Kazán, la histórica capital multicolor de Tartaristán

Texto por
Anita Isalska, autora de Lonely Planet
Templo de Todas las Religiones, Kazán, Rusia
saiko3p_Shutterstock

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En un enclave silencioso, en Kazán, junto a la carretera, un conjunto de torres celestes y cúpulas a topos surge casi de la nada. Es el Templo de Todas las Religiones, tan bonito como desconcertante: una cúpula de estilo ortodoxo sobresale junto a torrecillas góticas puntiagudas y medias lunas islámicas se elevan sobre estatuas de Buda. De algún modo, esta rareza arquitectónica capta a la perfección el choque de culturas de Kazán.

Kazán, capital de la República de Tartaristán, Rusia © Vika Levkina / Shutterstock Kazán, capital de la República de Tartaristán, Rusia © Vika Levkina / Shutterstock

Y es que esta es la capital de la República de Tartaristán, uno de los 85 sujetos federales de Rusia. De forma apropiada para una región que aúna patrimonio islámico y cristiano, el nombre de Kazán proviene de qazan, una antigua palabra búlgara y tártara que significa ‘olla’.


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A menudo los viajeros valoran un destino por su gran historia y enclaves antiguos. En Kazán no escasean las armas, las joyas y la artesanía con siglos de historia; y su esplendor recuerda al pasado de la ciudad bajo el kanato de Kazán, una sucesión de gobernantes que rigió lo que entonces era la Bulgaria del Volga. Pero en Kazán los enclaves modernos son los más fascinantes. En las últimas décadas la ciudad se ha dotado de uno de los perfiles urbanos más extraordinarios de Rusia, con el Templo de Todas las Religiones en sus afueras, la mezquita Kul Sharif en el centro, y un bosque de campanarios y minaretes en medio.

 

El llamativo Templo de Todas las Religiones de Kazán, Rusia © Yury Dmitrienko / Shutterstock El llamativo Templo de Todas las Religiones de Kazán, Rusia © Yury Dmitrienko / Shutterstock

Kazán, una maravilla de múltiples fes

La modesta ubicación del Templo de Todas las Religiones, 10 km al noroeste de Kazán, a orillas del Volga, lo convierte en un punto de interés aún más espectacular. Los lugareños son escépticos en cuanto a si los majestuosos diseños de 16 capiteles, cada uno de ellos representando una fe distinta, servirán para algo. El artista Ildar Khanov, diseñador del templo, no vivió para ver terminado el proyecto de su vida; pero incluso inacabado, el templo brilla en tonos verdes y amarillos, con cúpulas que parecen generosos remolinos de helado.

Quizá el único punto de interés en Kazán que rivaliza en esplendor con este templo sea la mezquita de Kul Sharif. Esta especie de nave espacial cerúlea, mezquita y museo islámico a la vez, parece emerger del suelo adoquinado del Kremlin.

El edificio actual se terminó en el 2005; la mezquita original que ocupaba este enclave fue arrasada durante el asedio al que Iván el Terrible sometió a la ciudad en 1552, una sangrienta contienda que puso a Tartaristán bajo el domino de Iván IV.


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La mezquita Kul Sharif alberga un museo islámico, Kazán, Rusia © Baturina Yuliya / Shutterstock La mezquita Kul Sharif alberga un museo islámico, Kazán, Rusia © Baturina Yuliya / Shutterstock

El asedio que modeló Kazán

Siglos después la batalla sigue viva en la historia local. La toma de Kazán duró semanas y diezmó miles de vidas; ardió la práctica totalidad de la ciudad y solo los nobles afines a Moscú sobrevivieron a la matanza que siguió al incendio, aunque los combatientes por la libertad de Kazán lucharían durante décadas.

Aquel momento de la historia dio forma a la mayoría del resto de edificios de Kazán, como la azul y dorada Catedral de la Anunciación, reconstruida rápidamente sobre los escombros del asedio. La torre inclinada de Kazán también es de aquella época; su disparatado ángulo de construcción se debe a las prisas de las obras para cumplir con la demanda de la sobrina del kan depuesto, Söyembikä. Cuentan que, para no contraer matrimonio con el colérico Iván el Terrible, se arrojó desde lo más alto de la torre; aunque esto es más bien una fábula que ejemplifica el orgullo tártaro (los historiadores apuntan rápidamente que Söyembikä vivió y se casó con otro kan).


Rusia

Siglos después la época soviética desmanteló y dio otro uso a los edificios religiosos de Kazán. La Iglesia de la Epifanía, de color cobre, fue durante un tiempo el gimnasio de una universidad. No es de extrañar que para devolverle el brillo a Kazán hayan sido necesarias varias décadas y un laborioso trabajo de restauración.

 

La catedral de la Anunciación de Kazán, blanca, azul y dorada, Rusia © Anita Isalska / Lonely Planet La catedral de la Anunciación de Kazán, blanca, azul y dorada, Rusia © Anita Isalska / Lonely Planet

Los sabores únicos de Tartaristán

La Kazán moderna bulle de vida nocturna y cuenta con un montón de sitios para comer y beber bien. Además, una de las mejores maneras de experimentar el choque de oriente y occidente en la ciudad es saliendo a cenar fuera.


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El cheburek, un hojaldre cocido con mantequilla y relleno de carne picada bien fina, es una especialidad local que suministra la energía necesaria para visitar el Kremlin varias veces seguidas. Los hojaldres y platos típicos del campo, como la kasha de alforfón y las albóndigas en caldo de carne, se encuentran fácilmente en cantinas como Chak-Chak (Baumana 7).

 

Brochetas de cordero en el restaurante Pashmir de Kazán, Rusia © Anita Isalska / Lonely Planet Brochetas de cordero en el restaurante Pashmir de Kazán, Rusia © Anita Isalska / Lonely Planet

La carne de caballo sigue presente en muchos platos, pero en lugar de en adobo –como se hacía antiguamente en las largas travesías por la estepa–, se cocina a la parrilla o con pilaf de Kazán (un plato de arroz ligeramente especiado). Los viajeros que fijen la vista más al oeste descubrirán una experiencia muy alemana, Lederhosen incluidos, en Beerhouse. Lo mejor de todo son los platos de fusión de Kazán, que reinventan platos europeos con frutas aromáticas y especias locales, como la ensalada de mozzarella italiana con caqui; una de las mejores la sirven en el glamuroso Pashmir.


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En Kazán parece que tanto el perfil urbano como la cocina brillan con más fuerza allí donde se entrecruzan las culturas. En los últimos 20 años, con la reconstrucción del Kremlin y la celebración del milenio de Kazán, lo más seguro es que habrá más reinvenciones imaginativas.

 

Estación de tren de Kazán, Rusia © saiko3p / Shutterstock Estación de tren de Kazán, Rusia © saiko3p / Shutterstock

Cómo llegar a Kazán

Kazán es una merecida ampliación de cualquier viaje a Moscú, para la cual hay que tomar un tren nocturno (11 h y 30 min). Dos noches en la capital de Tartaristán son suficientes para ver museos y mezquitas, y probar la carne de caballo hervida.


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Para los viajeros del Transiberiano, Kazán es un desvío menor de la ruta ferroviaria principal entre Moscú y Beijing: hay que tomar la línea de los Urales Moscú-Kazán-Ekaterimburgo en lugar de la transiberiana vía Nizhni Nóvgorod y Perm. Los distintos tramos del ferrocarril Transiberiano se reservan por separado, así que se puede volver a tomar el Transiberiano a partir de Ekaterinburgo en adelante.


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Cómo moverse por Kazán

El centro de Kazán se recorre a pie, pero si al viajero no le gusta andar, tiene una económica red de tranvías y autobuses (el nº 2 va al Templo de Todas las Religiones). En ul Universitetskaya abundan los hoteles-boutique y los hoteles con sauna y spa; y para disfrutar de una gran experiencia hogareña y de un desayuno increíble hay que ir al Hotel Bon Ami.

 

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