Desde los asentamientos humanos prehistóricos hasta el auge del turismo en el s. XX, la fortuna ha sido cambiante y la historia prolija en la región más meridional de la península Ibérica. Un gran puerto fenicio, ilustres ciudades islámicas, cuna de la primera Constitución española… La estratégica provincia cuenta con un rico y variado pasado que palpita (literalmente) bajo los pies y en derredor del visitante.
Ya en la Prehistoria, la zona que hoy se conoce como Andalucía fue un importante asentamiento humano, con sus frondosos bosques, clima templado, variada fauna y recursos minerales que dieron origen a las primeras culturas metalúrgicas de la península. Recientes excavaciones en la cueva de Gorham, en Gibraltar, han probado que este pudo ser el hogar de los últimos neandertales, con restos que datan de al menos hace 40 000 años. A partir del 35 000 a.C. llegaron los primeros Homo sapiens a Andalucía, probablemente desde el norte de África, pasando después, según se cree, a colonizar otras partes de Europa; se alimentaban de ciervos, conejos, cabras monteses y otros mamíferos, usando las muchas cuevas y cavernas como refugio. Las magníficas pinturas rupestres paleolíticas de La Pileta, cerca de Ronda y Grazalema, y la cueva del Moro, en Tarifa, se realizaron hace alrededor de 20 000 años, mientras que la cueva del Tajo, en Benalup-Casas Viejas, zona en la que también existen dólmenes, presenta restos del Neolítico y la de Laja Alta, en Jimena de la Frontera, alberga pinturas de hacia el año 1000 a.C. Todas ellas forman parte del grupo conocido como arte sureño andaluz, un grupo de 180 cuevas y abrigos con pinturas y grabados prehistóricos repartidos entre Cádiz y Málaga.
Los ricos recursos naturales, el desarrollo ganadero y la estratégica posición de la zona comenzaron a atraer a comerciantes y conquistadores de otras zonas del Mediterráneo. Cádiz está considerada una de las ciudades europeas más antiguas habitadas sin interrupción. Fue fundada como enclave comercial por los fenicios, procedentes de Próximo Oriente, con el nombre de Gadir alrededor del año 1100 a.C. Los fenicios comerciaban con aceites, vinos, tejidos y otros productos, e introdujeron la escritura, la viña, la alfarería y el famoso arte de pesca de la almadraba. Alrededor del s. VII a.C. se unieron también los griegos, quienes bautizaron como tartesos a la civilización autóctona que se había estado desarrollando en la zona desde la Edad del Bronce (c. 1200 a.C.). Posteriormente, los cartagineses, herederos de Fenicia, comenzaron a innovar con técnicas de salazón del pescado. Con el avance del Imperio romano, tuvieron lugar importantes batallas navales alrededor de Cádiz entre estos y los romanos en el marco de las Guerras Púnicas.
Tras la victoria final de los romanos en la Segunda Guerra Púnica, cerca de la moderna Sevilla en el año 206 a.C., la península ibérica quedó bajo el dominio de Roma, que convirtió lo que hoy es Andalucía en una de las regiones más ricas y civilizadas de Hispania (como llamaban los romanos a la península), introduciendo el latín (del que derivan las lenguas romances, entre ellas, el español) y su distintiva arquitectura. Gadir pasó a ser Gades, continuando su actividad comercial. Uno de sus productos clave era el garum, una salsa elaborada a base de pescado fermentado; restos de las factorías donde se elaboraba aún se pueden ver, por ejemplo, en el yacimiento de Baelo Claudia, que floreció a partir del s. II a.C. como una de las ciudades más importantes de la península. Ya en nuestra era y tras la difusión del cristianismo, en el s. V, una serie de invasiones germánicas acabó derrumbando el gran Imperio romano, y los visigodos se establecieron en la península, con capital en Toledo, hasta principios del s. VIII.
La conquista islámica de la península comenzó con la llegada del gobernador Tariq ibn Ziyad de Tánger en el año 711, acompañado por sus tropas norteafricanas bereberes, a través de Gibraltar, lo que dio lugar al nacimiento de al-Ándalus. En la parte de la península bajo control musulmán, de la que, en una primera fase, Córdoba fue el centro de poder, habitaron durante ocho siglos una mezcla de árabes, bereberes, judíos y mozárabes (cristianos que vivían en territorio islámico), hasta la conquista del reino nazarí de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.
La influencia musulmana pervive en la cultura gaditana en el uso de especias y frutos secos en la gastronomía, en los laberínticos cascos históricos de sus pueblos, en los nombres de ríos –como el gran Guadalquivir– e incluso en ciertos tonos del flamenco.
En contraste con el resto de Andalucía (con la maravillosa Alhambra de Granada o la mezquita-catedral de Córdoba), Cádiz fue una zona relativamente secundaria durante la época islámica. La antigua Gades romana se convirtió en Yazirat Qadis, un enclave militar y villa pesquera; tras la conquista de Sevilla en 1248 por Fernando III de Castilla, fue tomada por Alfonso X (su hijo) en 1262 y repoblada. Jerez fue una taifa independiente durante el s. XII, tras ser tributaria de la taifa de Arcos en la centuria precedente y antes de florecer bajo el poder almohade. Durante esta época dominó el valle del Guadalete en detrimento de la estratégica Sidonia, la moderna Medina Sidonia, y llegó a tener casi 20 mezquitas. La mayoría de ellas fueron transformadas en iglesias tras la conquista cristiana por parte de Fernando III El Santo. Los mudéjares (musulmanes en territorios cristianos) de Jerez fueron expulsados definitivamente en 1267 tras una fallida rebelión.
Muchos de los pueblos de Cádiz deben su curioso sufijo “de la frontera” a los dos siglos que pasaron en la turbulenta linde entre los reinos islámicos y cristianos, época de la que son testigo sus antiguas fortalezas.
Los nobles castellanos fueron premiados por sus esfuerzos durante la Reconquista con enormes encomiendas en Andalucía, surgiendo en Cádiz el poderoso ducado de Medina Sidonia, descendientes de Guzmán el Bueno, el héroe de la batalla de Tarifa . Entre los ss. XIII y XVI, especialmente a partir de la caída de Granada en 1492, se incrementaron las persecuciones contra los moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo), hasta ser expulsados de la península por Felipe III a principios del s. XVII, tras varias revueltas. La comunidad judía sufrió enormes pogromos a partir del s. XIX, y los Reyes Católicos ordenaron la expulsión de quienes no se convirtieran en marzo de 1492.
Poco más tarde, en agosto 1492, Fernando e Isabel financiaron la aventura del marino genovés Cristóbal Colón, quien zarpó de la costa de Huelva en busca de una nueva ruta hacia la India, abriendo la puerta a una nueva era de esplendor europeo, fruto de la colonización del continente americano y el subsiguiente comercio. Con Sevilla como puerto que ostentaba el monopolio de dicho comercio hasta el s. XVII, Cádiz también se benefició, en particular la zona de Sanlúcar de Barrameda, por la que los barcos entraban y salían al puerto de Sevilla por el, por entonces, navegable Guadalquivir. Desde Sanlúcar partió en 1519, durante el reinado de Carlos I, la expedición liderada por el portugués Fernando de Magallanes que, a la postre, capitaneada por Juan Sebastián Elcano tras la muerte de aquel en Filipinas, completó en 1522 la primera circunnavegación del globo terrestre. En 1717, la nueva dinastía de los Borbones liberalizó el comercio con las Américas que, en parte, se trasladó de Sevilla a Cádiz debido al encenagamiento del bajo Guadalquivir; muchos de los más espléndidos edificios de la ciudad datan de este boom del s. XVIII.
Entre los ss. XVII y XIX, el pueblo gaditano de Grazalema se convirtió en uno de los núcleos principales manufactureros españoles de mantas, paños y otros productos de lana. Más tarde, la pérdida de las colonias españolas en ultramar fue desastrosa para la ciudad portuaria de Cádiz y Andalucía en general sufrió un gran declive. Las tropas napoleónicas ocuparon gran parte de la península en 1808, con el rey Fernando VII retenido en Francia. A finales de 1810 se reunió en las Cortes de Cádiz un centenar de diputados representantes de todas las partes de España y de las, aún por entonces, colonias americanas. Tras 18 meses, el 19 de marzo de 1812 se declaró la primera Constitución liberal española, llamada La Pepa por coincidir su proclamación con el día de San José. Fue una de las cartas magnas más liberales de la época, y establecía, entre otras medidas, la división de poderes y el fin del poder absoluto del monarca. A pesar de este histórico acuerdo, tras la retirada de Napoleón en 1814, Fernando VII rechazó la Constitución, intentando un retorno nunca pleno al absolutismo e iniciando un enconado conflicto entre la burguesía liberal y los partidarios del Antiguo Régimen. Las sucesivas desamortizaciones, en particular la de Mendizábal en 1836 y la de Madoz en 1855, en las que salieron a la venta las tierras en poder de la Iglesia y los baldíos o tierras comunales, tuvieron como resultado la formación de grandes latifundios, situación que, a la larga, aumentó la conflictividad social.
Miguel Primo de Rivera, general nacido en Jerez, encabezó un golpe de Estado en 1923, validado por el rey Alfonso XIII, que instauró una dictadura hasta 1930. Tras la victoria republicana en las elecciones de 1931 y el exilio de Alfonso XIII, el polarizado ambiente político desembocó en el estallido de la Guerra Civil española en julio 1936, cuando el general Francisco Franco lideró un golpe de Estado desde Melilla. Cádiz, San Fernando y Algeciras cayeron casi instantáneamente bajo control de las tropas nacionales, y Jerez se convirtió en un importante punto estratégico para controlar la provincia gaditana. Antes de concluir el año, la mayor parte de la provincia quedó en manos franquistas. De las 500 000 muertes que se piensa que dejó la guerra, casi 56 000 fueron en Andalucía, mientras que otros 50 000 andaluces marcharon al exilio. Las décadas siguientes trajeron gran pobreza a Andalucía y, en este sentido, cabe señalar que en las de 1950 y 1960 alrededor de 1,5 millones de personas se desplazaron al norte del país, especialmente a Cataluña, y a otros países de Europa, sobre todo a Francia y Alemania, en busca de trabajo.
Tras el fallecimiento de Franco en 1975, la transición a la democracia bajo Juan Carlos I y la aprobación de la Constitución de 1978, nació la Comunidad Autónoma de Andalucía en octubre 1981. Bajo el gobierno del PSOE durante casi 40 años, Andalucía creció económicamente gracias a los fondos europeos, mejoraron el transporte y la educación, y se introdujeron importantes leyes protectoras de su entorno natural, especialmente en Cádiz, con la creación del primer parque natural de la región (en la sierra de Grazalema en 1989). En paralelo, el PSOE se vio involucrado en el llamado caso de los ERE, de gran alcance, en torno a una década de irregularidades en el uso de un fondo de 680 millones de euros destinados a trabajadores despedidos en Andalucía, por el cual fueron condenados varios anteriores ministros.
A pesar del reciente auge del turismo, y tras ser gravemente afectada por la crisis económica de 2008, hoy Cádiz continúa teniendo una tasa de desempleo de alrededor del 23%, una de las más altas entre todas las provincias españolas, con Sanlúcar de Barrameda, Jerez, La Línea de la Concepción, Chiclana y Cádiz entre las primeras ciudades en el ámbito nacional con mayor porcentaje de paro.
A finales del 2018, el PSOE fue derrotado en las elecciones autonómicas por primera vez desde la creación de la comunidad andaluza, lo que dio paso al gobierno de derechas liderado por el PP y Ciudadanos, con apoyo de Vox. En la ciudad de Cádiz, tanto en el 2015 como en el 2018 ganó la alcaldía José María González Santos (conocido como Kichi), cabeza de la coalición de izquierdas Adelante Cádiz.
Los años 2020-2022 han estado marcados inevitablemente por la pandemia de la Covid-19, que aún continúa en el momento de redacción de esta guía, con desastrosas consecuencias para el turismo en Andalucía, aunque la provincia de Cádiz ha tenido gran éxito como destino nacional, superando en el 2021 su récord de número de viajeros prepandemia.