Deportes y actividades Nueva Zelanda

Nueva Zelanda al aire libre

Desde aventuras aéreas hasta buceo en las profundidades, Nueva Zelanda es pura adrenalina. Incluso los más apocados se atreverán a colgarse de una cuerda de bungy, tirarse en paracaídas o bajar por rápidos fluviales. El país fue pionero en el bungy jumping y el jetboat, y la actitud temeraria de los habitantes es contagiosa. No hay mejor lugar para ponerse a prueba...

En tierra

Bicicleta de montaña y cicloturismo

Montañas espectaculares entrelazadas de caminos rurales y viejas líneas de ferrocarril: sería difícil diseñar un terreno mejor para el ciclismo de montaña. El New Zealand Cycle Trail (www.nzcycletrail.com), aprox. 2500 km de rutas ciclistas, ayudó a que este deporte pasara de pasatiempo de fin de semana a locura nacional. Por su popularidad entre los aficionados de cierta edad (y la posibilidad de presumir de equipo), se ha dicho que el ciclismo de montaña es “el nuevo golf”. Pero ninguna edad es inmune, y la variedad de las rutas permite elegir entre paseos suaves por prados, circuitos de varios días, emocionantes bajadas de medio día y exigentes aventuras de una semana.

Los parques especializados –con rutas para bicicleta de varios niveles y, por lo general, puntos de alquiler– son ideales para experimentar el ciclismo de montaña al estilo neozelandés. El enclave más famoso es el bosque de secuoyas de Whakarewarewa, en Rotorua, pero también destacan Makara Peak en Wellington; el bosque de Wood-hill, en Auckland; y el Queenstown Bike Park, accesible con el teleférico (Skyline Gondola).

Entre las rutas clásicas se incluyen las 42 travesías por los alrededores del Tongariro National Park; Rameka, en la sierra de Takaka; y las pistas junto a Port Hills, en Christchurch. Cada vez más rutas de senderismo del DOC se pueden recorrer también en bicicleta –como el exigente pero épico Heaphy Track y la desafiante Old Ghost Road, rica en historia– pero el acceso suele estar restringido a la temporada baja, cuando hay menos trajín. Otra cuestión importante es el deterioro de los senderos, por lo que habrá que consultar al DOC antes de salir.

Las mejores rutas se distinguen por la presencia de puntos de alquiler, cuyo personal facilita consejos sobre a dónde ir. En cuanto a libros, el título de referencia es Classic New Zealand Mountain Bike Rides, disponible en librerías, tiendas de bicicletas y en línea (www.kennett.co.nz).

Quienes prefieran el cicloturismo pue-den consultar los cuadernos Pedallers’ Paradise de Nigel Rushton (www.paradise-press.co.nz). Debido a lo variable del tiempo y del estado de las carreteras, el cicloturismo no tiene tanto éxito, pero existen rutas tan destacadas como la Southern Scenic Route, en el sur.

Escalada en roca

En la Isla Norte, algunas zonas muy visitadas son la del monte Eden, en Auckland; la bahía de Whanganui, Kinloch, la bahía de Kawakawa y Motuoapa, cerca del lago Taupo; el valle de Mangatepopo y la garganta de Whakapapa, en la meseta central; Humphries Castle y Warwick Castle, en el monte Taranaki; y Piarere y el popular sur de Wharepapa, en Waikato.

En la Isla Sur se puede ir a la zona de Port Hills, por encima de Christchurch, o al monte Castle, en la carretera al paso de Arthur. Al oeste de Nelson, las montañas de mármol y caliza de Golden Bay y el monte Takaka son magníficas. Otras alternativas son Long Beach, al norte de Dunedin, y el Mihiwaka y el Lovers Leap, en la península de Otago.

Con lluvia, se pueden encontrar paredes interiores para escalar en todo el país, por ejemplo, Rotorua, Whangarei, Auckland, Tauranga, Taupo, Wellington, Christchurch y Hamilton.

Climb New Zealand (www.climb.co.nz) informa sobre las paredes rocosas más difíciles y sobre accesos y clases. Huelga decir que todo el mundo debe recibir clases, excepto los escaladores más veteranos.

En el aire

‘Bungy jumping’

Este deporte lo popularizó el neozelandés A. J. Hackett con su famoso salto, en 1987, desde la Torre Eiffel, tras el cual se propuso convertirlo –con ayuda de su compatriota el campeón de esquí Henry van Asch– en una actividad accesible a todos.

Hoy, su sede original, en Queenstown, es una maraña de cuerdas de bungy, que incluye la tríada de A. J. Hackett: el Nevis Bungy (el más alto en Nueva Zelanda), de 134 m; el Kawarau Bungy (el original), de 43 m; y el Ledge Bungy (el situado a mayor altura; se salta desde una plataforma a 400 m). Hay otro salto de gran belleza en el cañón Thrillseekers, cerca de Hanmer Springs. En la Isla Norte puede realizarse en Taihape, Rotorua, Auckland y Taupo (seguramente el más seductor, sobre el río Waikato). Tampoco decepcionan los imponentes balanceos con cuerda del cañón del Shotover, en Queenstown, y el Nevis Swing.

Parapente y ala delta

Una forma de surcar los cielos sorprendentemente agradable es lanzándose en parapente o ala delta desde una colina o desde lo alto de un despeñadero. Casi todos los vuelos son en tándem, con un instructor, aunque también se pueden recibir clases para hacerlo a solas. Se ofrecen vuelos en tándem en Queenstown, Wanaka, Nelson, Motueka, bahía de Hawke, Christchurch y Auckland. Dirige el cotarro la New Zealand Hang Gliding and Paragliding Association (www.nzhgpa.org.nz).

Paracaidismo

Con algunos de los paisajes más hermosos del mundo, Nueva Zelanda es un destino fantástico para saltar en paracaídas. Los primerizos podrán saltar atados a un instructor, con 75 segundos de caída libre antes de que se abra el paracaídas. La emoción compensa el precio: entre 249 NZ$ por un salto desde 2750 m y 559 NZ$ por la caída libre más alta, desde 5800 m, ofrecida en Franz Josef. Tienen precio aparte los DVD o fotografías para inmortalizar el momento. Más información en la web de la New Zealand Parachute Federation (www.nzpf.org).

En el agua

‘Jetboat’

Bill Hamilton (1899-1978), un ingeniero neozelandés, inventó este tipo de embarcación para surcar las aguas poco profundas de los ríos de la región. Y aunque este le atribuyó su logro a Arquímedes, si se pregunta a los pilotos de jetboat locales, responderán que todo se lo deben a Bill.

En todo el país se organizan circuitos fluviales en jetboat, y aunque lo más llamativo sean los espeluznantes giros de 360° que dan un vuelco al corazón de los pasajeros, esto es solo parte del espectáculo. Las excursiones en jetboat constituyen uno de los circuitos más gratificantes de Nueva Zelanda. En Haast y Whataroa, se internan en una naturaleza prístina, repleta de aves.

Los ríos Shotover, Kawarau y Dart, en Queenstown, están a la altura de las expectativas, al igual que otros cursos de agua no tan conocidos, como el Buller, el Wilkin (Mt Aspiring National Park) y el Whanganui.

‘Parasailing’ y ‘kiteboard’

El parasailing (desplazarse sobre el agua colgado de un paracaídas tirado por una lancha) es quizá la manera más sencilla de conseguir volar. Hay operadores en la bahía de las Islas, la de Plenty, Taupo, Wanaka y Queenstown.

El kitesurf (o kiteboard), que consiste en dejarse arrastrar por el mar sobre una pequeña tabla impulsado por un pequeño paracaídas, se puede practicar en Paihia, Tauranga, Mt Maunganui, Raglan, Welling-ton y Nelson. La península de Karikari, cerca del cabo Reinga, en el extremo norte del país, es un paraíso del kiteboard.

El surf de remo es una actividad menos adrenalínica, pero cada vez más popular. Las apacibles aguas de la bahía de las Islas, Tauranga y Gisborne son perfectas para iniciarse.

Kayak marino

Divertido y a veces emocionante, este deporte acuático ofrece una maravillosa perspectiva del litoral. Los kayaks biplaza, apodados “barcas del divorcio”, presentan otro tipo de desafío.

Como cabría esperar de un país marinero, abundan los lugares para darle al kayak. Destacan Waiheke y las islas de la Gran Barrera, la bahía de las Islas y la península de Coromandel, el estrecho de Marlborough (desde Picton) y la costa del Abel Tasman National Park. Kaikoura es un enclave fantástico para avistar vida salvaje y en Fiordland se contemplan paisajes de órdago. Wellington ofrece la oportunidad de remar en una waka (canoa) maorí tradicional. La Kiwi Association of Sea Kayakers (www.kask.org.nz) ofrece un buen manual básico de remo y recursos para personas con discapacidad.

Submarinismo y buceo con tubo

Nueva Zelanda también cautiva bajo las olas: hay aguas cálidas en el norte, fauna marina interesante en todo el país e impresionantes restos de naufragios. El mejor sitio son las islas Poor Knights, donde las corrientes subtropicales sustentan una fauna variada y fascinante. También nadan muchas criaturas en el pecio del Rainbow Warrior, el buque insignia de Greenpeace, que duerme bajo las islas Cavalli (acceso desde Matauri Bay).

Destacan también la bahía de las Islas, el golfo de Hauraki, la isla de Goat y la Te Tapuwae o Rongokako Marine Reserve de Gisborne. En el Marlborough Sounds se encuentra el Mikhail Lermontov, uno de los trasatlánticos hundidos más grandes del mundo en los que se puede bucear. En Fiordland, los submarinistas con experiencia pueden ir al Dusky Sound, Milford Sound y Doubtful Sound, que tienen buena visibilidad y, ocasionalmente, alguna foca o delfín amistoso. Para bucear con tubo, se recomiendan los arrecifes de la Taputeranga Marine Reserve (Wellington) y la isla de Waiheke, rica en fauna.

Lo normal es pagar desde 160 NZ$ por un breve cursillo introductorio en una piscina, y unos 600 NZ$ por un curso de cuatro días con inmersiones en el océano y acreditación PADI. Las inmersiones organizadas sueltas parten de unos 170 NZ$.

New Zealand Underwater Association (www.nzunderwater.org.nz) Aboga por la limpieza de los mares y la seguridad en el submarinismo. La web tiene información sobre seguridad, consejos para bucear y cuidar del equipo, etc.

‘Dive New Zealand’ (www.divenewzealand.com) La única revista de submarinismo de Nueva Zelanda facilita información de seguridad y listas de clubes y tiendas de submarinismo.

‘Rafting’ en aguas bravas, kayak y piragüismo

Nueva Zelanda no anda escasa de grandes ríos ni tampoco de operadores dispuestos a organizar excursiones por los rápidos de estos. Los ríos están clasificados del I al VI (los de nivel VI no son seguros para el rafting). Los operadores de rafting normalmente organizan un par de excursiones de dificultad dispar para adecuarse a la experiencia y edad de los participantes (en los tramos más encrespados solo suelen admitir a mayores de 13 años).

Los ríos Shotover y Kawarau, en Queenstown, gozan de merecida fama, pero el Rangitata (Geraldine), el Buller (Murchison) y el Arnold y el Waiho no desmerecen en absoluto. Para una aventura de varios días, hay que dirigirse al Landsborough. La región central de la Isla Norte concentra varios ríos de gran tradición, como el Tongariro, el Rangitikei, el Mohaka y el Wairoa. Cerca de Rotorua destaca el río Kaituna, con una caída de 7 m en las cascadas Okere.

El kayak y el piragüismo también están en auge, sobre todo en las serenas aguas de los lagos, aunque no faltan lugares con rápidos, incluidos los tramos relativamente fáciles de la Gran Ruta de Whanganui.

New Zealand Rafting Association (www.nz-rafting.co.nz) Organización sin ánimo de lucro para la conservación de los ríos. Da la clasificación de los ríos y unas listas de operadores de rafting.

‘New Zealand Kayak’ (www.kayaknz.co.nz) Revista de kayak con contribuciones de los lectores.

 

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©Patrick Schneider
Turista montando en bicicleta en la pista de Glendhu Bay a lo largo del lago Wanaka

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  • Aparcar la bici y saborear una cerveza artesanal de Altitude Brewery, acompañada de una comida en el Atlas Beer Cafe de Queenstown.

 

Janice Chen/Shutterstock ©