Japón es seguro, limpio y moderno, un lugar estupendo para ir con niños. Lo malo es que muchas atracciones culturales (santuarios, templos y museos) pueden aburrirles; habrá que incluir actividades para ellos. A los adolescentes les encantarán la cultura pop y los neones de las ciudades.
En supermercados, panaderías, puestos de comida rápida y tiendas se encontrarán bocadillos y otros alimentos familiares; en los supermercados venden comida para bebés.
Si el niño tiene alergias, conviene pedirle a alguien que las ponga por escrito en japonés. En las cadenas de restaurantes suelen indicar los alérgenos más comunes con iconos sobre la carta.
Antes de alojarse en un ryokan en pensión completa, expóngase cualquier modificación necesaria del menú antes de reservar (los que suelen acoger turistas lo entienden bien); también se puede contratar solo alojamiento.
Las familias japonesas suelen comer mucho en cadenas de “restaurantes familiares” (ファミレス; famiresu) como Gusto, Jonathan’s, Saizeriya o Royal Host, que tienen platos infantiles, tronas, grandes mesas y secciones para no fumadores. Las tronas no son tan comunes como en Occidente.
En la mayoría de hoteles se puede pedir una cuna (pagando un suplemento). Algunos tienen habitaciones triples, pero no hay muchas cuádruples o con dos camas dobles.
Las familias japonesas suelen optar por alojamientos tradicionales (ryokan o minshuku) con grandes habitaciones de tatami en las que caben hasta cinco futones en fila.
En los albergues suele haber habitaciones familiares (o al menos dormitorios de cuatro plazas que se pueden reservar enteros). A menudo disponen de cocina.
Los hoteles internacionales de Tokio contratan servicios de canguro con personal angloparlante.
En las farmacias grandes se pueden comprar pañales, biberones, toallitas y medicamentos.
En los grandes almacenes, centros comerciales y grandes estaciones de trenes suelen disponer de instalaciones para cambiar pañales.
No es habitual dar el pecho en público, aunque algunas mamás lo hacen (búsquese un rincón tranquilo y úsese un chal para que nadie lo note).
Los trenes disponen de asientos reservados para embarazadas y personas con bebés. Lo mejor es evitarlos durante la hora punta (7.00-9.30). Los menores de 12 años pueden viajar con sus madres en los vagones solo de mujeres, menos atestados. Los niños de 6 a 11 años pagan medio billete (también en el tren bala); los menores de 6 años viajan gratis.
Las estaciones de trenes y los edificios de las grandes ciudades suelen tener ascensor; muchas atracciones, como templos y santuarios, no tienen rampas. Algunos callejones no están asfaltados.
Viajar en coche (fuera de las ciudades) suele ser un buen recurso para las familias, ya que permite controlar mejor niños y equipaje. Los taxis no suelen tener sillitas infantiles, pero la mayoría de agencias de alquiler de coches sí, si se piden con antelación.
Las multitudes enloquecen con el deporte nacional. Todas las grandes ciudades tienen su equipo.