Las casas medievales rosadas de Albarracín son únicas en España. Tan auténticas resultan sus estrechas y sinuosas calles con balcones de madera colgantes que uno casi espera toparse con don Quijote y Sancho Panza al doblar una esquina. Es posible pasar un día entero debatiendo cuál es el pueblo más bonito de España, pero lo que está claro es que Albarracín, con sus pintorescas fortificaciones, iglesias y casas sobre un promontorio rocoso esculpido por un meandro del río Guadalaviar, es firme candidato a un título así. Su singular historia medieval como mini estado independiente y la historia de su renacimiento desde un abandono casi total en los últimos 60 años se suman a la fascinación que ejerce esta localidad. Albarracín ese halla 38 km al oeste de Teruel y bien merece una estancia de un par de noches. Su color rosado, por cierto, se debe a la inusual tonalidad del yeso local, un importante material de construcción en la zona.