La capital de Irlanda es su mayor ciudad y la principal puerta de entrada al país. Dublín tiene todos los alicientes de una gran metrópoli internacional, pues cuenta con museos de primera, opciones de ocio, restaurantes magníficos y hoteles excelentes. Pero el factor decisivo son los propios dublineses, más amables, tranquilos y acogedores que los burgueses de casi cualquier otra capital europea. Luego está lo de ser la cuna de la Guinness, claro.