Un viaje a La Habana con plena conciencia
Los automóviles americanos clásicos circulando a lo largo del ventoso malecón son una de las primeras imágenes que invaden la mente al imaginar un viaje a La Habana; pero viajar a Cuba también significa dejar atrás todas las concepciones erróneas sobre esta isla tropical y la vida moderna.
A medida que la popularidad de La Habana va al alza, los viajeros deben ser conscientes del impacto que dejan en la ciudad y en su gente © Atomazul / Shutterstock
Decidir con plena consciencia adónde ir, qué comprar y qué dar a cambio es tan solo el comienzo de un viaje a La Habana realmente transformador.
Dormir en casas particulares de La Habana
Una manera de contribuir directamente a la economía local al visitar La Habana es alojarse en casas particulares. Las hay por toda la ciudad (y por todo el país), y no solo ofrecen alojamiento a precio económico, también son ideales para interactuar con la comunidad.
Los anfitriones muchas veces se desviven por compartir con los viajeros todo lo que saben sobre los puntos de interés más destacados de ciudad. Solo hay que recordar que se es un invitado en la casa de alguien, y que hay que mantener el volumen bajo.
En La Habana abunda la buena música © Alexandros Moridis / Shutterstock
Respetar la cultura local
Haber permanecido socialmente aislada durante décadas tras el triunfo de la revolución de 1959 que lideró la guerrilla ha permitido a Cuba conservar una cultura muy particular y muy auténtica.
La música y la danza todavía se imponen a los éxitos comerciales que se nutren de internet. Conviene contener el impulso por pedir temas tan populares como Guantanamera o el Chan Chan de Buena Vista Social Club, y dejar que los músicos locales desplieguen su repertorio en lugar de subestimar su talento con peticiones demasiado turísticas o versiones cursis.
Para conocer auténticos locales musicales cubanos es recomendable visitar sitios como la Fabrica de Arte Cubano, el centro cultural EnGuayabera o las Casas de la Música.
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No malgastar agua en La Habana
Cuba depende principalmente de la lluvia para abastecerse de agua, y los camiones cisterna son una de las formas más habituales de proveer de agua potable a los residentes de la ciudad, sobre todo en La Habana Vieja.
El viajero debe ser muy consciente del uso que le da al agua durante su estancia, tanto a la potable como a la corriente. Dado que no es seguro beber agua del grifo, las botellas de plástico son un accesorio común en las mochilas de los turistas, pero una opción mucho mejor es usar botellas reutilizables o comprar garrafas de cinco litros, que también salen mejor de precio.
Ahorrar energía en La Habana
A nadie le apetecen las restricciones cuando disfruta de unas vacaciones bien merecidas, pero ahorrar energía como en casa es una máxima que conviene aplicarse, sobre todo si uno se aloja en una casa particular.
Hay que apagar el aire acondicionado antes de salir a dar un paseo largo o de marcharse todo el día de excursión; no solo reduce la presión sobre la red eléctrica, también se ayuda al medioambiente.
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Puede que la masificación turística no sea un problema en La Habana, pero los visitantes deben practicar un turismo responsable © Alarax / Shutterstock
Cuidado con dejar huella
La masificación turística no es (todavía) un problema en La Habana, pero los sistemas de eliminación de residuos sólidos sí son un problema importante; la política del reciclaje todavía está iniciándose, y cuesta encontrar contenedores de basura fuera de la ‘milla de oro’ turística de La Habana Vieja.
Es importante llevar bolsas de tela para la compra y evitar usar las de plástico, no arrojar colillas de tabaco, latas o botellas al suelo, y evitar usar utensilios de plástico. Es buena idea aplicarse el principio de ‘no dejar huella’ y compartirlo con los lugareños.
Evítese abusar del regateo al comprar productos locales en La Habana © lembi / Shutterstock
Comprar productos locales en La Habana
¡Ah, los suvenires! Todo el mundo quiere llevarse un recuerdo a casa, ¿verdad? Pero al comprar productos en otro país lo que realmente importa es apoyar a los negocios locales; de esta manera el dinero va directamente a la comunidad.
Sin embargo, hay que saber decir “No” a los suvenires que degradan a las minorías o que hablan mal de la historia del país. Es buena idea investigar un poco y contribuir a apoyar el talento de artesanos locales que cosen, tejen o tallan madera de la forma más auténtica; y rechazar objetos artesanales fabricados con especies amenazadas, como las tortugas o el coral.
Por tentador que parezca, el regateo siempre tiene un límite razonable si se valora la dignidad de las personas. Evítese el regateo excesivo al comprar artesanía loca en mercados callejeros como el de artesanía de San José.
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Echar una mano en La Habana
Si el viajero quiere aportar algo, que no se dedique a recorrer la ciudad regalando al azar material escolar u otros artículos a la gente con la que se cruza por la calle. En lugar de eso, lo mejor es hablar con el anfitrión de la casa donde uno se hospede, con el operador turístico o con la conserjería del hotel y averiguar cual es la mejor manera de colaborar como voluntario o echar una mano mientras dure el viaje a La Habana.
Siempre hay que preguntar antes de fotografiar. Las señoras con traje tradicional que fuman puros cobran por salir en las fotos, La Habana © rv92625 / Budget Travel
Respetar la privacidad de la gente
Los habaneros son gente simpática y extrovertida, y es probable que, a su vuelta del viaje, el viajero cuente con un montón de nuevos contactos en sus redes sociales. Pero si uno respeta la privacidad de la gente igual que la propia, debe pedir permiso antes de sacar fotografías de las personas que hay en la calle, sobre todo si esas fotografías van a utilizarse en un blog o como material promocional.
Aunque se vean señoras muy bien vestidas posando con un enorme puro en la mano, hay que mostrarse muy respetuoso; ellas se ganan la vida así, y una pequeña propina siempre será bienvenida.