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Hay un dicho que dice: “Para rezar Santiago, para comer, Lugo”. Y es que el territorio lucense presume de tener una riquísima gastronomía, pues a sus 100 km de costa añade grandes explotaciones ganaderas, así como los vinos de la Ribeira Sacra.
El interior de Lugo es rural, de un campo vigoroso y voluble orografía en la que se conjugan llanuras de pastos, oteros coronados de historia y cañones de vértigo; donde la naturaleza más pura preserva las huellas de sus moradores desde tiempo inmemorial.