Bienvenidos a Albania

Bienvenidos a un país romántico y salvaje, prosaico y fascinante. Albania, alejada del mapa turístico mucho tiempo, está lista para acoger a viajeros, mochileros y noctámbulos de todo tipo.

¿Quién se lo esperaba?

Albania será toda una desconocida pero, tal como se verá en cuanto se entre en contacto con su gente, tiene un gran deseo de darse a conocer. Tras décadas de aislamiento, que les ha obligado a diferenciarse incluso de sus vecinos balcánicos, hoy en día los albaneses son un pueblo de jóvenes llenos de energía, como las noches de Tirana, y de ancianos orgullosos y austeros, como las imponentes casas-fortaleza de Gjirokastra. Por mucho que uno se organice, algún ingrediente del viaje lo decidirán ellos: con una generosidad que nunca resultará invasiva, sabrán mostrar una Albania que nadie se espera.

Salvaje en la justa medida

Quizá no sea este un destino para quien busque en sus viajes las mismas comodidades que encuentra en casa pero en versión más exótica, para el que odie los contratiempos y los cambios de programa imprevistos. Pero quien esté dispuesto a renunciar a alguna comodidad, que se prepare: el “País de las Águilas” es uno de los pocos lugares de Europa donde un viaje aún se puede transformar en una pequeña aventura. Se atravesarán territorios montañosos que parecen deshabitados, donde las carreteras pueden poner de los nervios hasta al conductor más experto, pero también una costa que no tiene nada que ver con la de los países vecinos: es salvaje en la justa medida, hace segregar adrenalina y al mismo tiempo provoca admiración.

Una amalgama de contrastes

Albania parece un mosaico veneciano. Hay contrastes, como las piedras de mil colores diferentes, pero se amalgaman en una combinación única que refleja la belleza de las múltiples piezas que la componen. Durante el viaje se verán iglesias bizantinas con frescos y mezquitas desnudas, tekke bekta-shíes pintadas y casas otomanas de un blanco cándido, mastodónticos kombinat y minúsculos búnkeres. Albania es como un gran museo al aire libre que expone obras curiosas y magníficas estructuras, protegido por montañas infranqueables y por un mar de un azul nunca visto.

Y por fin el mar

El descubrimiento más sorprendente en un viaje por Albania es su costa: 400 km en los que la arena del Adriático se funde con las piedras de las playas jónicas. En verano el litoral albanés es un desfile de sombrillas, toallas y motos acuáticas, pero el mar pone a todo el mundo de acuerdo, porque nadie se lo espera así: simplemente perfecto.

 

Por qué me gusta Albania

Piero Pasini, autor de Lonely Planet

Albania es hoy un país diferente al de la primera vez que lo visité, hace una década, con mejores carreteras, centros históricos más cuidados y una capital que busca ponerse al nivel de sus homólogas europeas. Pero sigue ofreciendo increíbles paisajes, repentinos cambios de escenario y una naturaleza salvaje, y me ha encantado la elegancia de sus puentes otomanos y minaretes. He dormido en casas tradicionales y me ha despertado el canto del gallo en los refugios de montaña, pero en esta variedad de experiencias siempre ha habido un denominador común: la calidez y la generosidad con la que me ha acogido este pueblo de gran corazón.

 

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