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Hasta los conductores locales rezan tres avemarías antes de enfilar la carretera a Sa Calobra (la culebra), que serpentea a lo largo de 12 km que hacen chirriar los frenos,ponen los pelos de punta y ofrecen maravillosas vistas sobre los acantilados. Pero si esas curvas resultan complicadas en automóvil, qué serán para los ciclistas. Los conductores circulan peligrosamente cerca del precipicio para vislumbrar un barranco que atraviesa los picos desnudos de la Tramuntana hasta llegar a un mar azul oscuro.