Gyeongju, Corea del Sur

Texto por
Varios autores de Lonely Planet
Templo Bulguk-sa en Gyeongju

Gyeongju, un museo sin paredes

Los palacios al aire libre y los túmulos de la nobleza Silla, además de cientos de reliquias budistas que adornan una franja agreste de parques nacionales, montes y estanques con flores de loto convierten esta ciudad en un lugar de visita obligada.

Descubrir la realeza en la naturaleza

Contemplar por primera vez el centro histórico de Gyeongju es como entrar en un cuento de hadas coreano. Desde aquí la dinastía Silla gobernó el este y el sur de Corea durante el primer milenio de la era cristiana, y su legado es bien visible en muchos vestigios históricos.

Del año 57 a.C. al 935, Gyeongju fue la más próspera joya del reino Silla. Era el último puerto de la Ruta de la Seda marítima, un lugar conectado a imperios lejanos al que los mercaderes acudían con incienso y gemas, telas persas y oro. Hoy, entre los túmulos de hierba se verán vestigios de este rico pasado: una estatua de lo que solo podía ser un mercader árabe, cuencos de cristal de la antigua Roma y joyas de Silla con metales trabajado a la manera egipcia. 

Templo Yongjangsa, Gyeongju

Retroceder a pie en el tiempo

Gyeongju es realmente un lugar para desacelerar, respirar hondo y disfrutar de la naturaleza, un mundo aparte de la frenética capital de Corea del Sur, Seúl, y de la segunda ciudad del país, la concurrida Busán.

En Gyeongju se pueden apreciar piezas, en tallas rupestres, pagodas y senderos sembrados de reliquias budistas que abarcan 1323 km2. Los rascacielos están prohibidos, dejando un centro urbano bajo, a una escala más humana. 

Los montes de las inmediaciones esconden reliquias budistas. Durante el periodo Silla, el budismo pasó de China a Corea por Gyeongju. Objetos de esta época y del chamanismo que la precedió se pueden ver en muchos senderos de Namsan, en el Parque Nacional de Gyeongju, Patrimonio Mundial de la Unesco. Se pueden pasar días descubriendo esta espléndida fusión de historia, arte, espiritualidad y naturaleza.

Igual de fantástico es el templo Bulguk-sa, la obra maestra de la arquitectura Silla. Caminar por el puente de piedra de tres ojos donde los sauces se sumergen en estanques de lotos es como retornar a una época pretérita. 

Templo Bulguksa

Conectando con el pasado y el futuro

Aunque es un lugar frecuentado por los turistas coreanos que escapan de las ciudades más concurridas del país, en Gyeongju se ven pocos extranjeros. Por ahora. En el 2021, la estación de Singyeongju se conectó directamente a las redes del metro de Busán y Pohang. ¡Ahora los visitantes pueden ir de Busán a Gyeongju en solo una hora!

Las mejoras del transporte se producen juntamente con la conservación cultural y la planificación ecológica a largo plazo. Una iniciativa del gobierno local apoya a los jóvenes propietarios de puestos de comida callejera de la ciudad para que resuciten platos tradicionales. Cerca del parque nacional, se está creando una red de turismo rural, animando a los turistas a alojarse y a ayudar a cultivar productos ecológicos los fines de semana; estas granjas de agroturismo donan sus hortalizas a escuelas y asociaciones locales. Y, en la costa, se está rehabilitando un almacén abandonado de marisco como centro comunitario para las abuelas buzo haenyo. El proyecto forma parte de un plan para proteger esta fascinante profesión, casi extinta, de la isla de Jeju en el sur de Corea. 

Tanto en su pasado glorioso como en sus planes de futuro para recibir a más visitantes, Gyeongju demuestra que es más que un museo sin paredes, un lugar donde el deslumbrante mundo natural de Corea puede fácilmente encandilar a todos.

Gyeongju National Park

 

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