Ámsterdam, Oporto, París y Valencia
Los puentes de mayo o los fines de semana primaverales son el momento perfecto para escaparse a visitar nuevos museos o exposiciones, asistir a un concierto, ir de compras o simplemente dedicarse a recorrer por unos días el centro de algunas de las ciudades más interesantes de Europa.
1. Ámsterdam, museos, vanguardia y canales
Con la llegada del buen tiempo, Ámsterdam sale a las calles, las terrazas se llenan de gente y en sus parques y jardines comienzan a celebrarse todo tipo de eventos. Es un momento magnífico para hacer una escapada a la ciudad de los canales, recorrerlos con calma y asomarse a sus famosos museos.
Se puede comenzar paseando por De 9 Straatjes (las 9 calles), un microbarrio formado por pintorescas calles entre los grandes canales que es de lo más fotogénico y está lleno de tiendas vintage, boutiques de moda, y encantadoras cafeterías.
Entre los museos, hay dos imprescindibles: el Rijksmuseum y el Van Gogh Museum; pero indagando un poco se pueden encontrar otros pequeños museos de lo más original en las casas que se asoman a los canales, desde uno dedicado a los bolsos hasta otro sobre la Biblia o un magnífico centro consagrado a la fotografía en una preciosa mansión, la Huis Marseille.
Más allá de la zona turística, todavía habrá tiempo para descubrir algunos nuevos barrios donde se cuece la vida más artística y bohemia de la ciudad. Como por ejemplo Noord, detrás de la estación central, donde se combinan áreas verdes, encantadores pueblecitos, algunos de los edificios más vanguardistas de la ciudad, garitos para escuchar música, estudios de artistas y fantásticas terrazas junto a los canales. Allí se sitúa un antiguo astillero convertido en centro cultural, el Muelle NDSM, que reúne estudios de artistas y jóvenes creativos. Lo curioso es que en esta misma zona, tan vanguardista y bohemia, se conservan pueblos históricos (Nieuwendam, Ransdorp y Zunderdorp) con granjas tradicionales holandesas construidas en forma de queso, casas de madera, esclusas y magníficas vistas.
2. Oporto, la última escapada de moda
A una hora de vuelo, junto al mar y con todo el encanto de los viejos puertos, Oporto se debate entre la saudade nostálgica y la modernidad de vanguardia que ha impregnado las calles, las tiendas de diseño, las nuevas joyas arquitectónicas y hasta los bares de la playa.
La prueba de que Oporto vive un cambio radical está en Rua Miguel Bombarda, una calle llena de energía, vitalidad y creatividad que es el escaparate del arte callejero en auge y además es el centro de las galerías, tiendas vintage o concept stores que están creando el nuevo rostro de la ciudad. Es exactamente la zona hipster y artística que lleva a Oporto hasta el s. XXI. Hay galerías, como Galeria São Mamede, con exposiciones temporales muy interesantes, tiendas de diseño como Cocktail Molotow, tiendas de segunda mano como Flapper o el arte más actual en rincones como Ó! Galeria dedicada a ilustradores.
Muchos de sus visitantes de Oporto acuden para descubrir su faceta gastronómica, presidida por el famoso vino. Para mezclarse con los lugareños y picar algo, vale la pena entrar en el Mercado del Bom Sucesso, ahora completamente reformado, o en otro mercado clásico y lleno de productos frescos y artesanales como es el Mercado do Bolhão. Su visita es un billete de entrada al alma de Oporto. Casi todos los tripeiros (comedores de tripas, como se conoce a los habitantes de la ciudad) tienen debilidad por esta estructura de hierro forjado del s, XIX y su mercado, la despensa de Oporto, con productos frescos, quesos, aceitunas, carnes ahumadas, embutidos, panes, tremoços (altramuces), bacalhau y mucho más.
Para descubrir el activo panorama gastronómico de Oporto, una buena opción son los circuitos de media jornada que propone Taste Porto Food Tours, sabrosos recorridos guiados a pie por los barrios de Bolhão y Aliados probándolo todo.
3. París, cultura por todo lo alto
Es la gran ciudad europea y un viaje que nunca defrauda. Si se necesita una excusa cultural para volver a París, en estas fechas se programan dos exposiciones más que recomendables: la primera es “De Zurbarán a Rothko” (en el Museo Jacquemart-André hasta el 10 de julio) que reúne unas cincuenta obras maestras (Tiepolo, Canaletto, Goya, Toulouse-Lautrec, Gauguin, Van Gogh, Picasso y Modigliani, entre otros) provenientes de la colección de Alicia Koplowitz. Y la segunda es el homenaje a Rodin, en el centenario de su muerte (en el Grand Palais hasta el 31 de julio).
Los amantes de la música tienen la excusa perfecta: empieza la temporada de los grandes festivales, como elVillette Sonique, del 23 al 28 de mayo, o el comprometido We Love Green en el Bois de Vincennes. Hay también festivales de jazz como el Saint-Germain-des-Prés, del 11 al 22 de mayo, o el Paris Jazz festival en el Parc Floral, en junio.
A mediados de mayo, también se celebran fiestas en las orillas del canal Saint-Martin con teatro, música, danza y actuaciones musicales. Y todo para prepararse para la gran Fiesta de la Música, el 21 de junio, con grandes conciertos gratuitos en los lugares clave de la capital.
Los gourmets también están de enhorabuena si visitan París en mayo: bajo el nombre de Les Heures Heureuses,durante una semana se organizan numerosos paseos golosos a través de toda la capital, perfectos además para descubrir barrios como Ménilmontant, Clichy-Batignolles, o el Marais. En el mismo mes se celebra el salón gastronómico Taste of Paris, que se instala en el Grand Palais, del 18 al 21 de mayo, con degustaciones, encuentros con los chefs, animaciones culinarias, etc.
4. Valencia, playa, noche y paella
Valencia es la escapada perfecta y cercana: está bien comunicada, tiene playas estupendas, buen tiempo, un panorama cultural y gastronómico en auge y una animada vida nocturna. ¿Qué más se puede pedir?
La visita es un éxito asegurado: arquitectura contemporánea, edificios modernistas fabulosos, buenos museos y un barrio antiguo con carácter. Además de la catedral, la lonja gótica o la imponente Ciudad de las Artes y las Ciencias, sorprende con rincones como el Mercado Central, el Museo de Bellas Artes, o las cercanas playas del Saler y la Malvarrosa. Si lo completamos con un paseo por el antiguo cauce del Turia, convertido en un largo y agradable parque, con una paella en la playa y con una noche de tapas y copas por el barrio de Russafa, la escapada puede resultar inolvidable.