Una lista de 10 destinos ideales para viajeros solitarios, catalogados por intereses
La primera vez, la idea de viajar solo puede resultar sobrecogedora y presentarse acompañada de una serie de preguntas inquietantes: ¿será seguro? ¿qué ruta seguir? ¿quién me retratará en un mirador contemplando el horizonte?
Un factor fundamental para dominar el arte de viajar en solitario es escoger el destino adecuado. Tanto si se trata de una ruta por varios países, como de una escapada urbana de fin de semana, existen regiones más indicadas que otras para viajar; pero ante el sinfín de posibilidades, es difícil saber por dónde empezar.
Hemos preparado una lista de 10 destinos ideales para viajeros solitarios, catalogados por intereses. Así, los aficionados a las raves, al reiki, al ciclismo o al turismo disfrutarán de su experiencia solitaria empezando el viaje con buen pie en estos destinos.
1. Las mejores aventuras
Con montañas para escalar, ríos donde practicar rafting, antiguas ruinas por descubrir y junglas para explorar, América del Sur es el destino aventurero definitivo. Que su magnitud no intimide a nadie; es un destino más favorable a los viajes en solitario de lo que aparenta.
La conocida Ruta del Gringo, que abarca los destinos más populares del continente a lo largo de un sendero vertical, facilita encuentros con otros aventureros y, para los que así lo deseen, muchas oportunidades de unirse a otros viajeros por el camino. Esto, sumado a la calidez de la población local y la excelente red de albergues del continente, hace que viajar sea bastante fácil, y la única preocupación será que el adormilado El Misti entre en erupción mientras uno está en pleno ascenso.
Un momento épico: Descender por la infame Carretera de la Muerte, en Bolivia, en bicicleta de montaña y comentar la jugada después con otros ciclistas tomando cerveza.
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2. La mejor gastronomía
Si hay un país del sureste asiático que puede coronarse como el mejor gastronómicamente hablando, ese es Vietnam. Sutil en sus sabores y notable en cuanto a diversidad, la cocina vietnamita es un gran atractivo para los viajeros, que alargan sus sobremesas en mesas abarrotadas intercambiando anécdotas de viajes tras el quinto plato de bánh cuốn.
En fácil mezclarse con lugareños por todo el país, probar platos locales y beber vino de arroz en el montón de mercados regionales, mientras que un sinfín de rutas de comida callejera y escuelas de cocina fomentan el mundo culinario en las grandes ciudades. Quien busque un respiro de la multitud debería poner rumbo a las rutas senderistas de Sapa (tranquilos, viajeros voraces: siempre habrá un plato de pho cerca).
Un momento épico: Aprender a cocinar un festín vietnamita. Un lugar muy recomendable para hacerlo es la Hoi An’s Green Bamboo Cooking School.
La mejor comida callejera en Vietnam
3. La mejor meditación
Tanto si al viajero le encantó la novela de los viajes en solitario por antonomasia, Comer, rezar, amar, de Elizabeth Gilbert, como si la odió, nadie puede negar que Ubud, el centro artístico y espiritual de Bali, Indonesia –donde la autora descubrió el amor (y se supone que comió y rezó)– sigue siendo un lugar maravilloso para que quienes viajan solos se relajen, mediten y recarguen las pilas.
Acunada entre arrozales de color verde esmeralda rodeados por montes envueltos en niebla, Ubud es un lugar mágico. Es un destino muy común para los viajeros solitarios, lo cual significa que nadie mira mal quien llegue solo a una clase de yoga matutina o cene solo en uno de los saludables cafés vegetarianos de la ciudad. Para sacar partido al potencial curativo de Ubud (y disfrutar de la soledad), es buena idea alojarse en uno de los refugios de bienestar que pueblan las verdes colinas alrededor de la ciudad.
Un momento épico: Disfrutar de una de las clases holísticas (de yoga a reiki) de la zona. Hay un montón de establecimientos, por ejemplo, Taksu Healing Haven.
De ruta hacia la espiritualidad de Ubud
4. La mejor vida nocturna
Hay quien dice que es más fácil entrar en Berghain, el local nocturno más famoso de Berlín, si se va solo. Sea o no verdad, este rumor revela la querencia de la capital alemana por los viajeros solitarios, atraídos hasta ella por ser una de las ciudades más acogedoras e inclusivas de Europa.
Está claro que Berlín es una ciudad para ir de fiesta, con una colosal oferta de locales nocturnos y cervecerías al aire libre salpicadas de grafitis, pero las atracciones de la ciudad no son exclusivas del viajero hedonista; la historia envuelve al visitante, desde la Puerta de Brandeburgo hasta el Monumento del Holocausto, y originales cafés, boutiques modernas, mercadillos de fin de semana y un creciente panorama de comida callejera ofrecen placeres más mundanos. Además, todo se puede visitar en solitario o en un circuito a pie en grupo.
Un momento épico: Entrar en un bar o local nocturno y ver adónde lleva la noche.
Un paseo gastronómico por Berlín
5. Los mejores circuitos organizados
Si el viajero siempre ha soñado con ver gorilas en la jungla de Ruanda, conocer a un jefe masái en Kenia, o admirar a los cinco grandes en Tanzania, pero nunca se ha atrevido a viajar a África Oriental por su cuenta, un circuito organizado puede facilitarle la experiencia de visitar esta región tan severa.
Si bien la infraestructura turística de África Oriental está más desarrollada que en otras partes del continente, no siempre es fácil –o seguro– usar el transporte público o desplazarse en vehículo de alquiler. Un circuito organizado permite ahorrarse estos quebraderos de cabeza y disfrutar. Con destinos inolvidables, los circuitos atraen a viajeros de lo más diverso, por lo que es poco probable que el viajero sea el único alma solitaria entre parejitas acarameladas.
Un momento épico: Ver hipopótamos, elefantes y cocodrilos en el Canal de Kazinga, en el Parque Nacional de la Reina Isabel, en Uganda.
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6. La mejor escala en solitario
Con una plétora de atracciones culturales por explorar, una creciente oferta de albergues urbanos y uno de los mejores sistemas de transporte público del mundo (incluidas excelentes conexiones al aeropuerto), existen pocas experiencias más relajantes para viajar solo que pasar una tarde soleada en Singapur.
Tanto si uno pasea con una audioguía por el Chinatown Heritage Centre como si contempla embobado los místicos Jardines de la Bahía o se zambulle en la suntuosa piscina de una azotea, esta es una ciudad ideal para visitarla en solitario. Y después está la comida: Singapur es famosa por sus puestos de comida callejeros, donde los lugareños se codean en mesas desvencijadas, devorando cuencos de humeante laksa.
Un momento épico: Descubrir los acogedores cafés y las originales boutiques de la gentrificada urbanización de Tiong Bahru, de los años treinta.
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7. Lo mejor en cultura
Desde iconos de la antigüedad como el Coliseo y el Foro Romano hasta la gran obra maestra de la arquitectura renacentista que es la Basílica de San Pedro, el paisaje urbano de Roma es un lienzo caleidoscópico que combina arte con clase, prodigio arquitectónico y maravillas históricas.
Tanto si se visita la ciudad por un par de días como por dos semanas, hay muchísimo que ver y apenas riesgo de aburrirse. Además resulta casi imposible sentirse solo entre los más de 14 millones de turistas que cada año visitan este epicentro de la cultura. No es necesario trazar un itinerario muy exacto, ya que Roma premia lo pausado; mezclarse con desconocidos tomando una copa de vino es un pasatiempo esencial en la Ciudad Eterna.
Un momento épico: Visitar la Basílica de San Pedro y recorrer los 7 km de pasillos de los Museos Vaticanos.
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8. La mejor ciudad de EE UU para una escapada
Portland, Oregón, es una de las ciudades de moda en Estados Unidos y posee todas las ventajas culturales de una gran metrópolis, pero con la intimidad de una ciudad pequeña. Su afabilidad reverbera desde los bares de vinos, las microcervecerías y las cafeterías de la ciudad, donde las charlas fluyen con mayor rapidez de la que se sirven las bebidas.
Pero este bastión contracultural va más allá de la pasión por una buena charla, y ofrece un montón de atracciones curiosas que realzan su originalidad, desde un museo dedicado a las aspiradoras hasta un rebaño de cabras urbanas. También es muy fácil de recorrer, con una buena red de transporte público y un sistema de bicicletas compartidas. Y aunque Portland tiene fama por sus restaurantes artesanales, una alternativa más social –y mucho más divertida– para comer son los más de 500 puestos de comida de la ciudad.
Un momento épico: Explorar el Alberta Arts District; y hacer coincidir la visita con la ruta artística Last Thursday.
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9. La mejor isla tropical para una escapada
Los atolones cautivadores no son terreno exclusivo de las lunas de miel. Cayo Caulker, en Belice, libre de coches y lleno de casas de tonos pastel, siempre ha sido un destino ideal para quienes viajan solos por sus dimensiones compactas y su ambiente sencillo y mochilero, que atrae a un apacible turismo internacional en busca de un pedazo de paraíso.
Es fácil dejar pasar los días en The Split, la principal playa de la isla, pero existen muchas otras actividades para disfrutar, desde el buceo con tubo y el submarinismo por arrecifes multicolor hasta el kayak a zonas poco conocidas de la isla, aunque… ¡ojo con los cocodrilos! Por la tarde es buena idea unirse al resto de viajeros en los bares de reggae locales durante la happy hour, antes de ir a probar comida criolla callejera al caer la noche (y lo mejor de viajar solo es que no hay que compartir los camarones).
Un momento épico: Practicar buceo con tubo o submarinismo en la Reserva Marina de Cayo Caulker, repleta de tortugas y tiburones.
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10. Las mejores rutas por carretera
Es difícil explorar la costa este de Australia en solitario; son tantos los turistas que recorren la sinuosa carretera que va de Sidney a Cairns –seducidos, en parte, por su mítica juerga nocturna– que resulta más fácil encontrar compañía que soledad.
Pero la marcha nocturna no es lo único que hace espectacular este tramo de costa. La clásica ruta en coche está repleta de atracciones imprescindibles, como la icónica playa Bondi, en Sídney, pasear por el antiguo Daintree Rainforest o recorrer la Gran Barrera de Coral. Sin embargo, los momentos más memorables resultan de la interacción con los lugareños en las ciudades costeras y los pueblos azotados por el viento, o simplemente de la vista de la carretera que se extiende ante los ojos del viajero.
Un momento épico: Explorar en automóvil los pintorescos pueblos y las impresionantes cascadas de la costa norte de Nueva Gales del Sur.
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