Uruguay

Texto por
Jean-Bernard Carillet, autor de Lonely Planet
Punta del Este, Uruguay
Davi Sanchez - Flickr

TOP 8 país  #BestinTravel 2016

Se estima que el próximo año 3 millones de viajeros extranjeros visitarán Uruguay, pero cuando uno ve todo lo que ofrece la Suiza de América es raro que no sean muchos más. Emparedado entre Brasil y Argentina, Uruguay se ha convertido sin aspavientos en una sociedad progresista que cuenta con una capital, Montevideo, pequeña pero perfectamente formada; pampas donde campar cual intrépido gaucho y mucha vida nocturna junto al mar entre el glamour de Punta del Este. Seguro que van a ser más de 3 millones.

Situado entre los dos titanes de Sudamérica, Brasil y Argentina, este pequeño país tiene mucho punch. Lo que a Uruguay le falta en tamaño lo compensa con calma, hospitalidad y carisma. Mientras sus dos ruidosos vecinos pasan de una crisis a otra, Uruguay se mantiene como un refugio de estabilidad política, buen gobierno y prosperidad (por algo es la Suiza de América). Los uruguayos pueden parecer tímidos y sencillos, pero están muy orgullosos de haber construido una de las sociedades más progresistas del continente sin conflicto social de por medio. 

Después de dos siglos viviendo a la sombra de sus vecinos, Uruguay tiene ganas de promover su identidad y pretende ser algo más que una excursión de un día desde la vecina Buenos Aires. En el 2016 se espera que el número de visitantes extranjeros alcance los 3 millones, pero ¿qué es lo que atraerá a tantos turistas? 

Por ejemplo, Montevideo, que debe de ser la capital más segura de Sudamérica. Su calidad de vida no tiene parangón en el resto del continente. Es una ciudad pequeña, ideal para visitar, pero a la vez muy grande gracias a su magnífica arquitectura y a un excelente panorama gastronómico. El paseo marítimo se recorre fácilmente en bicicleta, como el casco antiguo, con su despliegue de grandes edificios neoclásicos del s. XIX. 

A una hora en automóvil se llega al territorio gaucho. Allí, las pampas sinuosas están salpicadas por estancias (ranchos de ganado), muchas de las cuales funcionan como pensiones. Para gozar de bonitas playas y mucha marcha nocturna se puede ir a Punta del Este, una moderna ciudad-resort de la costa atlántica llena de gente guapa. Y si uno se cansa de los edificios altos y los bares de cócteles, puede aventurarse hacia el este, a Cabo Polonio y Punta del Diablo. Estas fabulosas y remotas aldeas de pescadores, llenas de pintorescas cabañas de madera, tienen cada vez más turismo, atraído por su ambiente bohemio, sus playas vacías, dunas móviles, colonias de focas y magníficas olas. Si apetece un poco de turismo cultural, se puede ir a la preciosa ciudad colonial de Colonia del Sacramento, y disfrutar de una combinación ideal de autenticidad y desarrollo turístico. Patrimonio Mundial por la Unesco, esta fortificación portuguesa, con sus callejones adoquinados, ruinas poscoloniales, galerías de arte y elegantes B&B, tiene de todo para que el visitante se sienta feliz varios días. 

Los uruguayos son los reyes del asado (pero que nadie se lo diga a los argentinos o a los brasileños). Uno de los mejores sitios para comer ternera uruguaya es el Mercado del Puerto, en Montevideo. En este mercado del s. XIX, en hierro forjado, hay un montón de asadores. Solo hay que acercar un taburete a una de las parrillas para ver cómo se va asando la carne sobre las brasas; después hay que probar una sabrosa morcilla. Memorable. El mejor día para visitarlo es el sábado a la hora de comer, cuando el mercado está lleno de lugareños. 

  • Los uruguayos toman más mate que los argentinos o los paraguayos; y eso es mucho mate.
  • El día 29 de cada mes es el Día de los Gnocchis, cuando la mayoría de los restaurantes sirven gnocchi. Esta tradición se remonta a la época de más dificultades económicas, cuando estas bolitas de patata eran lo único que la gente podía comer a final de mes.
  • Es legal producir y vender marihuana. Los pequeños productores pueden tener hasta seis plantas de cannabis por casa. 

En Punta del Este no hay que perderse La Mano, una curiosa escultura de cemento y hierro del artista chileno Mario Irarrázabal que fue creada para un concurso de arte en 1982 y desde entonces es un elemento fijo de la ciudad. Miles de visitantes posan frente a sus largos dedos, con la playa como telón de fondo.

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