Con un centro histórico completamente peatonal y numerosos carriles-bici por los barrios, resulta muy fácil explorar la ciudad y sus alrededores en familia, ya sea a pie o en bicicleta. El tranvía permite ir de un lado a otro rápido y sin cansarse. Y la abundancia de actividades para niños asegurarán que nadie se aburra.
Con su laberinto de callejones y casas con entramado de madera, el centro histórico parece como de cuento. En las fachadas se pueden buscar cabezas, animales y flores. Y la catedral es espectacular. ¡A ver quién descubre el perro del púlpito! A los más pequeños les fascinan los autómatas del reloj astronómico, y subir al mirador.
En el Musée Tomi- Ungerer, se puede explorar el mundo del famoso artista. LeVaisseau (03 69 33 26 69; levaisseau.com; 1bis rue Philippe-Dollinger; entrada 8€, 4€ después de las 16.00, pase de día 4 personas 27€; 10.00-18.00 mi, sa-do y fest, 16.00-18.00 ma, ju-vi, vacaciones escolares 10.00-18.00 ma-do; Winston-Churchill) es un lugar de descubrimiento científico. El Musée Alsacien y la exposición interactiva del Musée Historique también gustan.
Solo hay un parque infantil en el centro histórico (Square des Moulins), pero el entorno es incomparable. El Parc de la Citadelle y el Jardin des Deux-Rives son espacios hermosos, con juegos de agua en verano. Hay varias atracciones para niños en la Orangerie. El jardín botánico ofrece un agradable descanso verde. Y el paseo en barco por el Ill es imprescindible.
En el mercado de Navidad hay numerosas animaciones (talleres, espectáculos...).