Hay que dirigirse al Vaticano y visitar en primer lugar los Museos Vaticanos. Tras admirar la Capilla Sixtina y demás obras de arte, se completa la visita en la basílica de San Pedro. Si se tienen fuerzas, se sube a la cúpula, diseñada por Miguel Ángel, que ofrece vistas fabulosas de la plaza de San Pedro.
Se toma el metro y se cruza el río para ir a Piazza di Spagna. Tras sentarse un rato en la escalinata, se camina hacia la Fontana di Trevi y, como manda la tradición, se echa una moneda al agua para asegurarse el regreso a Roma. Después se sube la colina para contemplar la puesta de sol en Piazza del Quirinale, frente al palacio presidencial, el Palazzo del Quirinale.
Se pasa la tarde-noche en la animada zona que rodea Campo de’ Fiori. El Barnum Cafe es ideal para tomar cócteles y escuchar música tranquila, y el Open Baladin, para probar cerveza artesanal.