La atractiva costa del Algarve es conocida por sus imponentes acantilados, playas doradas, perfectas bahías y bonitas islas, pero la máxima “sol, surf y playa” no hace justicia al Algarve, repleto de otras atracciones, actividades, castillos, submarinismo, ocio, diversión…
El este de Europa es un depósito de cultura, historia y paisajes espectaculares. Ciudades inclinadas a Occidente como Budapest, Cracovia y Praga permiten una primera toma de contacto con los antiguos países del Este; mientras que lugares más al Este como Moldavia, Bielorrusia y Rusia ofrecen un montón de historia contemporánea sin adornos. Hay que quitarse para siempre de la cabeza esas anticuadas fotos de la Guerra Fría en blanco y negro; el este Europa actual rebosa colorido, cultura y bellezas naturales. Esta ‘otra’ Europa quizá sea hoy la mejor parte del viejo continente.
Es muy fácil e inevitable enamorarse de Portugal. Algunos viajeros sentirán el flechazo explorando las playas escondidas a lo largo de la Costa Vicentina, dando pintorescos paseos por la Serra da Estrela o vagando por los rincones menos concurridos del Alentejo, un lugar mágico donde late el alma tradicional de Portugal. Otros se sentirán hechizados por castillos medievales, aldeas de calles adoquinadas, ciudades cautivadoras y playas doradas, o por la conjunción de buena comida y paisajes idílicos.
Nada es más fácil que meter un par de zapatillas de correr en la maleta: pueden llevarnos a sitios como el campamento base del Everest, el interior australiano e incluso el polo Norte. Recorrer el paisaje mientras se suda produce un extraño y profundo sentimiento de pertenencia. Tanto al repetir un circuito cerrado muy conocido cerca de casa como al explorar una tierra nueva y exótica de viaje, cuando se corre se conoce mejor cualquier población y sus habitantes.