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Este pueblo, parecido a una estampa del belén, está considerado uno de los más bonitos de Cataluña. Situado al final de una estrecha carretera desde Camprodon, está formado por empinadas calles y viejas casas de piedra y ha sabido mantener su aire de villa medieval. Al llegar, lo que más llama la atención es su templo románico de Sant Cristòfol, con un campanario de cuatro pisos, en cuyo interior se conserva una talla románica policromada de 2 m. Más allá, dos puentes medievales permiten explorar los alrededores.