Rincones secretos de Barcelona, otra mirada sobre la Ciudad Condal

Escrito por
Txell Moreno

15 Febrero 2019
6 min de lectura
© @espaijoliu
Espai Joliu, Poblenou, Barcelona

Una selección de lugares que todavía pasan inadvertidos

Barcelona invita a ser explorada con otra mirada para dar con tesoros únicos, más allá de sus iconos. Basta con salirse de las rutas más concurridas y hacer hincapié en rincones que, aunque llenos de magia, misterio y encanto, a menudo pasan inadvertidos.

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Barcelona

 

Sin alzar mucho la voz, para evitar que se llenen en exceso de lugareños y foráneos, aquí va una selección de lugares secretos a tener en cuenta por diferentes barrios de Barcelona, la Ciudad Condal.

 

1. Montjüic, más allá del castillo y el estadio Olímpico

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Jardines de Mossèn Costa i Llobera, Montjuïc, Barcelona, Catalunya, España © www.barcelona.cat

Jardines de Mossèn Costa i Llobera, Montjuïc, Barcelona, Catalunya, España © www.barcelona.cat

 

En esta zona de la ciudad se concentran tantos museos (MNAC, Fundació Joan Miró y CaixaForum), instalaciones y atracciones (Poble Espanyol y Castell de Montjuïc, entre otros) que algunas joyas no tan notorias pasan inadvertidas. Ese es el caso de los Jardins de Mossèn Costa i Llobera, en la ladera de la montaña, con una espectacular selección de cactus y plantas suculentas que hacen que uno se olvide temporalmente de que se encuentra en pleno casco urbano. Un lugar que resulta tranquilo y singular puesto que, dada su ubicación y orientación, goza de un microclima que oscila entre dos y tres grados más que la media de la ciudad. Una vez aquí, imposible resistirse a las panorámicas que regala la montaña. Y para ello, un buen lugar donde tomarse un aperitivo, ya sea de día o (especialmente) al caer la tarde, con vistas al frente marítimo es La caseta del Migdia, una sencilla caseta con mesas dispuestas en una zona arbolada, alejada del asfalto, en el Mirador del Migdia.

Rumbo a plaza Espanya, otro enclave enigmático es el Teatre Grec, un teatro al aire libre que, aunque su nombre pueda llevar a la confusión, no es griego, sino fruto de la conversión de una antigua cantera. Sede principal del Grec Festival de Barcelona, la evocadora instalación, totalmente accesible, se emplaza en un bello jardín, con pérgolas y terrazas que realzan, más si cabe, su atractivo.

 

2. Sant Antoni, epicentro gastronómico y comercial

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Benzina, bar de Sant Antoni, Barcelona, Catalunya, España © www.benzina.es

Benzina, bar de Sant Antoni, Barcelona, Catalunya, España © www.benzina.es

 

La transgresora oferta local en los comercios y restaurantes de Sant Antoni hace de este un barrio a tener en cuenta, lejos de las rutas más turísticas. Aquí las grandes cadenas comerciales ceden protagonismo a tiendas con marcada personalidad que recuperan tanto clásicos del diseño, ya sea a modo de mobiliario (como El Recibidor), con piezas vintage de todo tipo (tal es el caso de La Moderna Singular), o redefiniéndolos bajo originales estampados y un filosofía de comercio justo (como Brava Fabrics). En pocas manzanas de distancia, sin estridencias pero con mucho estilo, conviven desde una librería-galería especializada en algo tan necesario y genuino como es el humor (La Llama) a una tienda especializada en conservas gourmet (Entre latas). Todo ello amenizado con una oferta gastronómica capitaneada por Albert Adrià, junto a los hermanos Iglesias, en su particular elBarri (el barrio; formado por seis restaurantes), y complementada por verdaderos templos del brunch (Federal Café) y el vermú (Bar Calders). Entre los recién llegados, destaca Benzina, donde disfrutar de auténtica cocina italiana en un ambiente agradable, de estética neoyorkina, todo ello maridado con cócteles de autor. Aquí, la oferta en restauración es tan amplia que el verdadero secreto de este barrio está en descubrirlo por uno mismo y dejarse llevar.


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3. Barri Gòtic, lo que la ciudad esconde

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Fotomosaico

Fotomosaico "El món neix en cada besada", Joan Fontcuberta, Gòtic, Barcelona, Catalunya, España © Josep Bracons / Flickr

 

En el mismo epicentro turístico de la Ciudad Condal también hay tesoros secretos menos concurridos. Si bien la calle Petritxol presume de míticas granjas donde tomarse una buena taza de chocolate caliente, una gran alternativa (menos turística) está cruzando al otro lado de La Rambla, en la centenaria Granja M. Viader, donde dejarse seducir por cualquier dulce bocado y comprar alguno de sus productos lácteos de elaboración artesanal. Aquí se creó el célebre Cacaolat, ejemplo fehaciente de su historia y su saber hacer.

Con las pilas cargadas, es momento de adentrarse por el Barri Gòtic en dirección a la catedral y adentrándose por la calle dels Capellans, se llega de frente al fotomosaico El món neix en cada besada (El mundo nace en cada beso), de Joan Fontcuberta. Una obra mural realizada en 2014 con la que entretenerse viendo cada una de las imágenes que la conforman. Atravesando el acueducto romano y llegando a la plaza Sant Jaume por la calle del Bisbe, se toma una pequeña desviación a la izquierda en la primera vía y se llega hasta el Templo de Augusto. Dentro de un pequeño y silencioso patio medieval, descansan cuatro de sus columnas, de más de dos mil años de historia, ajenas al paso del tiempo.

 

4. Barceloneta, activa y más extensa

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Nuevo paseo del Rompeolas, Barceloneta, Barcelona, Catalunya, España © www.timeout.es

Nuevo paseo del Rompeolas, Barceloneta, Barcelona, Catalunya, España © www.timeout.es

 

La llamada del Mediterráneo lleva hasta la Barceloneta. Aquí, nada mejor que aprovechar las primeras horas del día para disfrutar de la playa (casi) vacía para practicar algún tipo de deporte: yoga, padel surf, bici o jogging. Si bien todo el litoral de Barcelona se llena hasta arriba en época de verano, sorprendentemente durante el año la presencia de gente en la arena viene a ser escasa. Conclusión: es una maravilla y un excelente punto de desconexión del ritmo de la ciudad. Además, si se quiere simplemente pasear bordeando la playa, ahora el recorrido se amplía con el nuevo paseo del Rompeolas que se extiende más allá del Hotel W y da continuidad al paseo marítimo.


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5. Poblenou, nuevo hervidero creativo y de innovación

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Espai Joliu, Poblenou, Barcelona, Catalunya, España © @espaijoliu

Espai Joliu, Poblenou, Barcelona, Catalunya, España © @espaijoliu

 

En el barrio de Poblenou la creatividad emana de las propias paredes. Basta con callejear por Selva de Mar, Pere IV, Fluvià i Pallars, entre otras, para dejarse seducir por su rico arte callejero. Lo que antaño fueron industrias, son hoy oficinas de startups, showrooms de marcas de diseño y centros culturales, por donde pasear y contemplar el arte efímero que se impone –no es de extrañar ver algún artista en acción–. En línea con esta corriente creativa agrupada en la asociación Poblenou Urban District, el barrio organiza jornadas de puertas abiertas donde conocer de primera mano sus miembros y proyectos. Verdaderas joyas secretas que ponen al descubierto trabajos de artistas emergentes que conviven con pequeñas joyas como el Espai Joliu, una plant concept store-cafetería-galería de arte.

Junto a ellos, nuevos iconos arquitectónicos dan forma a lo que se conoce como el distrito 22@. Una sucesión de manzanas que, más allá de convertirse en un epicentro de innovación y creación, dibuja un nuevo perfil de Barcelona con proyectos como el futurista edificio MediaTIC, la enigmática sede de la Comision del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) o el industrial museo de la Fundación Vila Casas.

 

6. Collserola, vistas desde el columpio

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Vistas de Barcelona desde Collserola, Catalunya, España © Cristina Perez / Shutterstock

Vistas de Barcelona desde Collserola, Catalunya, España © Cristina Perez / Shutterstock

 

De todos los miradores con los que cuenta la ciudad, hay uno que por sus vistas y por su emplazamiento adquiere un significado especial. Se trata del columpio del mirador de Mundet, situado en lo alto de una colina y a poco menos de un kilómetro del aparcamiento. Tras unos 15 minutos de subida a pie por un sendero bastante inhóspito (todo hay que decirlo), la recompensa viene en forma de grandes panorámicas de Barcelona y alrededores. Pero eso no es todo, ya que, además, las vistas pueden disfrutarse balanceándose, dando la sensación de tener, literalmente, la ciudad a los pies.

 

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