Bienvenidos a Mongolia

La agreste Mongolia es un destino intrépido donde se vive la cultura nómada en inmensos y vírgenes paisajes.

Un país abierto

Mongolia vivió en la burbuja soviética durante gran parte del s. XX. Una generación después de la caída del comunismo, el país ha resurgido como una joven democracia con una economía basada en la minería, la agricultura y el turismo. Parte de los recursos se reinvierten en instalaciones turísticas, como el nuevo aeropuerto internacional de Ulán Bator. Los visados son sencillos de conseguir y algunas nacionalidades ni los requieren. La competencia entre los operadores turísticos ha redundado en mejores servicios. Los viajes no siempre resultan cómodos y en muchas zonas los servicios son básicos.

El medio natural

Los mongoles son conscientes de la belleza de su país. Si se les pregunta, se entusiasmarán hablando de sus paisajes de estepas inmensas, agrestes montañas, límpidos lagos y de la fauna silvestre y ganado. Algunas zonas son tan salvajes que se puede conducir todo un día sin ver apenas señales de la presencia humana. Experimentar la naturaleza en estado puro es lo que atrae a tanta gente. Los habitantes de Ulán Bator han empezado a descubrir su propio país y el camping es una actividad popular. Las zonas protegidas cubren casi una quinta parte del territorio y el Gobierno desea ampliarlas.

Hospitalidad nómada

La cultura nómada mongola es célebre: se puede dormir en una yurta pastoril tradicional de fieltro, ayudar a reunir el rebaño, montar a caballo o vivir la naturaleza. El legado de Gengis Kan y el renaciente orgullo nacionalista intensifican la experiencia, y la hospitalaria cultura facilita el contacto con el pueblo. En un mundo lleno de cerraduras y verjas, resulta grato conocer a gente deseosa de abrir sus puertas. Pero en Mongolia es costumbre que los huéspedes correspondan a la hospitalidad con unos obsequios para los niños.

Algo más que hierba y caballos

Este país seminómada está cambiando y sus ciudadanos emigran en masa a Ulán Bator y otras ciudades en busca de oportunidades de trabajo o estudio. De hecho, muchos mongoles han adoptado plenamente la economía, el capitalismo y el consumismo globales. Rurales o urbanos, los mongoles se enorgullecen de sus instituciones democráticas de participación cívica. Deseosa de formar parte de la comunidad mundial, Mongolia envía soldados en misiones de paz por todo el mundo y se promociona para acoger las conversaciones de paz del noreste asiático. Visitar Mongolia hoy es vivir en medio de estas notables transformaciones.

Por qué me gusta Mongolia

Michael Kohn, escritor

Durante 20 años he recorrido cada rincón de Mongolia escribiendo sobre la historia del budismo en el desierto de Gobi, buscando ladrones de ganado en el noroeste y presenciando ceremonias chamánicas ancestrales en el este. Me encanta cruzar el país, disfrutar de los paisajes vírgenes, los ríos cristalinos y los valles sembrados de yurtas. Cada viaje trae nuevas aventuras y encuentros inesperados. Aunque su carácter y su fascinante cultura son entrañables, mi amor por Mongolia es principalmente por su gente generosa y hospitalaria, siempre dispuesta a acoger al extranjero, informar, cotillear y mostrar lo mejor del alma humana.

 

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