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Creta no se ajusta a los niños tanto como otros destinos, aunque los griegos los mimarán y les darán regalos y golosinas. Y si el viajero enseña a los suyos a decir algo de griego, se sentirán unos principitos. Los niños son bienvenidos en casi todas partes, y los restaurantes suelen aceptar servirles raciones más pequeñas. Pedir muchos mezedhes (aperitivos) permite descubrir lo que más les gusta. Como las tronas escasean, es buena idea llevarse un asiento hinchable o de tela para atarlo al respaldo de la silla.