48 horas en Nagasaki, una ciudad diversa

Texto por
James Gabriel Martin, autor de Lonely Planet
Nagasaki, Japón
SeanPavonePhoto_Getty_Images

El poderoso carisma de Nagasaki

Es innegable que la intensa y turbulenta historia de Nagasaki ha marcado para siempre la ciudad como un destino diferente. Visitarla durante 48 horas es una gran oportunidad para descubrir en primera persona las dificultades del pasado, pero los viajeros de hoy también descubrirán una urbe vibrante y cautivadora, con un encanto diverso y una energía moderna que abraza el pasado y mira al futuro.  

Japón

 

Ante una oferta tan amplia, veamos cómo aprovechar bien una visita de dos días a uno de los destinos más vitales de Japón.

 

Qué hacer en Nagasaki durante 48 horas

Nagasaki es una ciudad vibrante, con recuerdos de un pasado doloroso y un presente enérgico y diverso, Japón © tomophotography / Getty images

Nagasaki es una ciudad vibrante, con recuerdos de un pasado doloroso y un presente enérgico y diverso, Japón © tomophotography / Getty images

 

1. Primer día en Nagasaki: por la mañana

La aventura empieza saboreando empanadillas de carne de cerdo, deliciosamente suaves y mullidas, en el local que tiene en Shianbashi Butamon Momotaro, toda una institución en Nagasaki. Regentada por una familia que abrió el primer local en 1960, hoy cuenta con cinco locales más, muy populares, repartidos por toda la ciudad.

Desde allí se puede ir en tranvía a Matsuyama-Machi, aprovechando el trayecto para descansar y admirar las vistas de la ciudad de camino al Nagasaki Atomic Bomb Museum, cerca de la parada donde apearse. Visitar este sombrío museo es una experiencia esencial. Ofrece el crudo relato de la destrucción que asoló la ciudad el 9 de agosto de 1945 con el lanzamiento de la bomba y de sus secuelas.


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Las exposiciones incluyen objetos y reliquias de aquel momento: restos de metralla retorcidos, escombros desmenuzados, fotografías, muebles y piezas de cerámica halladas entre las ruinas, y un reloj que se detuvo a las 11.02, la hora exacta de la detonación. Hay vídeos con los emotivos testimonios de algunos supervivientes y exposiciones educativas sobre el actual paisaje nuclear.

 

El Nagasaki Atomic Bomb Museum es un crudo recordatorio de la hasta hoy última bomba nuclear lanzada en combate, Japón © EQRoy / Shutterstock

El Nagasaki Atomic Bomb Museum es un crudo recordatorio de la hasta hoy última bomba nuclear lanzada en combate, Japón © EQRoy / Shutterstock

 

Junto al museo se halla el Nagasaki National Peace Memorial Hall for the Atomic Bomb Victims, que consta de una planta superior, con un pequeño estanque con esculturas, y dos plantas subterráneas, una de las cuales contiene 12 pilares de cristal con estantes de libros que llevan los nombres de los fallecidos. Los visitantes pueden dejar mensajes de paz en el lugar.

Después se puede pasear hasta Sakanaya, un restaurante cuya especialidad son los kaisen-don (bols de arroz con sashimi fresco y variado) y que ofrece menús interesantes y deliciosos con piezas de hamachi y boniti, además de karaage (jugoso pollo frito japonés).

 

La estatua de la Paz de Nagasaki en el Heiwa-koen (“parque de la paz”) pesa 10 toneladas, Japón © TOMO / Shutterstock

La estatua de la Paz de Nagasaki en el Heiwa-koen (“parque de la paz”) pesa 10 toneladas, Japón © TOMO / Shutterstock

 

2. Primer día en Nagasaki: por la tarde

Para bajar el almuerzo y estirar las piernas se puede ir a pasear por el Parque de la Paz, a contemplar la impresionante estatua de la Paz de Nagasaki, de 10 toneladas y de bronce, creada en 1955 por Kitamura Seibō. El parque es un lugar sereno, sobre todo en los días soleados, y alberga la Fuente de la Paz, en forma de paloma, y un jardín de esculturas.

Para completar la experiencia, a solo cinco minutos de allí está el Atomic Bomb Hypocentre Park, donde una sencilla columna de piedra negra señala el punto exacto donde explotó la bomba. Verlo es una experiencia escalofriante que no se olvida jamás.

Si uno sigue en modo contemplativo, que cruce el río hacia el Fuchi-jinja, el santuario sintoísta que se alza en Inasa-yama, el impresionante monte de 333 m de altura al oeste del puerto de Nagasaki.

 

La vista de Nagasaki desde el Inasa-yama es impresionante, Japón © Putt Sakdhnagool / Getty Images

La vista de Nagasaki desde el Inasa-yama es impresionante, Japón © Putt Sakdhnagool / Getty Images

 

3. Primer día en Nagasaki: por la noche

Mientras anochece, tomar el famoso teleférico a la cima del Inasa-yama es la mejor manera de vislumbrar esta ciudad. Desde este espectacular mirador se disfruta de una vista casi panorámica de Nagasaki, con las luces titilantes de la cuadrícula urbana biseccionadas por las aguas brillantes del puerto.

Ya que se ha subido hasta aquí, conviene visitar el 'onsen' Fukunoyu (en la montaña), ideal para relajarse antes de regresar a la ciudad. Los visitantes pueden probar los baños estándar y el spa de piedras calientes ganbanyoku.

Tras bajar del monte, y para terminar la noche, se puede tomar un taxi a Shippoku Hamakatsu para gozar de una shippoku-ryōri, las impresionantes cenas de estilo banquete de Nagasaki, por las cuales se sirven varios platos en una gran mesa redonda.

 

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4. Segundo día en Nagasaki: por la mañana

A unos 20 km de la costa de Nagasaki se halla la isla de Hashima (también conocida como Battleship Island o Gunkanjima por su singular forma, que recuerda a un buque de guerra), una vieja mina de coral de aguas profundas donde antaño vivían miles de trabajadores, junto a prisioneros de guerra que eran enviados allí –no sin polémica– como mano de obra.

 

Para llegar a la ‘isla fantasma’ de Hashima hay que ir en un circuito organizado, Japón © Morten Falch Sortland / Getty Images

Para llegar a la ‘isla fantasma’ de Hashima hay que ir en un circuito organizado, Japón © Morten Falch Sortland / Getty Images

 

En activo desde la década de 1890, Hashima quedó abandonada en 1974 tras agotarse las reservas de coral. Hoy la isla es una ciudad fantasma, con un conjunto de edificios maltrechos, víctimas del paso del tiempo y de la erosión marina.

De abril a octubre, Gunkanjima Concierge ofrece dos cruceros a la isla; uno por la mañana (9:40) y otro por la tarde (12:40), que zarpan desde la Terminal Tokiwa del puerto de Nagasaki. Si bien merece mucho la pena visitar la isla, es esencial planificarlo con antelación; el propio operador aconseja reservar con tiempo suficiente a través de su web.

 

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Antes de partir conviene cargar pilas para el viaje con un buen desayuno de tipo bufé en Hotel Belleview, con ingredientes locales procedentes de toda la prefectura. Los platos japoneses incluyes rollitos de huevo y carne de cerdo katsu, y también hay platos occidentales. Hay que llevar crema solar y agua, y procurar ir al baño antes de tomar el ferri rumbo a Gunkanjima.

La mayor parte de esta isla ‘fantasma’ no es segura, pero los circuitos guiados la visitan siguiendo un sendero renovado que ofrece increíbles vistas de la arquitectura en ruinas, con explicaciones a través de las audioguías.

 

5. Segundo día en Nagasaki: por la tarde

Ya de vuelta a la terminal, es posible que a uno se le abra el apetito. A cinco minutos a pie de allí está el Chinatown más antiguo de Japón, con un montón de restaurantes y puestos de comida que se extienden por la calle. Se puede ir a Kairaku-en para probar su suntuosa cocina, incluidos el champon, un famoso plato de Nagasaki a base de fideos, cerdo, calamar y verduras en un caldo salado blanquecino, y la sabrosa carne de cerdo estofada que se sirve en panecillos humeantes.

 

Hay visitantes que vienen de muy lejos para comer en el Chinatown de Nagasaki y comprar artesanía y recuerdos chinos, Japón © Galina Savina / Shutterstock

Hay visitantes que vienen de muy lejos para comer en el Chinatown de Nagasaki y comprar artesanía y recuerdos chinos, Japón © Galina Savina / Shutterstock

 

Si todavía queda un hueco para el postre, en Fukusaya elaboran un rico bizcocho castella; y después se puede poner rumbo a las Dutch Slopes para admirar su arquitectura, bellamente restaurada, que refleja el primer interés de Japón por Occidente. Luego se puede continuar hasta Glover Garden por las pasarelas móviles que van a la cima del cerro y bajando por cuenta propia después.


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El Mitsubishi No 2 Dock building ofrece fantásticas vistas del puerto, y las históricas casas Walker, Ringer, Alt y Glover también merecen una visita. Se puede salir del jardín por el Nagasaki Traditional Performing Arts Museum y admirar la exposición de dragones y carrozas del colorido festival Kunchi Matsuri de Nagasaki.

Desde allí se va hacia el puerto visitando Dejima, la isla artificial con forma de abanico construida en la década de 1640 como el único lugar donde los extranjeros podían negociar con los japoneses después de que el sogunato Tokugawa cerrara Japón al mundo. Allí se han reconstruido 17 edificios y estructuras que forman el Dejima Museum, dedicado a aquel fascinante capítulo histórico.

 

El puente Meganebashi o de los anteojos, sobre el río Nakashima, fue construido en Nagasaki en 1634, Japón © Tanatat pongphibool / Getty Images

El puente Meganebashi o de los anteojos, sobre el río Nakashima, fue construido en Nagasaki en 1634, Japón © Tanatat pongphibool / Getty Images

 

6. Tercer día en Nagasaki: por la noche

Un buen plan es hacerse con una silla y una cerveza bien fría en el exterior del Delicious Restaurant Attic, en Dejima Wharf, o ponerse las pilas con un buen café, que sirven con una elaborada decoración en latte art: el retrato de un personaje histórico famoso.

Para cenar, se puede ir a Mugal Mahal, cerca de allí, una sencilla joya oculta que sirve increíble comida india. Los menús incluyen curris aromáticos y sabrosos, ensaladas frescas, humeante arroz pilau, jugoso pollo a la barbacoa y panes naan recién horneados.

Después de cenar es buena idea ir de copas, y a solo 5 min de allí está el acogedor Bar IWI, que las sirve por 500 ¥ y abre hasta las 3.00, tiempo suficiente para codearse con su simpática clientela, una mezcla de turistas y lugareños.

 

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