Gracias a su orografía y a la belleza de sus paisajes, los Pirineos son perfectos para, cuando hace buen tiempo, practicar senderismo y ciclismo de montaña. Cuando la nieve cubre sus laderas, se convierte en la meca del esquí, tanto alpino como de fondo, y del ‘snowboard’.
No existe destino mejor que los Pirineos para los amantes del senderismo gracias a su faceta de alta montaña, con escarpadas laderas, altas cumbres, espesos bosques de abetos, caudalosos riachuelos y lagos de origen glaciar; pero también es posible perderse por remotos valles y aldeas de aire rural maravillosamente conservadas.
Su variada orografía posibilita la realización desde cómodas excursiones en familia de un par de horas y dificultad baja hasta largas travesías de montaña de varios días, solo aptas para senderistas experimentados. Entre estas últimas, la travesía más conocida es, sin duda, la Transpirenaica, que atraviesa longitudinalmente toda la cordillera desde la costa cantábrica hasta el Mediterráneo. No obstante, hay muchas otras que podrían añadirse a la lista de rutas por recorrer, como las circulares Carros de Foc por el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici; la Andorra GRP por el principado andorrano; la Ruta de las Golondrinas por el Pirineo navarro y aragonés; la Senda de Camille que discurre por el Parque Natural de los Valles Occidentales en Aragón y el Parc National des Pyrénées en Francia, o la Alta Ruta de los Perdidos por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Además, hay unas 212 cumbres que superan los 3000 m de altitud, la mayoría concentradas en los Pirineos centrales, cuyo ascenso atrae a senderistas confirmados. La de mayor renombre es la ruta de ascenso al Aneto, que con sus 3404 m es el pico más alto de la cordillera; el Monte Perdido (3355 m) es la otra cima a la que más montañeros ascienden. Otras muchas cimas revisten especial interés y tienen mucha menos afluencia, lo que facilita su ascensión y disfrute: el Besiberri Sur (3024 m) y el Comaloforno (3029 m) por los lagos de Gémena; la Pica d’Estats (3143 m) desde la Vall Ferrera; los picos del Infierno (3073 m, 3082 m y 3076 m) desde el balneario de Panticosa; el Posets (3375 m) por la cresta de Espadas o por el refugio Ángel Orús; la Punta Alta de Comalesbienes (3014 m) desde el embalse de Cavallers; la ruta del Gran Vignemale (3298 m) al Montferrat (3219 m) por el glaciar de Ossoue; el Besiberri Norte (3014 m) desde Cavallers por el río Malo; el Vallibierna (3067 m) y el Culebras (3062 m) por Llauset; el Taillón (3144 m) por la brecha de Rolando; el Maladeta Oriental (3308 m) y el pico Abadías (3271 m) por la Renclusa, o el Gran Astazu (3071 m) por el valle de Pineta.
Por lo que respecta a las rutas de dificultad baja, las oficinas de turismo de los pueblos y parques naturales de todas las regiones pirenaicas facilitan mapas e informan sobre itinerarios por la zona, muchos de ellos de carácter temático (p. ej., la Ruta del Ferro de Andorra) y otros pensados especialmente para niños. En cada caso se indican las dificultades que puedan encontrarse; incluso en algunos lugares existen rutas para personas con movilidad reducida.
En cuanto al equipamiento, en cualquier tipo de ruta, sea de dificultad baja, media o alta, es imprescindible un buen calzado de montaña (es importante haberlo usado previamente y no estrenarlo para la ruta, pues puede provocar roces y ampollas en los pies), sombrero o gorra para protegerse del sol, tanto en verano como en invierno, ropa de abrigo y protector labial; también para rutas largas es importante llevar calcetines y ropa de repuesto, chaqueta impermeable ligera y un localizador por si cambia el tiempo y nos perdemos en la montaña.
Muchos aficionados al ciclismo de montaña se desplazan a los Pirineos en primavera y verano para recorrer rutas de varios kilómetros que a menudo superan altos puertos de montaña, algunos muy conocidos por ser etapas habituales del Tour de Francia, como el Tourmalet, el Peyresourde, el Aspin y el Aubisque. De hecho, por la parte francesa existe la Route des Cols (Ruta de los Puertos), que surca los Pirineos galos en toda su extensión en un recorrido de varias etapas que se aproxima a los 1000 km. Otras cumbres emblemáticas a tener en cuenta son el puerto de Marie Blanque, entre los valles de Aspe y de Ossau, y el puerto de Soulor, entre Bearne y Bigorre.
En el lado español hay 12 puertos que ofrecen unas vistas excelentes: la Bonaigua, entre el Pallars Sobirà y la Val d’Aran; Cantó, entre las cuencas de los ríos Segre y Noguera Pallaresa; collado de Foradada, entre la Ribagorza y el Sobrarbe; Ibardín, entre los valles del Nivelle y del Bidasoa en la frontera hispano-francesa; collado Lepoeder, entre Valcarlos y Orbaizeta; Monrepós, entre Arguís y Jabarrella; Montsor, en La Pobla de Segur; Otxondo, entre Dantxaria y Elizondo; Pla de Beret, en la Val d’Aran; Portalet, entre los valles de Tena y Ossau, y Somport, entre los valles de Aragón y Aspe, en España y Francia, respectivamente.
La mayoría de rutas de senderismo también se pueden recorrer en bicicleta de montaña (aunque en algunos tramos no quede más remedio que cargar la bici a cuestas para vadear algún río o superar un salto en el terreno), incluida la célebre Transpirenaica. No obstante, para recorrer en bici los senderos pensados para caminar, hay que estar muy preparado físicamente, y hay que saber que en algunos tramos está prohibido, con lo que conviene informarse antes.
En la actualidad existe en el mercado un gran número de guías en papel, especializadas en rutas en BTT por el Pirineo, en las que se indican los itinerarios, las etapas y las dificultades que entrañan; además, en las principales localidades turísticas del macizo hay agencias de deportes de aventura que ofertan rutas en bicicleta de montaña, incluidas la bici y el casco. En cambio, si uno se lleva la bici desde casa, es importante llevar herramientas y algunas piezas de recambio; merece la pena hacerse con unos conocimientos básicos de reparación de bicicletas (además, obviamente, de arreglar pinchazos), pues los talleres de bicicletas son escasos y a menudo cuesta encontrarlos.
Con la friolera de 47 estaciones de esquí alpino y 26 de esquí nórdico o de fondo, los Pirineos son un verdadero paraíso para los esquiadores, tanto para los noveles como para los más experimentados en el esquí y el snowboard. Prácticamente en todas las estaciones hay alquiler de material y, en la mayoría, servicios de restauración y escuelas de esquí. Las pistas francesas y las de la Val d’Aran, al estar orientadas al norte, acostumbran a mantener buenos espesores de nieve a mediados de primavera, cuando en otras estaciones de la cara sur empieza ya a fundirse. Normalmente, la temporada va de mediados de noviembre o principios de diciembre hasta pasada Semana Santa, aunque, debido a los efectos del cambio climático, las fechas de cierre de las pistas pueden cambiar varias semanas de un año a otro.
Gran parte de los Pirineos están surcados por ríos que se deslizan por un territorio de pendiente muy pronunciada y que todo el año, pero en especial tras el deshielo, presentan un gran caudal que corre a velocidades vertiginosas hacia zonas más bajas y llanas; ello ha impulsado la práctica de deportes de aguas bravas, en especial rafting, piragüismo y kayak de río. Los lugares emblemáticos para practicar estos deportes son el río Noguera Pallaresa en el tramo comprendido entre Llavorsí y Sort; el río Ésera, que se alimenta de las nieves del pico Maladeta; el río Gállego, en el valle de Tena; el río Gave de Pau, que nace en el circo de Gavarnie, y el río Neste, cuyas impetuosas aguas atraviesan los valles de Aure y del Louron. Próximas a todos estos ríos hay empresas de deportes de aventuras que alquilan material y organizan salidas y cursillos de kayak, rafting, piragüismo, hydrospeed, bus-bob y otras modalidades de deportes de aguas bravas.
Los mismos ríos en los que se practican deportes de aguas bravas y muchos otros, así como los centenares de lagos de la cordillera pirenaica, son el hábitat de truchas y otros peces de río, y cada año decenas de pescadores prueban suerte con sus cañas. Hay que tener en cuenta que para practicar este deporte, perfectamente regulado, con cotos de captura y suelta y cotos tradicionales de pesca, se requiere la obtención del preceptivo permiso de pesca que expide cada comunidad autónoma o región.
Una manera diferente de descubrir los senderos y paisajes de los Pirineos es a lomos de una montura. A lo largo de toda la cordillera hay hípicas que organizan rutas a caballo que pueden ir de 1 h a varios días, entre ellas Pirineo Ecuestre, en Jaca; La Cerdanya a Quatre Potes, en Prullans de Cerdanya; Salarsa, en Camprodon; Club Hípico Aragón, en Santa Cilia (Jaca); Aventures a Cavall, en Sant Pau de Seguries, o Cuadras el Arriel, en Orós Alto, por citar solo algunas.
En los Pirineos también puede practicarse el barranquismo; el waterjump, consistente en saltar sobre lagos a través de trampolines con o sin accesorios, como esquíes, snowboard o bicicleta; la escalada por paredes más o menos verticales y por vías ferratas; el descenso en largas tirolinas (las hay de más de 1 km de longitud), o el frontón en los Pirineos más occidentales.