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La punta de la península de Krabi atesora una de las formaciones naturales más famosas de Tailandia: las rocas kársticas de Railay, que emergen directamente del océano. Las playas relucen con su arena blanca como el azúcar y en las selvas del interior el único tráfico es el pedestre. Sin automóviles, no hay atascos ni problemas de transporte. Los visitantes van y vienen en largos barcos de popa larga. Este es un buen lugar para bañarse, descansar, practicar submarinismo o escalar en roca. Se puede aprender lo básico en escalada, o quedarse lo suficiente para coronar por libre un pináculo.