Disfrutar el Peloponeso: las 10 mejores experiencias
El cautivador y escarpado Peloponeso ofrece una oportunidad asequible y alternativa para conocer la vida rural de Grecia. Permite explorar la costa, los montes nevados y los enclaves de los grandes acontecimientos de la historia griega; y aventurarse por estrechos caminos entre muros de piedra seca hasta excelentes zonas de submarinismo, preciosas lagunas, maravillas de la Antigüedad clásica como Olimpia, y pueblos exquisitos como Nafplio, de influencia veneciana.
1. Descubrir el pasado y el presente de Nafplio
La histórica Nafplio, coronada por una enorme fortaleza de piedra, se acurruca en una bahía cerúlea frente a un pequeño fuerte isleño. El pueblo en sí es una cascada de edificios elegantes construidos bajo el dominio veneciano. Envueltos en buganvilias carmesís, están repletos de tiendas, galerías y restaurantes creativos que sirven comida de inspiración italiana. El centro cultural Fougaro, en una antigua fábrica renovada con estilo, ofrece una programación anual de artes visuales y escénicas. Encontrar alojamiento es fácil, hay hoteles-boutique en mansiones reformadas repartidos por todo el casco antiguo.
2. Bucear entre restos de un naufragio en la bahía de Navarino
Las aguas de la bahía de Navarino ofrecen inmersiones arqueológicas. El carguero Irene Serenade, hundido en 1978, es uno de los barcos naufragados más accesibles del mundo, pero también se pueden visitar pecios del s. XIX, incluidos tres barcos otomanos hundidos por las fuerzas aliadas británicas, rusas y francesas durante la Batalla de Navarino (1827), la última gran batalla naval de veleros y un suceso clave en la Guerra de la Independencia de Grecia. Un enclave cerca de Methoni, 12 km al sur de Pylos, alberga restos de antiguos naufragios y algunos de los objetos que iban a bordo de los barcos, como un sarcófago tallado. Estas zonas de inmersión pasarán a formar parte de parques marinos oficiales. Ionian Divers es un buen operador local de submarinismo.
3. Ponerse dramático en el Teatro de Epidavros
El Teatro de Epidavros, Patrimonio Mundial de la Unesco, es una de las maravillas de Grecia. Muy bien conservado, situado entre pinares y sinuosas colinas, este enorme teatro antiguo tiene capacidad para 14 000 espectadores. Asistir a una representación durante el anual Athens & Epidavros Festival es una experiencia única que transporta al espectador a los orígenes de la tradición teatral europea. Epidavros también puede visitarse de día, y es buena idea aprovechar la visita para ver el vecino santuario de Asclepio, las ruinas de un importante centro terapéutico de la época clásica, dedicado al dios de la medicina y la curación, que acogía actuaciones musicales y competiciones deportivas.
4. Observar aves en la laguna Gialova
Entre septiembre y marzo los aficionados a la ornitología vuelan a la bella laguna Gialova para asistir a la migración de 271 especies de aves. Situada al norte de la bahía de Navarino, esta laguna es el humedal meridional más grande de Europa y un punto importante en la ruta migratoria entre África y Europa. Unas 20 000 aves, incluidos flamencos, ibis y garzas, viven en esta zona protegida durante la temporada.
5. Montar en el tren cremallera de Diakofto-Kalavryta
Al norte del Peloponeso un pequeño tren cremallera cubre el trayecto entre Diakofto y Kalavryta por el espectacular desfiladero Vouraïkos. Acantilados de color siena rodean el tren mientras este remonta el cañón, aferrado a un estrecho saliente bajo el cual corren los rápidos. La línea zigzaguea a través de frondosos doseles de plátanos y atraviesa siete túneles sinuosos de camino a la apacible aldea de Kalavryta antes de descender de vuelta a la costa.
6. Divertirse en el Carnaval de Patras
La animada ciudad portuaria de Patra (Patras) no solo acoge a los ferris que van a Corfú e Italia, también es escenario de uno de los carnavales más destacados de Grecia. La Pascua ortodoxa griega cuenta con un carnaval parecido al del Martes de Carnaval que precede a la Pascua católica. En Patras desfilan grandes carrozas junto a una multitud de lugareños y visitantes disfrazados. La fecha varía cada año y suele diferir de la del Carnaval católico, pero es buena idea planificar la visita para coincidir con esta fiesta.
7. Subir al castillo de Monemvasia
Por una estrecha calzada que rodea una espectacular roca que emerge del mar se llega al precioso pueblo amurallado de Monemvasia. Se puede acceder a pie al kastro (castillo) –separado de Gefyra, en tierra firme, por un terremoto en el año 375– a través de un estrecho túnel que da a una sorprendente y laberíntica red de calles adoquinadas (sin tráfico) y casas de piedra. Unos escalones señalizados suben a las ruinas de la fortaleza, construida por los venecianos en el s. XVI, y a la iglesia bizantina de Agia Sophia, en precario equilibrio al borde del acantilado. Las vistas son espectaculares y en primavera abundan las flores silvestres. Para evitar las hordas de turistas diurnos, lo mejor es pernoctar en el pueblo.
8. Rodearse de olivos
Grecia y, en particular, la región de Kalamata, en el Peloponeso, son famosas por sus aceitunas y su aceite de oliva. Para saber más sobre este ingrediente esencial de la cocina griega se puede ir al Museo de la Aceituna y el Aceite de Oliva Griego, en Esparta, con exposiciones sobre la historia, el cultivo y el uso de las aceitunas a lo largo de los siglos. Después vale la pena ir a los mercados y restaurantes del Peloponeso, y probar algunas de las delicias encurtidas locales.
9. Cruzar el canal de Corinto hacia la región vinícola de Nemea
Cruzar el canal de Corinto hacia el Peloponeso tiene un aliciente si se sabe que, al otro lado, la región vinícola de Nemea aguarda al viajero. La construcción del canal la inició el emperador romano Nerón, y se completó varios siglos después. Al cruzarlo se pueden ver las enclusas a lo lejos y las brillantes aguas de color verde azulado surcadas por los barcos, hasta que se llega a la región de Nemea, en las suaves colinas al suroeste de Corinto, una de las principales zonas de producción vinícola de Grecia. Nemea es famosa por sus tintos con cuerpo, elaborados con la uva local agiorgitiko, y por sus blancos de uva roditis. Bodegas como Skouras, Ktima Palivou y Gaia Wines ofrecen catas.
10. De la Antigua Grecia a Bizancio, de ruinas en ruinas
Toda visita al Peloponeso está incompleta si no incluye las espectaculares ruinas de la región, declaradas Patrimonio Mundial. La antigua Olimpia, al oeste, es la ciudad natal de los Juegos Olímpicos, celebrados allí del año 776 a.C. al 394 d.C. El yacimiento incluye un estadio gigante y la mayor parte de los edificios en ruinas del recinto deportivo, mientras que el excelente Museo Arqueológico alberga esculturas monumentales como el Hermes de Praxíteles. La ciudadela fortificada de Micenas era el hogar del mítico rey Agamenón y durante 400 años fue el reino más poderoso de Grecia. Mistrá, propia de un cuento de hadas, es un evocador conjunto de palacios, iglesias, bibliotecas y fortalezas bizantinas encaramadas en una estribación de los montes Taigetos, 7 km al oeste de Esparta. Fue la mayor capital de Bizancio antes de sucumbir a la ofensiva otomana.