Los mejores lugares para comer cosas raras

1. Ostras de las Rocosas (Montana, EE UU)

¿Marisco en Montana? Bueno, no exactamente. También se las conoce como ostras de la pradera, buñuelos de ternero o caviar del vaquero, pero en realidad son testículos de ternero fritos. Son una tradición en los ranchos del Oeste, donde tras la temporada de castrado, en primavera, los testículos de bovino abundan. Aunque pueda que haya que echarle huevos (con perdón) para clavarle el diente a la primera ‘ostra’, una vez se pruebe esta delicia crujiente por fuera y cremosa por dentro, se querrá repetir. Por suerte, se sirven de dos en dos.

Begijnhof, el pequeño patio escondido de Ámsterdam

A Begijnhof es tan fácil llegar como sencillo pasarse la entrada si no vas muy atento. El acceso principal está en el cruce de las calles Gedempte Begijnensloot y Begijnensteeg. Hay otra pequeña puerta que comunica este lugar con Spui, la plaza de los mercadillos de libros y de arte. Begijnhof es un patio interior luminoso y ajardinado, rodeado de una treintena de casas de claro estilo holandés y con un par de pequeñas iglesias. Es un recinto privado. Hay una parte a la que no se puede acceder para respetar la tranquilidad de los vecinos.

Cuzco, viaje al ombligo del mundo

Lo primero que sientes nada más aterrizar en Cuzco es, literalmente, la falta de aire y una extraña sensación de agotamiento. No sufras, se llama mal de altura y es debido a los más de 3.300 metros sobre los que se asienta esta histórica ciudad. A partir de aquí, calma. Uno termina aclimatándose, pero hasta entonces hay que caminar despacio, respirar tranquilo, comer ligero (las digestiones a esta altura son muy lentas) y procurar no beber alcohol.

12 pistas para ser 'vintage'

1. Buscar una cabina de teléfono

Hace años, aunque no tantos, lo primero que uno hacía al llegar a otro país era buscar una cabina de teléfono. La siguiente operación era encontrar monedas, fichas o tarjetas para utilizarla, enterarse de cuánto podía costar la llamada a casa (solo para decir que se había llegado bien), y luego llamar y hablar lo más rápidamente posible para que no costara un riñón. Todo esto ya es historia: no quedan casi cabinas telefónicas en el mundo (ni falta que hacen), se llama por el móvil y se conecta por skype en cuanto se encuentra una wifi.

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