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Los cursos del río Sil y Miño corren a su encuentro marcando la división entre las provincias de Lugo y Ourense. Sus caudales han horadado portentosas gargantas navegables y han sido el sustrato de un paisaje frondoso, solo interrumpido por la gran concentración de monasterios, lo que, en la Edad Media, valió a la zona el sobrenombre de ʻRivoira Sacrataʼ. Hoy, con la mayoría de los monasterios exclaustrados, a lo que realmente se consagra este paraje es al vino, pues en sus vertiginosas pendientes se cultivan las uvas de la denominación de origen Ribeira Sacra.