Viajar con niños a Tanzania puede parecer desaconsejable: el alojamiento y la entrada a los parques son caros, las distancias largas y los vehículos de alquiler costosos. Pero el país reúne atractivos maravillosos, como fauna, playas, gente amable y buen tiempo.
Los parques de Tanzania, sobre todo el Serengeti, el Tarangire y el cráter del Ngorongoro, casi garantizan el avistamiento de animales salvajes, a menudo muy cerca. Si se ha decidido alojarse dentro del parque, conviene elegir un lodge o campamento con piscina para quemar energías entre salida y salida para ver animales. Otra posibilidad es quedarse fuera del parque en un hotel con piscina y/o jardines para correr. La entrada en el parque debe coincidir con las mejores horas para avistar a los animales (con tentempiés o comida para un pícnic), aprovechando para realizar circuitos culturales, salidas nocturnas y actividades fuera del parque.
Las playas son una maravilla, a pesar de las algas y la turbiedad del agua en ciertas épocas. El personal del hotel informa de las mejores zonas para nadar sin peligro.
Alquilar un vehículo con conductor es una inversión rentable si se viaja en familia, pues da cierto control sobre la velocidad y la oportunidad de parar para ir al baño cuando se quiera. Muchas familias recorren el país en transporte público.
Los parques de Tanzania no están cercados ni tampoco sus lodges y campamentos. Es fundamental mantener a los niños controlados, sobre todo de noche. Los animales salvajes entran en las zonas comunes, así que no se debe permitir que los niños anden solos por el campamento.