A pesar de la notoriedad de la mafia, Sicilia no es peligrosa; si hay algún problema no será por culpa del capo local, sino por algún que otro ladronzuelo.
La Sicilia moderna es un lugar seguro para el viajero y, tomando las precauciones que dicta el sentido común, es poco probable que algún delito pueda afectarle.
En centros urbanos como Palermo o Catania hay que ir con el mismo cuidado que en otras ciudades grandes europeas. Al pasear por mercados concurridos o subir a autobuses en hora punta hay que extremar la precaución ante posibles carteristas, no exhibir objetos de valor ni llevar demasiado dinero en efectivo. Los ladrones están ahí, al igual que en cualquier ciudad, así que hay que tener los ojos abiertos, pero sin caer en la paranoia. No se deben dejar bolsos, cámaras o teléfonos a la vista en las terrazas, ni objetos de valor en los coches. Si se viaja en uno de alquiler y el barrio parece poco seguro, es mejor dejarlo en un parking.
En el poco probable caso de ser víctima de un robo o de cualquier otro delito, hay que acudir a la policía en menos de 24 h y hacer la denuncia; sin ella, la aseguradora no se hará cargo de nada.
El tráfico en Sicilia puede dar un poco de miedo, especialmente en Palermo, donde parece que la única norma es la de ser más rápido que los demás. Sin embargo, fuera de las ciudades las cosas se calman y los únicos problemas serán las carreteras con demasiadas curvas, los baches y la caprichosa señalización. Como norma general, a la hora de comer hay menos tráfico, sobre todo los domingos.
Aunque los sicilianos se lanzan desde la acera y cruzan las calles esquivando los coches, los conductores no suelen frenar, ni siquiera en los pasos de peatones. En ciudades más grandes, las calles que parecen ser de sentido único a veces tienen carriles especiales para autobuses que circulan en dirección contraria, por lo que siempre hay que mirar a ambos lados. En los centros de Palermo, Catania y otros destinos populares se han ampliado las zonas peatonales.
Si se desea reclamar al seguro en caso de robo, se deberá presentar una denuncia ante la policía; las aseguradoras nunca pagan si no hay pruebas del delito.
La policía italiana se divide en tres cuerpos principales: los carabinieri, que van de negro; la polizia, que llevan chaquetas azules; y la guardia di finanza, que luchan contra el crimen fiscal y el contrabando de drogas. Si se tienen problemas, lo más probable es que se trate con la polizia o los carabinieri. Sin embargo, si se recibe una multa de aparcamiento, habrá que hablar con los vigili urbani (guardias urbanos).
El límite legal de alcohol en sangre es del 0,05 % (0,5 g/l) y se realizan controles aleatorios. Las multas por conducir ebrio son elevadas.
Normalmente, en la embajada suelen tener un listado de abogados, intérpretes y traductores.
Antes y durante el viaje recomendamos que cualquier información relacionada con seguridad, salud, trámites administrativos como la expedición de visados, etc. sea verificada con el Ministerio de Asuntos Exteriores del país del viajero.