Dundee, Escocia, Best in Europe 2018
Dundee no es un destino muy obvio en un país con una oferta turística tan amplia, pero la cuarta ciudad más grande de Escocia tiene grandes planes para transformar su crudo paisaje post industrial en un epicentro de la excelencia en cultura y diseño. Un proyecto concreto lidera todo este cambio: el nuevo V&A. Tras su inauguración, en septiembre del 2018, el impresionante museo de Kengo Kuma será la joya de la corona de una reforma urbana que despierta admiración en Escocia y en el extranjero.
Primer día en Dundee, una ciudad en transición
Llego a Dundee una fría tarde de domingo y voy directa a Malmaison para ver de cerca el nuevo V&A Dundee. El sol se pone y enciende el río Tay con un brillo cobrizo, a la vez que pinta de dorado los estratos de hormigón del museo. El edificio se inspira en los acantilados de Arbroath y se ve antiguo y moderno a la vez; a medio camino entre una pirámide y una nave espacial, con su pórtico, hondo y abovedado, que invita a conocer mundos desconocidos, y su proa, que se adentra sobre el agua junto al RSS Discovery del capitán Scott, aventurero antártico, como si estuviera dispuesta para zarpar y acompañar al velero en alguna nueva travesía.
No hay duda de que el V&A, primo del original Victoria & Albert Museum de Londres, que alberga la mayor colección de artes decorativas del mundo, es un triunfo, pero también funciona como catalizador de gestas de mayor magnitud: preside la reforma del paseo marítimo que empezó en el 2001 y que, con un presupuesto de mil millones de libras, ha borrado del mapa la fea maraña de calles mal planificadas y oficinas de antaño, sustituyéndolas por Slessor Park, una nueva estación de trenes y un conjunto de hoteles, oficinas y restaurantes como Waters Edge, surgidos casi de repente.
Durante medio siglo la ciudad dio la espalda a estos muelles, pero hoy recupera la conexión con el río, y el museo trae de vuelta hasta Craig Harbour a los habitantes de la ciudad para que lo redescubran y celebren el diseño escocés. Llegar hasta aquí ha requerido mucho trabajo, pero toda Dundee ha arrimado el hombro. Un buen ejemplo es Dundee Rep (el único teatro de repertorio de Escocia), terminado en 1976 gracias a un llamamiento público que recaudó 200 000 libras y construido en un terreno donado por la Universidad de Dundee. De la misma manera, el Dundee Contemporary Arts (DCA) surgió de un viejo aparcamiento para convertirse en la organización artística de mayor éxito en el Reino Unido, con un premiado centro de aprendizaje y el concurrido Jute Café Bar.
Además de aprobar el Waterfront Masterplan y el nuevo V&A, en los últimos 25 años el Dundee Council ha facilitado la creación de The Space, un espacio multiusos para la Scottish School of Contemporary Dance; la reforma de dos millones de libras del Dundee Science Centre; y la premiada restauración de High Mill en el histórico museo textil de yute Verdant Works. Enamorado de su ciudad, el concejal John Alexander me cuenta: “En los próximos años tenemos la oportunidad de cambiar Dundee para siempre, y no podemos dejarla escapar”. Como líder municipal más joven de Escocia (solo tiene 29 años) en una ciudad con la mayor proporción de habitantes entre los 18 y los 29 años de edad del país, él apuesta fuerte por ese futuro.
Segundo día en Dundee, un puente cultural
Hasta hoy, el museo más querido de Escocia ha sido McManus, una joya neogótica con 150 años de historia diseñada por George Gilbert Scott (arquitecto de la estación de St Pancras de Londres). Biblioteca y galería dedicada al avance de la ciencia, la literatura y el arte, sus balaustradas, vitrales y torrecillas piramidales son muestra de la confianza de la ciudad en sí misma en el s. XIX, cuando era una potencia en el comercio, la construcción naval, el yute y la caza de ballenas.
Cuando lo visito, una brumosa mañana de lunes, las galerías están llenas de familias, absortas en la exposición Making of Modern Dundee (“La construcción de la Dundee moderna”). Padres y abuelos señalan lanzaderas volantes de telares, maquetas de barcos, tarros de mermelada y golosinas Keiller, ordenadores ZX Spectrum y cajas registradoras NCR que antaño fabricaron, usaron o compraron. En un museo lleno de objetos que, en su mayoría, han sido fabricados por sus propios visitantes, sorprende ver una lección en vivo de cómo la cultura conecta a las personas no solo con la historia, sino también con las generaciones anteriores.
Estas conexiones tan transversales son las que el director Philip Long desea potenciar en el V&A Dundee. Él no contempla el museo como un templo del alto diseño, sino como una institución viva y dinámica con la importante tarea de reconectar a los taodunenses con su patrimonio industrial y, a la vez, mostrar a los visitantes internacionales la significativa contribución escocesa al diseño global, prácticamente desconocida para ellos. La primera exposición del museo, Ocean Liners: Speed & Style (“Trasatlánticos: velocidad y elegancia”) está muy bien elegida. Estos palacios flotantes eran maravillas tecnológicas de su época, símbolos del orgullo nacional; y una gran parte de su avanzadísima tecnología y sus bellos interiores fueron diseñados por ingenieros y artistas escoceses.
Más allá de los objetos sorprendentes –algunos de ellos antes jamás vistos– hay dos salas de aprendizaje y la Michelin Design Gallery, financiada por la marca, con sede en la ciudad, ávida de participar en un programa de colaboración. También hay un importante trabajo de compromiso, como el Scottish Design Relay y el brillante proyecto de Bonnetmakers, por el cual grandes sombrereros escoceses del histórico gremio de Dundee visitan escueltas en Hilltown (antaño Bonnet Hill) para investigar la historia del diseño local y fabricar gorros contemporáneos. La historia del diseño de Dundee no es solo un puente al pasado, también es un sendero hacia el futuro.
Tercer día en Dundee, el futuro de la ciudad
El próspero renacer de Dundee, que fue una de las ciudades más desfavorecidas de Escocia, es una historia de diseño en sí misma que parte de la decisión consciente de crear un camino hacia un futuro más próspero a partir de la inversión cultural y la economía creativa. Al fin y al cabo, de esta ciudad están surgiendo algunos de los mejores diseñadores, desarrolladores de videojuegos, artistas gráficos, animadores, bailarines y coreógrafos del país, sin olvidar a los pioneros biomédicos que crean medicinas de nueva generación. Su potencial como capital creativa quedó reconocido en el 2014, cuando la Unesco la incluyó en su red de Ciudades Creativas por su diseño.
En mayo se celebra el Dundee Design Festival. En el 2017 la programación estaba repleta de eventos, talleres y exposiciones, que tuvieron lugar en el antiguo edificio de DC Thomson, la editorial que publicaba los populares tebeos The Beano y The Dandy, y es un festival que muestra la obra de los diseñadores locales. En el 2018 además: un desfile de moda y colaboraciones de diseño con fábricas como Turnberry Rug Works. Además, funcionará como trampolín para proyectos de otras ciudades del diseño, como Detroit y Shenzhen.
Atraídos por la nueva actitud positiva de la ciudad, lugareños como Duncan Alexander regresan a su hogar. En el 2016 inauguró la cervecería artesanal 71 Brewing en la extinta fundición Blackness, que ofrece circuitos y catas. Está junto a Verdant Works y WASPS Studios, que ofrece espacio a los jóvenes artistas para vender su obra directamente a los clientes. Está previsto contar con ‘gastronetas’ en la fundición, así como la colaboración con un colectivo de arte urbano, Open Close, cuya misión es crear una ruta de murales que guíe a los visitantes hasta los puntos creativos de la ciudad a través de circuitos y mapas en paredes.
El último día de mi visita fui en coche al pintoresco barrio de Broughty Ferry, en las afueras, para almorzar en el refinado restaurante playero de Adam Newth, The Tayberry. Hacía un día espléndido, y el río Tay brillaba bajo la luz del sol. En verano se pueden ver delfines nadando, y al otro lado del agua está a Tentsmuir, un frondoso tramo de bosque costero. La gente jugaba con sus perros en la playa mientras yo saboreaba un delicioso y sostenible Scrabster coley (abadejo). Por el diseño y por mucho más, Dundee bien merece una visita.
Paula Hardy viajó a Dundee con el apoyo de VisitScotland y Dundee, One City, Many Discoveries. Los colaboradores de Lonely Planet no aceptan obsequios a cambio de crónicas favorables.