El interior de Sicilia está salpicado de formidables baluartes normandos posados sobre poblaciones cimeras, pero ninguno tan espectacular como Caccamo, donde las almenas del castillo y el peñasco subyacente conforman un todo inexpugnable sobre el valle. Hay que subir para disfrutar de las vistas y comer bajo los emblemáticos arcos de ladrillo y piedra de los antiguos silos de la fortaleza. El viajero se sentirá en la Edad Media, aunque el centro de la moderna Palermo queda a tan solo 1 h.