Historia de Tayikistán

Tayikistán, que ha sido siempre una especie de pariente pobre por los desafíos que plantea su geografía y topografía, comparte mucha de su historia con las naciones vecinas de Asia central. Con una lengua similar, el país mantiene estrechos vínculos culturales con su vecino occidental, Irán, mientras que el manto soviético de gran parte del s. XX sigue confiriendo un aire ruso a la identidad moderna tayika. Sin embargo, en las dos últimas décadas el país ha empezado a erigirse como nación singular, orgullosa de sus propias tradiciones regionales.

Ascendencia tayika

El pasado tayiko es algo turbio, con raíces que se remontan a los bactrianos y los sogdianos. Unas tumbas del Pamir oriental muestran que tribus sacas llevaban sus rebaños a pastar por la zona en el s. v a.C., cuando el clima era bastante más cálido que hoy.

En el s. I a.C., el imperio de los bactrianos cubría la mayoría del actual norte de Afganistán. Sus contemporáneos, los sogdianos, vivían en el valle del Zerafshan (Zeravshan), en el oeste del actual Tayikistán, donde se observan algunos restos de su civilización cerca de Penjikent. Alejandro Magno se enfrentó a los sogdianos y sitió Cyropol (Istaravshan), antes de fundar la moderna Juyand. En el s. VII, fueron desterrados durante la conquista árabe de Asia central. El héroe sogdiano Devastich libró su última batalla contra los árabes en el monte Mug, en la cordillera del Zerafshan (Zeravshan), antes de su decapitación a manos de los vencedores musulmanes.

El Tayikistán moderno se remonta a los días de gloria de la dinastía persa de los samánidas [819-992], un período de frenética actividad creativa que alcanzó su apogeo durante el gobierno de Ismail Samani (849-907). Bujará, capital de la dinastía, se convirtió en centro del saber del mundo islámico, donde crecieron grandes talentos como el filósofo y científico Abu Ali ibn-Sina, conocido en Occidente como Avicena, y el poeta Rudaki. Hoy, Irán, Afganistán y Tayikistán se los disputan como hijos predilectos.

Una identidad confusa

Con los samánidas, las grandes ciudades de Asia central eran persas, uno de los motivos por los que Tayikistán sigue reclamando Samarcanda y Bujará como propias. Sin embargo, a finales del s. X una sucesión de invasores túrquicos se dedicaron a la conquista cultural tras los éxitos en el campo de batalla. Pese a las culturas opuestas, los dos pueblos convivieron de forma pacífica, unidos por la religión. Los tayikos de lengua persa adoptaron la cultura túrquica y los túrquicos, numéricamente superiores, absorbieron al pueblo tayiko. Ambos sufrieron las conquistas de los mongoles y los timúridas de Tamerlán, aunque casi todo el territorio del país actual quedó en los márgenes del Imperio timúrida.

Desde el s. XV en adelante, los tayikos fueron súbditos del emirato de Bujará, que requisaba el 50% de la producción de rubíes de Badajshán como tributo. A mediados del s. XVIII, los afganos se desplazaron al norte y se hicieron con las tierras al sur del Amu-Daria (río Oxus), población tayika incluida, y luego se apoderaron temporalmente de zonas de Badajshán, como las regiones de Rushan y Shughnan.

El Gran Juego y los ‘basmachi’

Durante el avance del Imperio ruso hacia el sur, San Petersburgo convirtió el emirato de Bujará en estado vasallo en 1868, lo que supuso el control efectivo ruso de lo que hoy es el norte y el oeste de Tayikistán. Pero el Pamir (hoy, el este del país) continuó siendo tierra de nadie, una singularidad que condujo a un duelo estratégico entre Rusia y el imperio colonial británico que el autor Rudyard Kipling inmortalizaría con el nombre de “Gran Juego”. El famoso explorador Francis Younghusband, después de visitar Murgab, Alichur y Rang-Kul, fue expulsado del alto Wakhan por el régimen zarista, lo que desató una crisis internacional. Rusia, perseverante en su reivindicación del territorio, construyó un conjunto de fuertes por el Pamir, incluido el de Murgab. Los tratados fronterizos de 1893 y 1895 acabaron definiendo el actual confín tayiko y dejaron el corredor del Wakhan como un amortiguador entre los dos grandes imperios.

Tras la revolución bolchevique de 1917, en Asia central se formaron nuevos gobiernos provisionales y los tayikos se vieron como parte integrante de dos repúblicas socialistas soviéticas (RSS), primero Turquestán (1918-1924) y luego, Uzbekistán (1924-1929), pese a su deseo de constituir una república autónoma de orientación islámica. En 1930, las guerrillas musulmanas de los basmachi (literalmente “rebeldes”), lideradas por Enver Pasha, iniciaron una campaña para liberar la región del yugo bolchevique. Estos tardaron cuatro años en aplastar la resistencia, durante los cuales arrasaron pueblos enteros. Los guerrilleros supervivientes se dispersaron por Afganistán, desde donde siguieron realizando esporádicas incursiones más allá de la frontera. Gran parte de la población también emigró al sur durante la década siguiente para evitar las represalias, la represión y,
posteriormente, los traslados forzados por los que pueblos enteros fueron desplazados de las montañas (sobre todo por Garm) al valle de Vakhsh para trabajar en las plantaciones de algodón.

El estado soviético

En 1924, cuando la comisión soviética de fronteras empezó a redefinir Asia central, a los tayikos se les concedió su propia república autónoma (RSSA). Aunque al principio solo era un satélite de la República Socialista Soviética de Uzbekistán, representó el primer estado tayiko oficial. En 1929, la RSSA se convirtió en república (RSS) a todos los efectos, si bien Samarcanda y Bujará, donde aún vivían más de 700 000 tayikos, quedaron en manos de Uzbekistán, seguramente como represalia por la rebelión de los basmachi. Todavía en 1989 el Gobierno soviético tayiko seguía reclamando la devolución de las zonas perdidas en esa amputación cultural. Hoy se mantienen las tensiones con el actual Gobierno uzbeko por esos dos enclaves.

Los bolcheviques nunca se fiaron completamente de la RSS de Tayikistán y en la década de 1930 casi todos los tayikos que ocupaban puestos de poder fueron sustituidos por representantes de Moscú. Acabada la II Guerra Mundial, el país experimentó cierta industrialización, aunque la república seguía dependiendo en gran medida de las importaciones del resto de la URSS en cuanto a comida y necesidades básicas, como por desgracia quedó patente tras el derrumbe del sistema comercial soviético en 1991.

A mediados de los años setenta empezó a ganar apoyo popular un partido clandestino de renacimiento islámico, sobre todo en la zona sur en torno a Kurgan-Tyube (Kurgonteppa). Había sido una zona ninguneada por la élite comunista gobernante de Dusambé, concentrada principalmente en la próspera ciudad septentrional de Leninabad (hoy Juyand). En 1979 dos acontecimientos repercutieron en la sociedad tayika. En Irán, el sah fue derrocado por una revolución islámica, el mismo año que los soviéticos invadieron Afganistán, una ofensiva que pasó sobre todo por Tayikistán. La diferencia entre verdad y propaganda se hacía cada vez más evidente a medida que Afganistán recibía ayudas mientras Tayikistán sufría los peores niveles de analfabetismo, pobreza y mortalidad infantil de la URSS.

De los disturbios civiles...

Hasta que la URSS empezó a desmoronarse, Moscú actuó como tapa de una olla a presión donde bullían rencores, sentimientos religiosos reprimidos y tensiones entre clanes que habían existido en la región durante siglos. Los primeros disturbios graves se produjeron el 12 de febrero de 1990, cuando empezó a rumorearse que Dusambé, una ciudad donde ya escaseaba el alojamiento, acogería refugiados armenios. Las consecuencias fueron revueltas, muertes y la declaración del estado de emergencia. De las políticas represivas surgieron varios partidos de oposición.

El 9 de septiembre de 1991, tras un golpe de Estado fallido en Moscú, Tayikistán imitó a otras RSS y declaró su independencia. Menos de dos semanas después, la céntrica estatua de Lenin en Dusambé era derribada bajo la mirada de una muchedumbre de musulmanes de origen rural que irrumpió en la capital liderada por Hezb-e Nahzat-e Islami. En noviembre de 1991 las elecciones parecieron favorecer a Rakhmon Nabiev, ex jefe del Partido Comunista tayiko (1982-1985), que encolerizó a la oposición al consolidar una base de poder fundada en la vieja guardia de Leninabad en lugar de contar con los distintos clanes y facciones que conformaban la nación. Las sentadas en la plaza central de Dusambé dieron paso a enfrentamientos violentos. En agosto de 1992 los manifestantes que se oponían al Gobierno asaltaron el palacio presidencial y tomaron rehenes. Se formó un Gobierno de coalición pero resultó imposible compartir el poder entre los clanes regionales, los líderes religiosos y los ex comunistas. Para resolver el conflicto interno, eligieron como presidente del Gobierno a Emomali Rakhmonov (hoy llamado Rahmon), ex dirigente comunista del distrito de Kulob. La Provincia Autonónoma del Alto Badajshán, en el Tayikistán oriental, frustrada por su posición marginal y sin ver un futuro en un país que se desmoronaba, declaró su independencia de forma unilateral en 1992.

Tayikistán cayó en una encarnizada guerra civil que se cobró más de 60 000 vidas. Las fuerzas kulyabis, lideradas por Sanjak Safarov (que había pasado 23 años en la cárcel por asesinato), iniciaron una campaña de limpieza étnica. A cualquiera con un documento de Badajshán o de la provincia de Khatlon se le disparaba al instante. Las elecciones de 1992 no hicieron nada por resolver el conflicto (la oposición en el exilio se negaba a votar) y la oposición islámica siguió la guerra desde sus bases en la región de Karotegin y Afganistán, emulando las campañas de los basmachi de 70 años antes. El embargo económico de Badajshán causó una grave hambruna en el Pamir, cuyos pueblos sobrevivieron gracias a las ayudas de la Fundación Aga Khan.

A finales de 1994 se celebraron unos segundos comicios presidenciales, que como era de esperar ganó Rakhmonov: era el único candidato, ya que se había ilegalizado los partidos de la oposición.

…a la paz precaria

Las presiones de Rusia (que mantenía sus fuerzas en unos 50 antiguos puestos militares soviéticos de la frontera afgana), junto con la vacilante lealtad de los líderes del Ejército, obligó al Gobierno a negociar con la oposición en el exilio. Tras el alto el fuego de diciembre de 1996, se firmó un tratado de paz el 27 de junio de 1997 por el que se creaba un organismo de poder compartido. De este modo se garantizaba que la Oposición Tayika Unida ocupara el 30% de los escaños en un gobierno de coalición a cambio de poner fin a la lucha.

La guerra civil tuvo consecuencias catastróficas, tanto económicas como materiales. Desde siempre la república soviética más pobre, el PIB per cápita del país cayó otro 70% desde la independencia. Aunque hasta el 2001 hubo algunos enfrentamientos, prevalecía una paz generalizada y desde entonces la reconstrucción de Tayikistán ha sido sorprendentemente rápida.

 

 

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