En cualquier encuesta sobre los pueblos más bonitos de Baleares, Valldemossa, en las estribaciones orientales de la sierra de Tramuntana, seguro que saca buena nota. A sus calles adoquinadas cubiertas de floridas macetas se suman una bonita iglesia, una santa propia y un antiguo monasterio real donde se alojaron Chopin y George Sand, cuya estancia legó al pueblo un festival de música de lo más edificante: el Festival Chopin.