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En los Dolomitas hay montañas inmensas y majestuosas. Hay cimas vertiginosas, puntiagudas, algunas torcidas, otras de laderas tan anchas que parecen enormes alas desplegadas. Y luego están las Tre Cime di Lavaredo, tres dedos blancos que se elevan, verticales, hacia el cielo: un paisaje inconfundible, convertido en símbolo del alpinismo mundial, que no dejará indiferentes ni a los más imperturbables. Así que a atarse las botas, llenar la cantimplora y en marcha, si se quiere admirar de cerca su extraordinario relieve.