Visitando Takayama, el pueblo de montaña de Japón: historia y tradición

Escrito por
Andrew Bender, autor de Lonely Planet

1 Diciembre 2017
6 min de lectura
© Urban Napflin_Shutterstock
Takayama, Japón

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Recluido en la montañosa región de Hida, en el centro de Japón, Takayama es un lugar donde la historia y la tradición japonesas florecen en pleno s. XXI.

Barrios muy bien conservados, una procesión del s. XVII, animados mercados matutinos y una aldea tradicional narran la historia de tiempos pasados.
Si a ello se le suman los museos, las tiendas de artesanía y la comida local (de la ternera al miso sobre hojas de magnolia), Takayama bien merece el viaje desde Tokio.

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 Un 'rickshaw' tradicional japonés en Takayama, Japón © red mango / Shutterstock

Retroceder en el tiempo

Takayama, respetada por incendios, guerras y otros estragos, es una de las ciudades mejor preservadas de Japón, con zonas que conservan el carisma del período Edo (1603-1868). Esto se hace evidente en el impecable barrio de Sanmachi-suji, construido en madera, cuna de artesanos, pequeños museos, comerciantes de antigüedades, sastres y cafés ocultos tras las fachadas de las casas-tienda. También alberga algunas de las destilerías de sake de la ciudad, reconocibles por las bolas de hojas de cedro (las sugidama) que cuelgan sobre la entrada.

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Tienda en el centro del casco antiguo de Takayama, Japón © BlueOrange Studio / Shutterstock
 Tienda en el centro del casco antiguo de Takayama, Japón © BlueOrange Studio / Shutterstock

Cerca de allí hay dos históricas casas de mercaderes que pertenecieron a dos familias ricas, los Kusakabe y los Yoshijima. Ambas tienen detalles de diseño japonés tradicional, como suelos de tatami, postes y vigas de madera de tonos oscuros, y obras de arte en tokonoma (hornacinas). Si al viajero le interesa más el Japón de mediados del s. XX, el Takayama Shōwa-kan es casi una visita obligada: permite pasear por una ‘calle’ de entonces y visitar varias salas temáticas, incluidos el consultorio de un médico, un cine, una juguetería y un restaurante, todos ellos con objetos de época.

Visitar la aldea tradicional

Si al viajero le gusta el casco antiguo de Takayama, le encantará la aldea tradicional Hida (Hida-no-sato) al aire libre. A 10 minutos en autobús de la ciudad, reúne más de 30 casas y edificios tradicionales de la región del período Edo. La mayoría de ellos se desmantelaron en sus ubicaciones originales para reconstruirse aquí minuciosamente. Destacan las granjas con tejados a dos aguas de paja (gasshō-zukuri), de las que se dice que parecen manos rezando. Dentro de algunas casas hay artesanos creando piezas de artesanía tradicional, como colchas y tallas de madera. La aldea tiene excelentes vistas de los Alpes Japoneses.
 

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Casas de la aldea tradicional de Hida, Takayama, Japón © Yupgi / Shutterstock
 Casas de la aldea tradicional de Hida, Takayama, Japón © Yupgi / Shutterstock

Por la mañana, al mercado

Cuando los urbanitas de Tokio y Osaka cabecean en el metro de camino a la oficina, los campesinos de Takayama llevan horas trabajando en sus asa-ichi (mercados matutinos) junto al río Miya-gawa y delante de la Takayama-jinya (antigua oficina gubernamental). Allí venden hortalizas de temporada, tentempiés tradicionales y piezas de artesanía en madera tallada o tejidos.

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Muñecas
 Muñecas 'saru-bobo', Japón © nui7711 / Shutterstock

Entre las piezas de artesanía destacan las saru-bobo, pequeñas muñecas rojas de extremidades puntiagudas, caras sin rasgos y sencillos trajes de tela azul que recuerdan la época en la que las obaachan (abuelas) confeccionaban juguetes con cualquier retal. Hoy en día, las saru-bobo son tan ubicuas que se han convertido en la mascota de la región.

En los escaparates junto al Miya-gawa también hay piezas de artesanía y recuerdos, bocados de fruta seca y encurtidos de colores, y la vital taza de humeante café matinal. En el nuevo Uēmon Yokochō se puede comprar artesanía y comida, desde preciosos palillos y vajillas hasta salsa de curri. No dejan de ser mercados para turistas, pero son divertidos para conocer un poco la cultura local.

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Encurtidos del mercado matutino de Takayama, Japón © TRAN THI HAI YEN / Shutterstock
 Encurtidos del mercado matutino de Takayama, Japón © TRAN THI HAI YEN / Shutterstock

De carrozas y festivales

Takayama es sede de uno de los mejores festivales de Japón, el Takayama Matsuri, con exposiciones y procesiones de una docena de yatai (carrozas) cada primavera (14 y 15 abril) y otoño (9 y 10 octubre). Los yatai son un espectáculo: miden tres pisos de altura y están muy elaborados, con tallas, farolillos, cortinas rojas y doradas, y decorados con karakuri ningyō (marionetas mecánicas) que realizan acrobacias. Las procesiones de yatai son el plato fuerte del festival, y se celebran la noche del 14 de abril y del 9 de octubre, al son de la música tradicional.

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Procesión del Takayama Matsuri (Festival de Takayama), Japón © Blanscape / Shutterstock
Procesión del Takayama Matsuri (Festival de Takayama), Japón © Blanscape / Shutterstock

Miles de visitantes llenan Takayama en época de festival. Si el viajero planea visitarla entonces, conviene que reserve alojamiento con la máxima antelación (o tendrá que alojarse en otra parte de la región y visitar Takayama como excursión de un día).

Otra opción es visitar el Salón de Exposición de las Carrozas del Festival de Takayama. Abre todo el año y alberga una selección de carrozas, además de ofrecer un breve documental sobre la procesión. Cerca de allí, el Museo Karakuri exhibe máscaras de león, instrumentos y tambores relacionados con danzas de festivales; y programa espectáculos de karakuri ningyō.

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Carroza decorada del Takayama Matsuri, Takayama, Japón © Korkusung / Shuttterstock
 Carroza decorada del Takayama Matsuri, Takayama, Japón © Korkusung / Shuttterstock

Saborear los platos de Takayama

Takayama es famosa por sus soba (fideos de alforfón) y por la wagyū (ternera japonesa) local, la Hida-gyū (Hida era el nombre feudal de la región), preparada en brochetas, croquetas y bollos al vapor, ricos tentempiés de calle. También destaca la hoba-miso, pasta de miso dulce cocinada en una hoja de magnolia sobre una placa de arcilla hibachi. Se toma un poco con los palillos y se coloca sobre el arroz, hasta terminar el plato. Y donde mejor se come es en un ryokan (posada tradicional), ataviado con un yukata (kimono ligero).

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Hoba-miso, Japón © Tawin Mukdharakosa / Shutterstock
 Hoba-miso, Japón © Tawin Mukdharakosa / Shutterstock

La ruta Kimi no Na Wa

La región de Hida también se ha hecho famosa tras el éxito de la película Kimi no Na Wa (2016), la película de anime más taquillera de Japón. Sus fans han hecho de la región de Hida lugar de peregrinaje para ver localizaciones del filme. Kimi no Na Wa cuenta la historia de dos estudiantes de secundaria –uno en Tokio y otro en un pueblo remoto– que intercambian sus cuerpos. El pueblo de la película es una mezcla de varios municipios japoneses, pero el director, Makoto Shinkai, usó escenarios reconocibles de Hida-Furukawa, a 15 min en tren desde Takayama. Y para deleite de los fans del anime, la estación de trenes de Hida-Furukawa es una de las localizaciones del film; así como la biblioteca municipal, a 5 min a pie de la estación.

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Takayama en invierno, Japón © Nattee Chalermtiragool / Shutterstock
Takayama en invierno, Japón © Nattee Chalermtiragool / Shutterstock

Planificar el viaje

Desde Tokio o ciudades del sur (p.ej. Kioto y Osaka), se puede llegar con el servicio shinkansen (tren bala) a Nagoya, y tomando después un servicio exprés limitado de la línea JR Takayama. Desde Tokio el trayecto dura 4½ h, pasando por ríos, cañones y montañas por el camino. Es buena idea intentar tomar uno de los pocos trenes Hida ‘Wide View’, con ventanillas más grandes, para disfrutar mejor del paisaje.

No hay época del año mala en Takayama, si bien primavera y otoño (sobre todo abril, mayo, octubre y noviembre) suelen tener el mejor clima. Los veranos son unos 5°C más frescos que en las metrópolis del sur. De diciembre a marzo la temperatura es casi gélida, y la nieve puede alcanzar un metro de grosor por mes o más; pero el frío lo compensan los preciosos paisajes nevados, sobre todo en las montañas de las afueras, y las destilerías de sake de Sanmachi-suji, que funcionan a pleno rendimiento. Si se visita durante los festivales, hay que estar preparado para las multitudes.

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