los palacios de los ss. XVIII y XIX fueron abandonados y se convirtieron en corralas donde hasta hace poco se compartían habitaciones, baño y pila para lavar la ropa. En la Plaza Pumarejo hay dos de estas casas de vecinos, y en una de ellas está la Bodega Camacho, donde el plato imprescindible son las tapas de caracoles.
4. Palacio de los Marqueses de la Algaba
Si algo hay de sobra en Sevilla, además de bares de tapas, son palacios. Los sevillanos han recuperado muchos de ellos, como el Palacio de los Marqueses de la Algaba, un monumento civil del mudéjar que permanecía en ruinas hasta que se rehabilitó como Centro de Interpretación del Arte Mudéjar, con dos salas que albergan lo mejor de la colección arqueológica municipal y un patio que se transforma en teatro al aire libre en verano. Y la entrada es gratis, así que no hay excusas para no asomarse.
5. Anticuarium y Metrosol Parasol
Sin alejarnos mucho de esta Alameda, al sur, nos encontramos con uno de los nuevos, y polémicos, iconos de Sevilla: las conocidas popularmente como las “setas”, que es como han bautizado los sevillanos al Metrosol Parasol, una estructura diseñada por Jürgen Mayer en 2011 que alberga un mercado de abastos y un mirador con bar incluido. Pero lo mejor está debajo: las excavaciones previas a su construcción dejaron al descubierto 13 siglos de la historia de Sevilla, desde los romanos a los almohades, un espectacular conjunto que incluye pozos de una fábrica romana de salazones del s. I, villas romanas con más de 30 mosaicos y hasta una casa del s. XIII.
6. Palacio de las Dueñas
A un paso de las populares y modernas setas, es obligado acercarse a uno de los palacios más representativos y más ricos de Sevilla. El Palacio de las Dueñas, propiedad de la Casa de Alba, está abierta al público desde 2016 y permite contemplar un auténtico palacio renacentista del s. XV que conserva vestigios de su estilo original gótico-mudéjar. El conjunto de obras que conserva es admirable, y todavía resuenan en su patio los versos de Antonio Machado, nacido en este palacio, sobre su infancia en “un patio de Sevilla y huerto claro donde madura el limonero”. Y el limonero sigue allí, a la vista de todos.
7. Espacio de Santa Clara
Y una última “escapada” cultural a un paso de la Alameda, antes de lanzarse a la búsqueda de tapas y copas. El Espacio Santa Clara fue un palacio almohade, en forma de sorprendente laberinto, habitado desde el s. XII. Después fue convento de Clarisas hasta que fue abandonado en 1996. Ahora está restaurado en parte (tiene más de 8000 m2), y ha logrado conjugar el espíritu del monasterio mudéjar y renacentista que fue en el pasado con nuevos usos: exposiciones, teatro, conciertos y flamenco. La programación de espectáculos es continua.
8. Mesa, mantel y tapas por la Alameda
La zona de la Alameda y todas las calles de alrededor se ha convertido desde hace años en el sitio en el que quedan los sevillanos para comer, beber, tapear o simplemente verse. La zona es una sucesión de bares y restaurantes, pero podemos comenzar por el más antiguo de todos, antes de llegar a la zona de la Alameda, en la calle Gerona: El Rinconcillo, visita obligada por ser el bar más antiguo de Sevilla (fundado en 1670) y sobre todo por sus famosas espinacas con garbanzos.
En la misma Alameda se encuentra El Aljibe, una de las típicas casas del barrio con sun porche lleno de plantas que se ha convertido en un elegante bar y restaurante donde no falta una azotea para cuando el tiempo acompaña.
También podremos sentarnos en la terraza de La Mata, casi un palco para contemplar la vida que discurre por la Alameda mientras se prueba una pastela de pollo o un carré de cordero a las finas hierbas.
Referencia imprescindible son La Azotea, con sus tapas de autor o Eslava, atestado siempre de gente que no se resiste a sus creaciones con productos andaluces de primera, imaginación y mucho cariño. Para los enamorados de las nuevas cervezas artesanas, también hay propuestas interesantes como Maquila, una fábrica donde producen y sirven su propia cerveza y buenas tapas para maridar rodeado de una sugerente decoración industrial.
9. De copas y "alamedeando"
Muchos sevillanos van a hacer su propio peregrinaje por los bares de la zona de la Alameda y alrededores. Y muchos visitantes también acuden a este punto porque saben que es fácil entablar conversación y conocer gente, además de beber y tapear de lujo.
Por ejemplo, en Corral de Esquivel, en la misma Alameda, con sus paredes llenas de interesantes exposiciones y siempre animado a cualquier hora del día. O en el Habanilla Café, que para muchos es el punto de encuentro en la Alameda, tanto para la primera cerveza como para la última copa, y que además ofrece actuaciones y exposiciones.
Hay también bares con una larga historia como Los Claveles, abierto en 1841 como bodega, famoso por su “completo”: un montadito con secreto de cerdo, jamón y huevo de codorniz; o el Bar Plata, otro clásico, con más de un siglo a sus espaldas, que sirve exquisitas tostadas con aceite y jamón ibérico y está siempre lleno hasta los topes.
En la zona existen varios clubs que programan actuaciones, desde pop español o rock sevillano hasta flamenco. Dos propuestas: La Caja Negra, con actuaciones flamencas por la noche y rock sevillano los domingos, o el Fun Club, uno de los pocos clubes que se mantiene abierto y con la misma filosofía desde 1987. Por aquí ha pasado lo mejor del panorama del rock y pop español.
10. Un poco de devoción en la Macarena
Y para terminar, algo de “devoción” al estilo sevillano. No muy lejos de la Alameda está uno de los grandes hitos de la cultura religiosa de la ciudad: la basílica de la Macarena donde se puede contemplar la imagen de la Esperanza Macarena (s. XVII) a quien los sevillanos rinden encendidos piropos durante la Semana Santa y visitan durante todo el año. La basílica se construyó en 1941 pero es fiel al más puro barroco andaluz. Y una nota arqueológica: en torno a la Macarena se puede ver un trozo de la muralla almorávide del s. XII.
En definitiva, arte, arqueología, cultura y buena gastronomía por todas partes.