La cultura en Finlandia

Estilo de vida de Finlandia

Pese a su magníficos paisajes, encantadores bosques y sinfín de actividades al aire libre, lo mejor de Finlandia es su gente. Aislados en este rincón de Europa, un territorio extremo con largos períodos de luz y oscuridad, calor y temperaturas glaciales, los finlandeses van a su aire y han desarrollado un carácter muy independiente y autosuficiente, apoyado por un sentido del humor realmente singular.

’Sisu’

Finlandia no es Escandinavia ni Rusia. Sin embargo, sus tradiciones han asimilado rasgos de ambas culturas. No obstante, el finlandés moderno es muy independiente. La larga lucha por la independencia y la batalla diaria por sobrevivir en un entorno hostil ha generado una sociedad ordenada que resuelve los problemas a su manera. También ha visto nacer el sisu, a menudo traducido como “agallas”, o resistencia para soportar largos períodos de penuria. Aunque todo parezca perdido, los finlandeses con sisu lucharán mientras les quede aliento. La resistencia contra el Ejército Rojo en la Guerra de Invierno es un magnífico ejemplo.

Amor por la naturaleza

Los finlandeses sienten un profundo apego por los bosques y lagos de su país. En julio, Finlandia es uno de los lugares más relajantes y alegres para visitar, lo que explica por qué los finlandeses no han sido nunca grandes viajeros. Tras el largo invierno, ¿por qué perderse todo lo que el país ofrece? Desde el solsticio de verano hasta que acaban las vacaciones de julio, los finlandeses se dirigen en masa a sus mökki (casitas de verano). Casi todos pueden adentrarse en el bosque en cualquier época del año y salir cargados de frutos del bosque, setas o peces de río. En general, los urbanitas finlandeses tienen un contacto mucho más estrecho con la naturaleza que sus semejantes europeos.

Sauna

Ubicadas en domicilios particulares, hoteles, casas de verano, campings y lugares más insospechados, las más de dos millones de saunas que hay en el país se utilizan para tratar cualquier dolencia, cerrar negocios o simplemente hacer vida social.

Tradicionalmente, la sauna se empleaba como lugar de aseo, así como para ahumar carne e incluso dar a luz. Las referencias más antiguas a la sauna finlandesa que se conservan son unas crónicas de 1113, y su uso se menciona en numerosas ocasiones en el Kalevala.

Casi todas las saunas son privadas, pero también las hay públicas, y la mayoría de los hoteles tiene una. Si alguien propone tomar una sauna particular debe interpretarse como un honor, algo así como ser invitado a cenar. Lo habitual es ir desnudo. Aunque las familias finlandesas suelen ir a la sauna en grupo, hombres y mujeres acostumbran a tomarla por separado.

Las saunas públicas suelen estar segregadas por sexos y, en el caso de que solo haya una, tener horarios distintos para hombres y mujeres. En las saunas mixtas se acostumbra a ofrecer alguna prenda para cubrirse. Los finlandeses son muy estrictos respecto al carácter no sexual de la sauna, lo que hay que respetar. En origen, la sauna era un lugar para asearse y meditar.

La más común es la eléctrica, que produce un calor relativamente seco si se compara con la sauna con chimenea, que se calienta con leña y resulta imprescindible en las casas de veraneo. Menos habitual es la auténtica savusauna (sauna de humo), que carece de chimenea. El humo se deja salir justo antes de entrar; las paredes ennegrecidas por el hollín forman parte de la experiencia. Aunque la parte superior de la sauna puede superar los 120°C, muchos consideran que la temperatura ideal es 80°C. A esa temperatura se suda mucho.

Según el protocolo, debe utilizarse un kauha (cazo) para verter agua en la kiuas (estufa), lo que produce löyly (vapor). Entonces, al menos en verano en el campo, hay que azotarse suavemente con la vihta (vasta, en el este del país), un ramillete de hojas frescas de abedul. Esta operación mejora la circulación, tiene propiedades limpiadoras y perfuma la piel. Cuando se sienta bastante el calor, hay que lanzarse al mar, al lago, al río o a la piscina y luego volver a la sauna y repetir el proceso, y así varias veces. En un edificio cerrado, basta con darse una ducha fría. Como este cambio de temperatura es tan importante, en invierno los finlandeses suelen practicar un agujero en el hielo para meterse en el agua.

Tristeza

Los finlandeses tienen una tendencia a la depresión más acusada que sus vecinos del oeste. Aunque no se cuentan entre los mayores consumidores de alcohol de Europa, la incidencia del alcoholismo es elevada. Los largos y oscuros inviernos pueden minar la moral de cualquiera; el trastorno afectivo estacional es bastante común y la tasa de suicidios es más elevada de lo que podría esperarse de un país con un nivel de vida tan elevado. Esta tendencia a la melancolía se refleja en las predilecciones musicales (letras incl.) de los finlandeses; incluso los éxitos veraniegos de suomi-pop más alegres tienen una parte sombría, y el tango finlandés va más allá de lo lúgubre.

Silencio

Aunque durante años se ha exagerado esta tendencia, se puede afirmar que los finlandeses creen en los silencios cómodos. Si una conversación se termina de manera natural, no hay razón para continuarla con palabrería. Los autóctonos afirman en tono jocoso que inventaron los mensajes de texto para no tener que hablar con los demás, y, en verdad, es fácil pasar 20 min en una sauna con el mejor amigo sin soltar palabra. Los finlandeses tienen un sentido del humor singular y oscuro, y saben reírse de sí mismos. Sin embargo, eso no quiere decir que no sean locuaces. Lo son, y mucho tras unas pintas de cerveza, cuando las reservas desaparecen y dan paso a una bulliciosa cordialidad.

Religión

La Iglesia luterana domina la vida religiosa del país; cerca del 78% de los finlandeses se declaran luteranos. El segundo grupo religioso en importancia, los ortodoxos, suponen solo el 1,5% de la población. Sin embargo, los finlandeses están entre los que menos van a misa en el mundo cristiano.

Varios movimientos luteranos evangelistas intentan invertir esta tendencia, con frecuentes apariciones en las noticias. El ultraconservador movimiento Lestadiano (cuyos miembros ven con recelo bailar o incluso llevar pendientes) tiene numerosos adeptos, al igual que la carismática iglesia Nokia-Missio. Alrededor de uno de cada 10 finlandeses pertenece a un movimiento evangelista.

 

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