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Las calas solitarias son uno de los puntos fuertes de Mallorca, pero pocas pueden competir con la de Coll Baix. Accesible solo por mar o a pie a través de olorosos bosques, esta impresionante medialuna blanca, rodeada de acantilados y aguas azul cobalto y turquesa, está escondida entre los pinos del cabo de Pinar. Aquí lo único que se escucha es el agua que lame la orilla, el gorjeo de los pájaros y, según la hora, el silencio total.