Cultura

Arte en Tayikistán

Cuando Tayikistán fue separado de Uzbekistán en 1929, la nueva nación se vio obligada a dejar atrás gran parte de su bagaje cultural. El nuevo orden soviético empezó a modificar el panteón de las artes introduciendo el teatro moderno, la ópera y el ballet, y enviando a la élite tayika a estudiar a Moscú o Leningrado. Esta política dio pronto sus frutos y la década de 1940 se considera la edad de oro del teatro nacional. Algunos poetas y novelistas tayikos cosecharon fama en la Union Soviética, como Mirzo Tursunzade, Loic Sherali y Sadriddin Aini, a quien hoy se recuerda por su campaña de eliminación de las expresiones árabes y referencias al islam en la lengua tayika.

Desde la independencia, se han recuperado antiguas figuras del pasado persa de la región en un intento por alimentar un sentimiento de identidad nacional. La más famosa es Ismail Samani, aunque también se admira al filósofo y científico del s. X Abu Ali ibn-Sina (Avecina, 980-1037), autor de dos de los libros más importantes de la historia de la medicina. Nació en Bujará, hoy Uzbekistán, cuando la ciudad era sede de la dinastía persa de los samánidas. Rudaki (888-941), considerado el padre de la poesía persa y homenajeado con un complejo museístico cerca de su lugar de nacimiento en Penjikent, fue poeta en la corte de la misma dinastía. Los tayikos también veneran a Ferdousí (940-1020), poeta y compositor del Shah Nama (El libro de los reyes), la epopeya nacional persa, y a Omar Jayam (1048-1131), famoso por el Rubaiyat. Ambos nacieron en el actual Irán cuando formaba parte de un imperio que también incluía el actual Tayikistán. También se admira por su contribución artística a Kamalddin Bekzod (1455-1535), brillante miniaturista de Herat.

Los pamires sienten una devoción especial por Nasir Khusraw (1004-1088), un filósofo, poeta y orador ismailita que trabajó en Merv y se exilió en Badajshán. Allí escribió Safarname, relato de sus siete largos años de viajes por el mundo musulmán.

La poesía persa tayika se funde con la música gracias a los hafiz (músicos bardos). El falak es una forma popular de música popular melancólica, cantada a menudo a capela. Entre los pamires y los kulyabi la música y el baile gozan de mucha popularidad.

Sociedad en Tayikistán

Los tayikos, con antepasados e idioma principalmente persa, constituyen el 85% aproximado de la población, de la que un 15% es de etnia uzbeka. Aunque “tayiko” no empezó a denotar una nacionalidad característica hasta el s. XX, existe un fuerte sentimiento de identificación nacional, que los hombres reflejan con el uso del tradicional gorro de seda negro con motivos árabes blancos. Para las fiestas nacionales, las mujeres visten una túnica a rayas realizada con un tejido tradicional denominado atlas. En Badajshán, los pamiris hablan su propia lengua y siguen el islamismo ismailita, al contrario que sus vecinos del noroeste, en su mayoría suníes. En el extremo noreste del país, sobre todo en el distrito de Murgab, al este de Alichur, predominan los kirguises. La familia media tiende a ser numerosa y más del 30% de la población del país tiene menos de 14 años.

Gastronomía en Tayikistán

Pese a que la gastronomía tayika se parece a la de sus vecinos, tiene sus propias especialidades. Un almuerzo popular es el kurutob: trocitos de pan fatir con capas de cebolla, tomate, perejil y cilantro, con una salsa a base de yogur. La sabrosa chakka (yakka para los hablantes de tayiko de la zona de Samarcanda y Bujará) es una cuajada con hierbas, normalmente servida con pan plano. Otros platos menos frecuentes son nahud sambusa (samosa de garbanzos), nahud shavla (gachas de garbanzos) y oshi siyo halav, una excepcional sopa de hierbas. Vale la pena pedir los tuhum barak, unos sabrosos raviolis rellenos de huevo y cubiertos con aceite de sésamo.

En Badajshán se puede tomar el borj, una mezcla de carne y cereales similar a las gachas, un plato que se aprecia mejor después de probarlo, con un gusto al que uno se acostumbra mucho antes que al shir chai, una bebida a medio camino entre el té con leche y el tibetano té con mantequilla. Sin embargo, cuando el paladar ya se ha habituado, es un buen desayuno en el Pamir, junto con el pudin de arroz o shir gurch (shir brench en tayiko).

Muchas de estas especialidades se sirven para el almuerzo. Esta es la comida más importante para muchos tayikos, que luego se echan una siesta. Para asombro de los viajeros, los conductores locales encuentran como por arte de magia los establecimientos no señalizados donde comer (a menudo en bonitos jardines con vistas a un río). En estas teterías siempre tienen infusiones a punto y en ausencia de alguna especialidad, ofrecen un plato sencillo y por lo general delicioso, como sopa de carne o verduras o platitos de carne frita marinada a menudo acompañada con yogur. La rotación de productos suele ser alta y de confianza y ofrecen una maravillosa visión de la vida y el sustento de las comunidades locales.

El té es la principal bebida del país, y las chaikhanas (chaykhana en algunos lugares), algunas en edificios tradicionales con vigas de madera, están por doquier para servir la bebida nacional. En los núcleos urbanos, la herencia rusa ha dado pie a la aparición de algunos animados bares, con una modesta vida nocturna, sobre todo en la capital. Tanto Hissar como Dusambé producen su propia cerveza, aunque lo normal son las botellas de importación rusa, como la Baltika.

 

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