Desviarse aunque sea un poco de la principal ruta turística de Toledo y el Quijote permite descubrir algunos de los parajes menos conocidos de España.
Nunca se habrán visitado ruinas romanas con tanta tranquilidad como en Segóbriga y Valeria, mientras que las vecinas localidades de Pastrana y Atienza son dos de los pueblos medievales más bellos de España, y si se visitan entre semana apenas se encuentran turistas. Al sur de Toledo, castillos cimeros abandonados como el Castillo de Montalbán susurran historias de un pasado épico. En el extremo sureste de la región se alza Alcalá del Júcar, uno de los típicos pueblos olvidados por el tiempo en el valle del río Júcar, mientras que la Sierra de Alcaraz es como el mundo perdido de Castilla-La Mancha.
Catedral de Toledo Posee una luz mística tras el altar principal.
Ruinas Romanas de Valeria El mejor foro romano que se conserva en España.
Sinagoga del Tránsito, Toledo Una de las últimas sinagogas construidas en España.
Casas Colgadas, Cuenca Casas que cuelgan sobre una garganta.
Corral de Comedias, Almagro Un antiguo teatro al estilo shakesperiano.
Molinos de viento, Consuegra El clásico de Cervantes cobra vida.
Puede que una de las grandes epifanías para el lector moderno de la obra magna de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, es lo divertida que resulta su historia, incluso a día de hoy. En la historia de la ficción existen pocos personajes tan cómicos como el ojiplático, fabulador y deliciosamente absurdo don Quijote y su rollizo escudero Sancho Panza.
Don Quijote es un libro sorprendentemente fácil de leer. Relatadas de forma episódica, las andanzas divagantes y las ridículas aventuras en las que se ven enredados los dos famosos amigos, ya sea atacando molinos, confundiendo rebaños de ovejas con ejércitos enemigos o siendo manteados a modo de curioso castigo ritual, evocan el humor de los Monty Python.
No es de extrañar que el “Caballero de la Triste Figura” de Cervantes aparezca por todas partes en Castilla-La Mancha en forma de estatua, en vallas publicitarias, en rótulos de restaurantes y en museos. También existe un conjunto de 10 rutas excursionistas conocido como Las Rutas de Don Quijote: son senderos bien señalizados que en total suman más de 2500 km y atraviesan 148 municipios, desde Toledo hasta Sierra Morena, en la frontera con Andalucía, y que evocan el espíritu del Quijote, pero no las rutas que él emprendió.
Cervantes fue deliberadamente impreciso con la geografía del libro, algo que ya queda claro con la famosa primera frase del libro (“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”). Esta vaguedad ha hecho que casi todos los pueblos de La Mancha se atribuyan su momento de gloria en la leyenda del Quijote. En el 2004, diez destacados académicos españoles analizaron a fondo el texto en un intento por dilucidar cual había sido el punto de partida de las aventuras de don Quijote, y finalmente concedieron ese honor a Villanueva de los Infantes (5581 hab.), en el extremo sur de Castilla-La Mancha.
No obstante, el punto de referencia más concreto que aparece la novela es la localidad de El Toboso, un lugar que se menciona de forma explícita en el libro por ser el pueblo donde vive la mítica damisela del caballero andante, Dulcinea del Toboso. Allí hay dos museos dedicados a El Quijote para visitar, la Casa-Museo de Dulcinea y el Museo Cervantino. La plaza principal del pueblo está presidida por una adorable escultura de don Quijote y Dulcinea, acompañada por citas del libro escritas en los muros de los edificios municipales. El Toboso está 131 km al suroeste de Toledo por la CM-42.
No muy lejos de El Toboso, la localidad de Campo de Criptana cuenta con 10 molinos lo suficiente antiguos como para haber existido en época de Cervantes. ¿Serán los que don Quijote tomó por gigantes?
Los aficionados al Quijote querrán visitar el Museo del Quijote y Biblioteca Cervantina de Ciudad Real, que contiene una biblioteca dedicada a Cervantes y un interesante espectáculo audiovisual en 3D basado en el libro. El lugar, además, está custodiado por la que posiblemente sea la mejor escultura del Quijote en la región, y que muestra a don Quijote, lanza en ristre y a lomos de su maltrecho rocín, Rocinante, erguido sobre las patas traseras mientras Sancho, en segundo plano, arrastra a su asno y llama a su señor.
En la Casa-Museo de Dulcinea, en El Toboso, se ofrecen también visiones fascinantes del patrimonio literario quijotesco; pero también hay otros museos que ofrecen la oportunidad de profundizar en la región.
En Talavera de la Reina, por ejemplo, el Museo Ruiz de Luna está dedicado al maravilloso mundo de la cerámica, una tradición artesanal con siglos de historia muy diferente de la cerámica de producción industrial predominante en el resto de España. Por otro lado, las celebraciones de Semana Santa en Cuenca son unas de las más conmovedoras del país, y el Museo de la Semana Santa que alberga la ciudad es una buena alternativa para conocerlas si no se puede viajar a Cuenca en Pascua.
La cocina manchega es una de las grandes olvidadas de España. Mientras que las regiones de Cataluña y el País Vasco coleccionan constelaciones de estrellas Michelin, los mejores restaurantes de Castilla-La Mancha suelen ser establecimientos modestos, sencillos, familiares que sirven una cocina honesta y sabrosa. La clave a la hora de elegir un sitio para comer es “no complicarse”, porque las mayores sorpresas se esconden en los lugares más improbables. Además, esta tierra también brinda la oportunidad de convertirse en un experto en quesos manchegos tradicionales.
Villadiego Una granja a visitar, al suroeste de Ciudad Real, para aprenderlo todo sobre el queso manchego (un queso curado de leche de oveja).
Bodega de las Estrellas Para descubrir los vinos de la prolífica región vinícola de Valdepeñas.
Romera Bistrót Famoso restaurante de Cuenca donde comer de todo, desde sashimi hasta cordero relleno.
Restaurante Abrasador Para probar las famosas berenjenas en conserva de Almagro.
La Abadía La mejor cocina local la expone el menú de Montes de Toledo.