5 paradas de un recorrido en tren por la región rusa del Volga
El Volga, con 3530 km de recorrido, no solo es uno de los ríos más largos de Rusia, sino que además ha jugado un gran papel en la historia del país. Fue la principal vía por la que, a lo largo de los siglos, Moscú se expandió hacia el sur, en dirección al Mar Caspio; y el telón de fondo de la épica victoria del zar Iván el Terrible sobre los kanatos de Kazán; el del nacimiento de Vladímir Ilich Lenin en Ulyanovsk; y el del triunfo del Ejército Rojo sobre la Alemania nazi en Volgogrado (Stalingrado). Además, posee extensos tramos de una belleza natural arrebatadora, sobre todo en la región del delta, al sur de Astracán.
Con un poco de planificación previa, la región del Voga resulta fácil de explorar. De junio a septiembre, por ejemplo, son varios los operadores que ofrecen cruceros. Los principales puertos también están conectados por tren, con distancias entre ciudades de entre 8 o 12 horas que pueden cubrirse de noche.
Hemos trazado un circuito en tren con cinco paradas, desde Nizhni Nóvgorod hasta Astracán, que realza la historia y el esplendor natural de la región (y, además, todas las ciudades, excepto Astracán, han sido sedes de la Copa Mundial de la FIFA 2018).
Primera parada del tren: Nizhni Nóvgorod
A medida que Moscú se expandía hacia el sur en el s. XVI dejaba tras de sí un legado de impresionantes fortalezas –kremlins–, y el kremlin de Nizhni Nóvgorod impresiona por su tamaño y sus magníficas vistas al río. Hoy alberga los mejores museos de la ciudad, incluido el Nizhegorodsky State Art Museum, con arte impresionante, y el recién reformado National Centre of Contemporary Art.
Durante la época soviética, Nizhni –entonces conocida como Gorki– estaba cerrada a los extranjeros y era el lugar donde deportar a las personas que el régimen consideraba ‘inconvenientes’. El físico y disidente Andréi Sájarov vivió exiliado en esta ciudad ocho años en las décadas de 1970 y 1980. Su modesto piso se ha convertido en un peculiar museo y conserva el mismo aspecto que el día que Sájarov lo abandonó, en 1986.
Nizhni posee algunos restaurantes excelentes, incluido Restoratsia Pyatkin, que ofrece especialidades de pescado del Volga y kvas (una bebida fuerte de pan de centeno fermentado). Para pasar la noche, la mejor opción es la familiar Jouk-Jacques, en la peatonal Bolshaya Pokrovskaya ul, a un corto paseo del kremlin.
Segunda parada de la ruta: Kazán
Desde Nizhni, un tren nocturno viaja a Kazán, antiguo baluarte del kanato y actual capital de la República Autónoma de Tartaristán. Una excursión hasta aquí permite descubrir la singular cultura y gastronomía de los tártaros del Volga, un pueblo islámico de etnia túrquica que compone la mitad del total de la población de la ciudad.
Conforme a su carácter multiétnico, el flamante kremlin blanco de Kazán alberga la enorme mezquita Kul Sharif y la catedral de la Anunciación. Un paseo tranquilo por esta zona regala vistas increíbles del río y permite contemplar obras de arte impresionantes en la sede local del Museo del Hermitage.
Al sur del kremlin, los vestigios del asedio al que Iván el Terrible sometió a Kazán se perciben en el Antiguo Asentamiento Tártaro, un barrio maltrecho de casas de madera de colores que datan de la época en la que solo la gente de etnia tártara podía vivir en esta parte de la ciudad.
Se puede degustar el tradicional chak-chak tártaro, un preciado dulce elaborado con masa horneada con miel, en el Museo Chak-chak, o atreverse con platos típicos tártaros un poco más elaborados, como el guiso de potro o cordero en Dom Tatarskoy Kulinarii. Giuseppe Hotel es un hotel-boutique de propiedad italiana que está muy cerca del kremlin.
Kazán, la histórica capital multicolor de Tartaristán
Tercera parada del circuito ruso: Samara
Desde Kazán se puede ir hacia el sur hasta el animado puerto de Samara. La verdad sea dicha, para tratarse de una ciudad de su tamaño (1,16 millones de habitantes) Samara no tiene muchos puntos de interés, aunque sí goza de muy buen ambiente y de un bonito parque ribereño. El único lugar para visitar es un búnker subterráneo de la II Guerra Mundial que mandó construir Stalin por si los nazis tomaban Moscú, pero nunca nadie llegó a utilizarlo.
Las afueras de Samara son el punto de partida de excursiones por los montes Zhigulí al otro lado del río, en la orilla oeste. El río rodea los montes creando una península que abarca unas 32 000 Ha de reserva nacional de bosque y un montón de senderos.
Abundan los sitios donde comer bien. Staraya Kvartira combina excelente cocina rusa con un entorno memorable en un piso restaurado de la época soviética. Para pasar la noche, una buena opción es el Hotel Europe, un hostal curioso pero acogedor que ocupa una mansión de 1902 de color mostaza.
Guía gastronómica de Rusia
Cuarta parada del recorrido en tren: Volgogrado
Tomando el tren nocturno hacia el sur uno se embarca en el largo trayecto (17 h) hacia Volgogrado, una ciudad idolatrada en los libros de historia rusos, ya que fue el lugar donde finalmente cayó el gigante nazi en la II Guerra Mundial. Es el enclave donde se libró, desde finales de 1942 hasta principios de 1943, la famosa Batalla de Stalingrado, en la cual murieron más de un millón de personas. Tras la batalla, los soviéticos reconstruyeron la ciudad con toda la pompa y un montón de palacios, y hoy se conserva como un lugar hermoso e impresionante.
Tomando el tranvía de alta velocidad, a 3,5 km del centro, se puede ir a ver el inmenso recinto conmemorativo Mamáyev Kurgán, rematado por una estatua de la Madre Rusia de 72 m de altura. Es buena idea dedicar la mayor parte del día a pasear por la zona y admirar sus evocadoras estatuas, sus estanques, la iglesia, el cementerio y la llama eterna. De vuelta a la ciudad, el Panorama Museum of the Battle of Stalingrad narra la historia de la batalla a lo largo de ocho grandes salas de exposición y una panorámica de 360 grados.
El alegre paseo ribereño de Volgogrado cuenta con un montón de sitios donde tomar un bocado. Hungry (en la céntrica Avenida de los Héroes) es un moderno café que sirve ensaladas contundentes y auténticas pizzas al horno de leña. Stary Stalingrad es un hotel-boutique muy asequible que ofrece habitaciones muy buen amuebladas con un toque individual.
Última parada del tren: Astracán
Étnicamente diversa, Astracán se alza al norte del extremo del río y es la cara de Rusia en el Mar Caspio. Dada su estratégica ubicación, a nadie le sorprende que la ciudad cuente con un impresionante kremlin, del s. XVI, repleto de iglesias y museos. También hay un bonito paseo ribereño que se extiende (literalmente) varios kilómetros.
Astracán es el campo base principal para visitar el delta del Volga, que empieza unos 70 km al sur. Si bien es posible hacerlo en transporte privado, resulta mucho más fácil organizar la excursión (incluido todo el papeleo necesario) a través de un operador privado. Varios operadores con sede en Astracán, incluidos Cezar y Procosta, ofrecen excursiones de un día o más largas para practicar actividades como la navegación, la pesca y la observación de aves.
Astracán es ideal para saborear la diversidad culinaria de la región, por lo que no hay que perder la oportunidad de ir a comer a Mindal (ul Ulyanovykh 10), con una carta llena de platos azeríes, persas, kazajos y rusos. El vecino Astrakhanskaya Hotel ofrece lujo a precios asequibles en un palacio urbano del s. XIX.
Cómo llegar al punto de partida de la ruta en tren
El punto de partida de esta ruta por la región del Volga, Nizhni Nóvgorod, tiene excelentes conexiones de tren y avión con Moscú. De vuelta, el pequeño aeropuerto de Astracán ofrece varios vuelos diarios a la capital rusa. En cuanto a cruceros fluviales, los principales operadores locales incluyen Infoflot, Kruiz y Volga Heritage, entre otros.